Santilli, los vecinos y Villa del Parque

Adelantó que el túnel de Nazca estará abierto a más tardar el 30 de septiembre, aunque el tren San Martín no volverá a llegar a Retiro hasta mayo del año que viene. Cortes de luz, veredas rotas, inseguridad y un tránsito del infierno afloraron en un encuentro con gran organización y escaso debate.  

Para las 3 de la tarde se había programado el encuentro, a las 3 con cinco minutos ya estaba el vicejefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, contador Diego Santilli, parado frente a un auditorio de cien, ciento cincuenta personas, presto a abordar su reunión con los vecinos de Villa del Parque. El lugar elegido: la Sede Capital de Racing (Nogoyá entre Helguera y Argerich), al fondo de todo y en una discreta cancha de básquet completamente azul. El promedio de edad de los asistentes: unos 60 años, aproximadamente. Mientras un regimiento de personal del gobierno de la ciudad identificado con campera azul se encargaba de acomodar a la gente, agregar sillas, repartir y recoger formularios y biromes, anotar a quienes deseaban hablar (que a su vez ya habían tenido que registrarse dos veces, una para asistir y otra para entrar); un buffet en la esquina del salón (que no era del club, sino una empresa de catering contratada) ofrecía café, té, aguas, gaseosas, medialunas, sándwiches de miga y también manzanas, todo gratis y disponible durante toda la reunión.

La modalidad del encuentro -que no es una novedad, el funcionario viene realizándolos desde hace por lo menos dos años en distintos barrios de la Capital- es sencilla y súper esquemática: un moderador va llamando uno a uno a quienes se anotaron para hablar, alguien de la organización le acerca al micrófono y así sucesivamente, hasta que hablan todos. O casi todos, porque la reunión no puede extenderse por más de dos horas. Salvo alguna pregunta, algún comentario puntual, en el momento en el que la gente habla Santilli no agrega nada, tal vez toma alguna nota, o alguien de su equipo le comenta algo al oído. Pero al final sí: entonces agarrará el micrófono para dar una respuesta en conjunto.

Dramas de la vida real

Arranca el mitin, el moderador llama de la lista al primer orador. Se refiere al cruce de la vía y Nogoyá, dice que ahí a los peatones se les complica cruzar, máxime a los que tienen la movilidad reducida. El que le sigue se centra en un árbol en Baigorria 2742 (las raíces entraron al domicilio -explica- y levantaron todo el frente de la casa); y el que habla después comenta un problema con el barrendero en Condarco al 2700. Se suceden luego varias quejas acerca del tránsito, sobre todo ahora que el túnel de Nazca sigue en obra y Helguera es el mismísimo infierno (se ven filas de hasta 18 colectivos); ahora que el ferrocarril San Martín está cortado y “no es más Villa del Parque, es Villa Retiro” (advirtió una oradora); y ahora que el Metrobús sobre la Avenida San Martín tornó una amansadora cruzarse desde Empedrado hasta Chorroarín. La Unión de Comerciantes de Villa del Parque pide que se levante la prohibición de estacionar sobre el lado izquierdo de Cuenca entre Nazarre y Nogoyá, minutos después otra vecina sugiere que se haga lo opuesto: propone que entre Nazarre y Baigorria Cuenca se haga peatonal.

Pero el gran problema de la tarde, el que por lejos más aparece, son los cortes de luz. Abre el tema una mujer de San Martín al 4900 (entre Pedro Lozano y Bolivia), se la escucha angustiada. Dice que se tomó la tarde para venir, que le están cortando la luz desde marzo. “No puedo planificar nada. Ni la comida de los chicos, ni poner un lavarropas, nada. Y tal vez parezca una taradez, pero a la noche quiero ver la novela. Trabajo todo el día, quiero tirarme en la cama y ver la novela. Y ni eso puedo”, relata. Otra más dice que a ellos les cortan la luz, vuelve por dos horas, la vuelven a cortar por cuatro días, la vuelven a dar por unas horas. Así desde mayo. “Vivo en un cuarto piso y no tengo problema en subir la escalera, pero tengo un chiquito con Asperger y a él le cuesta muchísimo, cada vez que se corta la luz se desarticula completamente en su organización, aparte necesita dormir con una luz encendida. No tengo calidad de vida. Llamo a Edesur y me responde un disquito. Llamo al ENRE, otro disquito. Fui a Edesur con la firma de los 98 vecinos del edificio y ahí me dijeron que solo están poniendo parches, que mientras no hagan las obras vamos a seguir teniendo el mismo problema”. Eran varios con lo mismo y solo entonces se escucharon -tímidos- algunos aplausos.

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Una historia da paso a la otra. En el cruce de Cuenca y la vía hay un hombre que hace que vende medias, pero pregunta la hora y roba celulares a los adolescentes. A una mujer le palanquearon la reja y en 40 minutos le vaciaron la casa. El moderador apura: “seamos cortitos -alienta- que queda mucha gente y no llegamos”. Campana y Nazarre necesita un semáforo. En Teodoro Vilardebó y Marcos Sastre la esquina quedó sin hacer. Y varios se quejan de que les rompieron las veredas tres veces en un año: “pónganse de acuerdo las empresas -reclamaron-, porque vivimos caminando entre escombros”. “Las nuevas luminarias son hermosas -pondera luego otra vecina- pero los árboles son muy altos y en Marcos Sastre al 2700 transitamos cada noche en plena oscuridad”.

Cada microrrelato es un drama. Y hasta los que no parecen dramas terminan -también- siendo dramas. “En Álvarez Jonte y Lamarca no tenemos cerca un solo cajero automático -empieza a contar una de las últimas oradoras-. Y de los dos cajeros que hay en el Banco Ciudad más cercano, que queda como a diez cuadras, siempre funciona uno solo. A veces se ve ahí gente discapacitada. He llegado a estar más de dos horas haciendo cola. Y con el andador en la vereda, a pleno sol, o con frío”.

