Nuestros vecinos los pájaros

Tarde de avistaje en La Huerta de la Cuadra. ¿Cómo distinguir cada especie entre la variedad de aves que habita Buenos Aires? ¿Qué se puede decir de su forma y de su comportamiento? Una actividad para agudizar la vista y el oído, coordinada por la guardaparques y divulgadora ambiental Rocío González.

Una tarde de sábado, fría y nublada, en Villa del Parque se escucha este diálogo:

– ¿Qué son las aves?
– Animales con alas.
– Sí, pero los murciélagos tienen alas y no son aves, son mamíferos.
– Animales con alas y plumas.
– Esa es una buena diferencia.  Además tienen pico. Y son ovíparas, es decir que nacen de huevos.

Rocío González sostiene entre sus brazos ilustraciones a color que muestra al grupo reunido en la vereda de la Huerta de la Cuadra. Sigue desarrollando su clase, la misma que ofrece en escuelas y centros culturales:

Los pájaros son aves pero no todas las aves son pájaros. Una garza no es un pájaro. Un pato no es un pájaro. Los pájaros son un grupo de aves que se llaman paseriformes, que suelen tener lindas vocalizaciones y su típica forma es la del gorrión. De hecho, el nombre científico del gorrión es Passer domesticus.

Patricia Esperanza, la anfitriona de la Huerta, convida té y galletas caseras con mermelada de quinotos de su propia producción. Sacó a la vereda una mesita con el termo y los vasos, el dulce y las galletas. Cerca acomodó una pila de ejemplares del libro de Rocío: “Aves de Buenos Aires”.

Un rayo de sol quiere asomar. Lo logra apenas, mientras Rocío despliega sobre un pizarrón una lámina. En ella se ve el contorno de un pájaro y cada una de las partes del cuerpo que permiten distinguir de qué ejemplar se trata.

Cómo diferenciar a los pájaros

– El pico, la cabeza, la garganta, el pecho y el flanco (que es el costado del vientre). ¿Qué pasa con esas partes? Según la especie que estemos observando vamos a notar diferencias que nos van a ayudar a distinguirla –dice Rocío  y propone un juego.

Reparte papelitos con descripciones y papelitos con fotos de pájaros. Hay que encontrar a qué foto corresponde cada descripción. Un papelito, por ejemplo, dice: “Pájaro celeste grisáceo, anda en pareja, recorre árboles en busca de frutos”. Se refiere al celestino que, cuenta después Rocío, “se los puede ver en el Fumo bravo, un árbol nativo incluido en el arbolado urbano, que tiene unas flores parecidas a las del tomate, pero de color violeta: donde hay Fumo bravo los celestinos andan”.

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Otro papelito describe al caburé: “Ave cazadora nocturna, con rayas verticales en el pecho”. Dice Rocío: “El caburé come murciélagos y come también a otras aves. Si llegan a ver pajaritos sin cabeza seguramente fue un caburé”. Rocío muestra la foto del pájaro en cuestión: “Fíjense el pico: bien ganchudo, así lo tienen las aves rapaces. Tienen también patas fuertes con garras bien filosas”

La tarde avanza. Las nubes pesadas y los pocos grados centígrados no amedrentan, por suerte, a los pájaros del barrio. Se escucha el piar de algunos que, largavistas mediante, este grupo intenta observar.

Pájaros sobre nuestras cabezas

Los avistadores tienen una técnica, cuenta Rocío, para ubicar a los pájaros entre el follaje frondoso: “Imaginemos un reloj en la copa: visualicen las doce, las tres, las seis, las nueve. Según donde esté el pájaro que quiero mostrarles, yo les digo miren la copa a las tres, fíjense a las cinco.”

El largavistas apunta a un liquidámbar en el pasaje Bernardo de León. Una vecina con su ojo en el lente anuncia: “hay un gorrión a las once y otro a la una, entre ellos pasaditas las doce veo una paloma”. Entrecierra los ojos Rocío y mirando hacia el árbol dice: “es una torcaza, la más chiquitas de las palomas porteñas.”

El liquidámbar en el pasaje Bernardo de León. La mano muestra sus hojas otoñales. Hay gorriones y torcazas entre sus ramas. 

–  Los gorriones están como revoloteando, van de un árbol a otro –comenta una de las avistadoras.
– ¡Escuchá cómo gritan! –observa otra.
–  Fíjense en el cable en la mitad de la calle, hay una torcaza que tiene manchitas negras –apunta Rocío. ¿Ven que  está como hinchada? Es por el frío. Las plumas le hacen de aislante térmico.

Años atrás, Rocío trabajó de guardaparques en la Reserva de Vicente López. Últimamente desarrolló una propuesta de educación ambiental, con temática variada, llamada “Sintonía Naturaleza”. “Esta semana voy a dar una charla sobre el mar en una escuela”, cuenta.

El verano pasado, Patricia compartió con Rocío un taller de uso de herramientas para carpintería. Se reunían en una terraza “y era muy lindo porque Rocío de solo escuchar el canto te decía: mirá, ahí está dando vueltas un piojito… mirá, escuchá al picaflor”, eso mientras fabricaba una mesa con madera de pallets.

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– “En la punta de ese poste, ¿ven? Hay una paloma picazuro. Cuando vuela extiende las alas en forma de medialuna. Ahora les pongo la vocalización”, dice Rocío y busca en su celular el canto de esta paloma.

En la vereda de Carranza y Caracas, un tilo sostiene entre sus ramas un nido medio desarmado de zorzal.

–  A mi casa siempre vienen zorzales –comenta una de las vecinas.
– A los zorzales les gustan las lombrices –dice Rocío.
– ¡Sí! –confirma la vecina–. Muchas veces los vemos robando lombrices con el pico, de la compostera que tenemos en el patio.

El mejor horario para avistar pájaros es, en realidad, a la mañana temprano y al atardecer. Y el mejor lugar, uno con mucha vegetación. Y la mejor vegetación, la nativa, que es la que forma parte del mismo ecosistema de los pájaros de Buenos Aires.

Cerca de este barrio está el parque de la Agronomía, donde hay una reserva natural. “La próxima vamos a avistar ahí”, decide el grupo de vecinas reunidas en La huerta de la cuadra.

Antes que la tarde se apague, Patricia enciende una pequeña fogata con trozos de maderas en un calentador de hierro. Salvo en ese tramo de vereda, Biarritz parece desierta. Las vecinas comparten un último vaso de té caliente, mientras hojean  el libro de Rocío y ella les cuenta cómo surgió: “Empezó como una guía de actividades para un nene que tiene un poco de autismo. La propuesta es prestar atención a las características de esas aves y algunas cosas a tener en cuenta para poder identificarlas. Atrás tiene fotografías a color para recortar y pegar.”

Después de este sábado, las avistadoras caminarán distinto por el barrio. Saben que ninguna cuadra está desierta, aunque lo parezca. Desde los árboles, desde un poste, desde un cable o en pleno vuelo, otra clase de vecinos la pueblan.♦


La huerta de la cuadra
Biarritz y Caracas
Instagram: @lahuertadelacuadra

Rocío González. Educación Ambiental
Instagram: @sintonianaturaleza

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