Patín en el club Ciencia y Labor

Desde el juego hasta la práctica competitiva. Quien quiera calzarse unos patines y descubrir todos los secretos de este deporte puede ir a las clases de Giselle Alarcón en el club de Villa General Mitre.

Giselle Alarcón se subió a los patines cuando tenía tres años y nunca más se bajó. Empezó  patinando en All Boys, siguió en Kimberley, después en CANBA y de adolescente desarrolló su carrera profesional en Vélez. Siempre en el barrio, siempre entrenando, de lunes a lunes, de dos de la tarde a nueve de la noche. Y de tanto patinar “me siento más segura arriba de los patines que en zapatillas”, dice hoy con 33 años y 15 dedicados a la docencia.

Estilo libre

Las patinadoras despliegan en la pista una coreografía acompañada con música. En el deslizarse intercalan saltos, trompos y movimientos con los pies marcando los filos hacia adentro y hacia afuera.

Según el reglamento de las competencias deben hacer cuatro pasos obligatorios . “En tu coreografía podés hacer lo que quieras, pero esos cuatro pasos tienen que estar”, explica la patinadora las características del estilo llamado Libre, que es el que ella enseña en sus clases del club Ciencia y Labor.

Giselle Alarcón está a cargo de las clases de patín en Ciencia y Labor desde el 2008.

De sueños y torneos

A los 16 Giselle hubiera podido viajar a Taipei a competir en el Mundial de patín que organiza la liga World Skate. Había quedado entre las cinco mejores del mundo en los evaluativos –los torneos clasificatorios que se desarrollan en cada país– pero no había quien pagara su viaje, porque el patín es un deporte amateur sin sponsors ni estados que lo financien; toda la inversión corre por cuenta de las familias de las deportistas.

“Por suerte después pude competir en el campeonato sudamericano y salí campeona sudamericana en Uruguay 2006.”, cuenta Giselle los últimos éxitos de su carrera antes de abocarse a la enseñanza.

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El sueño de quienes integran esta comunidad deportiva es que el patín sea reconocido como una disciplina olímpica. “Tenemos patinadoras mundialistas en Argentina super importantes que nos podrían representar en una olimpíada increíblemente”, asegura Giselle.

En la clase

La profesora describe las figuras, los trompos y los distintos tipos de saltos que las patinadoras entrenan buscando la exactitud del movimiento y da cuenta de un deporte sumamente reglado.

Con las más chiquitas, sin embargo, la clase se desarrolla de un modo divertido: utilizan conos, juegan a la mancha.

Con las grandes sí la cosa se pone más exigente. Así lo cuenta Giselle: “Ellas arrancan el entrenamiento deslizando: hacia adelante, hacia atrás, hacen un ejercicio que se llama carrito en un pie subo y bajo, que es para fortalecer los músculos de las piernas. Cuando estamos en fechas de torneo ensayan las coreografías y las que no compiten arrancan con los saltos y los trompos”.

“Tengo chicas que están haciendo un salto en el que tienen que dar dos vueltas rotando en el aire. Recién empiezan a practicarlo y a veces dicen que no puedo, que se caen. Pero son pibas laburadoras, ya saben que viene ese obstáculo, que se van a caer y que se van a tener que levantar, que se van a volver a caer y se van a tener que volver a levantar. Y así hasta que les salga”.

¿Por qué no hay varones patinando? Dice Giselle que “no es porque los rechacemos, al contrario, me encantaría que vengan.” Cuenta que ha tenido algunos en sus clases pero todavía existe un prejuicio fuerte, “hay chicos a los que los cargaban por hacer patín y por eso han dejado de venir”.

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Cada una con su exigencia

Si bien Giselle desearía preparar a todas sus patinadoras para que ganen el torneo argentino y compitan en el mundial “el objetivo siempre es el objetivo de ellas”, admite. “Yo las empujo a que traten siempre de dar más pero entiendo que hay gente que solo quiere aprender el deporte; yo a todas les enseño igual”. ♦


Patín en el club Ciencia y Labor
Dirección: César Díaz 2453 y Artigas
Whatsapp: 11 5764-3431

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