La pequeña sala de espera del CeSaC está llena. A esa hora de la mañana se juntan pacientes, vecinas o vecinos que vienen con diversas necesidades: buscar una leche, pedir una receta, solicitar un turno, darse una vacuna. Dos recepcionistas los reciben. También pasa la gente que va a realizar actividades deportivas y culturales en Resurgimiento, el centro cultural que funciona en el mismo edificio.
Yo llego temprano para no perderme la previa a la caminata. Martín Fernández, parte del equipo de enfermería y coordinador de la actividad, aparece con su ambo y me pide que lo espere unos minutos. Cuando vuelve saluda a unas mujeres en la sala de espera y les pregunta si están listas, ellas responden entre risas.
Estas caminatas compartidas, una actividad que el Cesac ya impulsaba prepandemia, recomenzaron en el mes de junio. Algunas integrantes actuales eran parte del grupo anterior y otras se sumaron ahora.
Para inscribirse, es necesario realizar un control clínico básico que asegure el apto físico para realizar ejercicio. Martín señala la importancia de conocer las condiciones de salud de cada participante. Su objetivo es contribuir al bienestar de cada una/o sin generar sobreexigencias.
Aunque la propuesta está abierta a personas de cualquier franja etaria, lo cierto es que el grupo actual está constituido mayormente por mujeres, sobre todo adultas mayores.
Una vez en la puerta, Sara (85) pregunta: “¿Hacia dónde vamos”. Martín responde con otra pregunta: “¿Hacia la plaza Pappo?”. Suelen variar el recorrido para que la actividad no resulte monótona y repetitiva. A veces el destino es Agronomía u otro espacio verde cercano.
El grupo está en proceso de constituirse. La participación oscila entre tres y siete personas. De todos modos, la caminata se sostiene si hay al menos una. Lo importante es mantener la cita, hacerle un lugar en la rutina para que el caminar sea diario y un modo de empezar el día.
Caminamos a paso lento, de a dos o de a tres, alternando el silencio con la conversación. Algo del periodo de aislamiento queda en los cuerpos. Todas están contentas con la posibilidad de caminar en compañía.
Sara dice que en el día a día tiene muchas tareas, vive con su hija y sus dos nietos adolescentes. Fernanda (56) es profesora de historia y escritora, se sumó a las caminatas por una afección cardíaca. Luisa (74) formó parte del grupo de caminantes que funcionaba prepandemia y valora el espacio no sólo por el ejercicio, que la ayuda a mantener los niveles de azúcar, sino por el intercambio y el encuentro. Ella perdió a su marido en pandemia.
Cuando llegamos a la plaza nos detenemos unos minutos al sol. La vuelta es más distendida, se nota en los cuerpos y en la conversación. Las participantes se van despidiendo unas cuadras antes de llegar al CeSAC, según dónde las lleven sus próximas tareas del día.
Caminar en grupo se transforma así en una nueva forma de circular por las mismas calles que recorren en su quehacer cotidiano. Martín cuenta que él también está contento de realizar las caminatas, que le permiten salir de su propia rutina. Trabaja en el CeSAC hace cinco años y forma parte del equipo territorial, un equipo interdisciplinario cuyo objetivo es articular los recursos del Cesac con los de otras instituciones barriales para mejorar la calidad de vida de la población.
La cita se repite los lunes, martes, jueves y viernes a las 9:00 en el Cesac 34. Los miércoles a las 8:30 hay una propuesta complementaria: aquagym en la pileta del Club Villa Sahores (Santo Tomé 2496). Ambas actividades son gratuitas y están abiertas a todas y todos los que quieran sumarse.♦
Cesac 34
Dirección: Artigas 2262 y Jonte
Mail: consultascesac34@gmail.com
(se puede pedir turnos a través del mail)
Instagram: @cesac34