No sabemos con certeza en que momento de aquellos convulsionados días de diciembre de 2001 en adelante nos conocimos. La tragedia y la búsqueda de justicia y de una salida organizada nos mantenían en permanente acción. La Asamblea de Floresta se constituyó en un actor barrial necesario en esa etapa.
Lo cierto es que Enrique no dejó de venir a ninguna de las movidas que organizamos desde entonces. Fue un cronista atento. Su presencia nos acompañó sin más interés que el de registrar la actividad de lxs vecinxs y la historia barrial en construcción.
Su sencillez y su bonhomía se hicieron presentes en el Corralón sin buscar ningún protagonismo, siendo parte de las luchas y los encuentros. Su cálida sonrisa nos acompañó y nos acompañará en nuestra convicción de que un barrio mejor es posible, que los “Vínculos Vecinales” pueden ser vínculos de amor y solidaridad, como él los entendía. ¡Enrique presente ahora y siempre!