El fabricante de libros

Alejo Hernández Puga edita novelas, libros de música, de poesía y hasta manuales escolares. Toca la trompeta en El kuelgue y la guitarra en Les Wiggers y Morosos Incobrables.

Criado en Flores, de chico andaba por las calles de Villa General Mitre. Bajito y rubio con delantal blanco, caminaba hasta la escuela Leopoldo Marechal, de Galicia y Trelles. Pasados los treinta, hoy tiene su hogar a pocas cuadras de ese mapa que recorría de niño.

Siempre se dice que un editor es el primer lector” -apunta Alejo cuando le preguntamos por su trabajo, y completa la idea: “es como el productor musical al que le llega una canción que todavía no está cerrada, tiene que poder percibir qué cosas están bien expresadas, cuáles hacen que ese texto sea particular y tratar de potenciarlas en un laburo conjunto con el autor. Después está el trabajo de diseño.

Hay veces que se puede encuadrar un libro dentro de una colección que ya tiene su formato, pero otras tiene características particulares que hacen que uno tenga que generar una nueva selección de tipografías, de caja de texto, un nuevo lenguaje en la tapa. Una vez que eso está resuelto se pasa a imprenta, donde se elige el tipo de papel y el acabado de la tapa; esa es la parte más artesanal, de oficio, que también es muy linda.”

¿Qué libros publicaste?

Tengo varios sellos para englobar en cada uno los distintos tipos de proyectos. Con el guitarrista Nicolás Morone tenemos un sello de música llamado Suramérica musical, en el que editamos por ejemplo métodos de guitarra de tango, métodos de charango, partituras.

Después Catalpa es un sello que armamos con Benjamín Naishtat y Yasmín Fardjoume en el que publicamos narrativa. Con Félix Wuhl tenemos el sello Editores Asociados donde producimos libros más técnicos. Trabajamos mucho con manualeras (como Estrada, Puerto de Palos, Kapelusz), pero editamos también libros de marketing, medicina y otras disciplinas. Recientemente editamos Trayecto y memoria, una biografía de María Rosa Glasserman, mujer que fue pionera en Argentina en muchas de las técnicas de psicología que se utilizan actualmente.

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¿Cómo se instala a un autor nuevo?

En las editoriales chicas cada vez más se tiende a que editores y autores tengan un contacto directo con el lector, a través de presentaciones y ferias. Un evento de libros se parece bastante a un recital, en el cual se invita a la gente del círculo social del editor y del autor, el editor pone una mesita con los libros, cae la gente del círculo y se comienza con el boca en boca a hacer conocer al autor.

A nosotros nos pasó algo muy lindo con un libro del sello Catalpa, llamado Ville Evrard, de Mario Klachko; tuvo una muy buena recepción y en poco tiempo llegó a ser tapa del Suplemento de Cultura de Página 12. Eso es muy raro que se de al inicio, con un autor nuevo en una editorial chica. También la radio sigue siendo un medio muy amigo del libro, un gran canal para llegar al lector de más 30 o 40 años.

¿Hay movida cultural en Villa General Mitre?

Hay, muy sostenida por los clubes de barrio, pero intuyo que va a haber mucha más. Hay editoriales como Tinta Limón que tiene su base muy cerca de Villa General Mitre, y forma parte del colectivo de distribución La periférica, junto con Cactus, Milena Caserola y otras.

A la pizzería El Balón (Gaona 3199), que es súper tradicional, se acerca cada vez más gente joven del palo de la literatura. Pero hoy por hoy, más allá de los típicos cafés donde podés encontrar un cantante de tango, capaz de otra camada, no ves muchos espacios donde la gente vaya a escuchar música en vivo o pueda entrar a chusmear en una librería; para eso todavía tenés que ir a Villa del Parque o Devoto.

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¿Cómo ves al barrio hoy?

En estos años duros lo veo mucho mejor que a los barrios vecinos del sur; en Flores es muy fácil que la gente se caiga de ese último peldaño que a veces es vivir en una pensión. La crisis, que hace que muchísima gente quede en la calle, también lleva a muchos a volcarse a la droga y eso en Flores lo ves constantemente. También es más comercial, entonces encontrás muchos negocios cerrados. En cambio en Villa Santa Rita y Villa General Mitre, capaz estás caminando por Juan B. Justo, que parece una autopista del infierno, oscura, de paso, pero caminás dos cuadras para adentro en cualquier dirección y vas a encontrar al vecino o vecina de siempre, el negocio de siempre que trata de campear la mala, en ese sentido son barrios más estables.

 Además de editor sos trompetista, contame sobre tu trabajo de músico.

Ese mi otro oficio, según el día soy más músico o editor. Ahora estoy tocando principalmente en una banda que se llama El Kuelgue, que tuvo un proceso muy lindo de crecimiento. Empezamos tocando en lugares chiquitos y diez años después estamos haciendo conciertos en espacios como el Konex, viajando por el país. De a poco la banda comienza a sonar más en la radio y ya hay bastante gente que la sigue.

También formo parte de Morosos Incobrables, una banda de blues de Flores, y de Los Wiggers; con ellos hacemos música negra de los 60 y los 70, tiene mucho laburo vocal y una propuesta más melódica. Este año probablemente empiece a laburar otros géneros, más cercanos al jazz y a lo experimental. ♦

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