Hubo más, mucho más: qué va a pasar con la basura, el estado deplorable del Instituto Pasteur, el incumplimiento de la ley que exige centros veterinarios en cada comuna, el estacionamiento a 90 grados en Nazarre entre Nazca y Terrada. Que tres personas están viviendo en la plazoleta Roffo -Beiró y San Nicolás-, incluido un joven que le pega a la gente que pasa.

La lista parece interminable, quedan ocho sin hablar, una mujer se va enojada. Santilli pide disculpas, dice que en breve tienen que devolver el salón. El barrio es un rompecabezas imposible. Y todos son dramas.

El Diego

Se ve simpático Santilli. Canchero. Hábil. Hace comparaciones graciosas y habla con soltura, a las mujeres más grandes las llama “mi amor”. Se las arregló para, en 25 minutos, dar respuesta a todo, o casi todo. Y lució aplomado, tal vez porque es un político de fuste (su cuna no fue el Pro, ni la Fundación Pensar, sino el PJ Capital), o tal vez porque la propia dinámica del encuentro le garantizaba para todos los puntos tener la última palabra.

Lo que dijo, entre otras cosas, fue todo esto:

“Está clarísimo que en muchos lugares de la ciudad no estamos recibiendo el servicio de electricidad necesario. Ahora: a algunos barrios les llegaron antes las refacciones. A otros todavía no. Acá me informa el presidente de la comuna que la subestación es Lacarra, y que no tiene la capacidad que tiene que tener. Ese es el problema. Yo me voy a llevar esto para hablar con el director de Edesur a ver qué está pasando con esa subestación de Lacarra. Es así, durante 15 años pensamos que estaba todo bien, pero no estaba todo bien. Estos señores pedían actualización de tarifas. Ahora subimos las tarifas, pero no llegan a arreglar todas las subestaciones en un año. Nosotros estamos persiguiéndolos para que terminen. Pero lamentablemente es un asunto que depende de la Nación”.

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“Tema veredas. La diferencia que tiene la provincia de Buenos Aires con la ciudad de Buenos Aires es que nosotros, menos el cable, tenemos todo soterrado. Eso genera una apertura de vereda, sobre todo en servicios que durante muchísimos años no hicieron las inversiones que tenían que hacer. Hemos por primera vez en la historia armado una planificación integrada. Es un tema de programación. Se firmó un convenio el 15 de febrero de este año donde todos los entes, todas las empresas de servicios, todos tenemos un plan cronológico. A partir de ese cronograma estamos tratando de cambiar estas cosas”.

“A mí también me abrieron la vereda tres veces este año. Te imaginás: me constituí en inspector, que es algo que cualquiera de ustedes puede hacer. “A ver el permiso, ¿para quién abrís?”, le pregunté al hombre en la puerta de mi casa. Y me dice: “para Fernando”. “¿Y quién es Fernando?” Claro, el tipo es subcontratista del subcontratista del subcontratista y no sabe ni para quién labura. Lo que estamos haciendo ahora es unificar todo eso”.

“Cuando la vecina preguntaba lo de la interrupción del San Martín: tenés razón. Les pido mil disculpas. Nosotros no íbamos a parar el San Martín, el San Martín estaba operando y solo se iba a cortar los últimos dos meses. Pero hubo un problema con una de las vigas que se desmontó, pero más grave todavía era que los maquinistas, cuando pasaban por la operación, no tenían la visual que necesitaban. Tenemos que mejorar el incordio que le va a generar a la gente, porque esto va a seguir hasta mayo del año que viene. Lamentablemente”.

“El tren va a pasar por la estación Villa del Parque y va a empezar a subir, llegando hasta Pacífico por viaducto elevado. ¿Qué va a pasar con los espacios bajo el tren? Ya hay una planificación urbanística de ingenieros y arquitectos. Por ejemplo: en los centros comerciales va a haber playas de estacionamiento. Pero va a estar de antemano definido. Es un aprendizaje para que no pase lo que pasó con Carbonilla, Villa 31, Fraga, etcétera”.

“El túnel de Nazca a más tardar -máximo máximo máximo- el 30 de septiembre de este año tiene que estar inaugurado. Debiera haber estado para el 30 de agosto, pero la lluvia perjudica para laburar. Me dicen que máximo para el 30 de septiembre debería estar”.

Qué democracia

Seguro el equipo de Santilli se llevó algunas ideas, una pintura del barrio, una impresión más nítida de lo que hay y lo que falta. Y seguro los que pudieron ir se sintieron satisfechos de poder expresarse, escuchados (al menos en parte) y hasta tal vez aliviados en su descarga.

Así y todo la reunión estuvo a años luz de erigirse como un auténtico diálogo, más bien se desenvolvió como una sucesión de monólogos acotados, breves, permanentemente constreñidos por el moderador. El esquema mató cualquier posibilidad de debate, y el horario tampoco ayudó demasiado a que el encuentro fuera en serio convocante.

¿Cómo se construye comunidad? ¿Cómo se toman decisiones? ¿De qué forma las personas llegan a acuerdos? Con discusión, con ida y vuelta, con réplicas, con polémicas e incluso con algún altercado, amén de que para que un consenso más real y sólido aflore hará falta aceptar cierta cuota de caos así como también a sentarse a conversar durante un rato algo más extenso, porque al fin y al cabo y tras setentipico de oradores a las cinco y diez de la tarde Santilli ya se había ido y todo se había terminado. ♦

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