Platerillo: escuchando a la niñez

El Instituto Platerillo de Villa del Parque es una escuela pequeña “donde todos nos conocemos mucho”. “La dirección está atenta a cada niño y cada niña, acompañando los proyectos de los grupos. Los docentes no están solos en su tarea, cuentan con asesores de cada área”, así describe Amalia Petroli el funcionamiento de la institución a la que dedica su vida hace más de treinta años.

El Instituto Platerillo de Villa del Parque es una escuela pequeña “donde todos nos conocemos mucho”. “La dirección está atenta a cada niño y cada niña, acompañando los proyectos de los grupos. Los docentes no están solos en su tarea, cuentan con asesores de cada área”, así describe Amalia Petroli el funcionamiento de la institución a la que dedica su vida hace más de treinta años.

Platerillo: escuchando a la niñez

El Instituto Platerillo de Villa del Parque es una escuela pequeña “donde todos nos conocemos mucho”. “La dirección está atenta a cada niño y cada niña, acompañando los proyectos de los grupos. Los docentes no están solos en su tarea, cuentan con asesores de cada área”, así describe Amalia Petroli el funcionamiento de la institución a la que dedica su vida hace más de treinta años.

«Yo empecé la facultad entre las dos dictaduras”, dice Amalia Petroli, la directora del Instituto Platerillo, refiriéndose a la de los años 70 y al “Onganiato”, que en la década anterior había atacado la efervescencia universitaria con su Noche de los Bastones Largos.

En esos años 60 Amalia estudiaba Ciencias de la Educación en la UBA, mientras trabajaba como maestra de primaria. “Ciencias de la Educación era una carrera bastante nueva dentro de la Facultad y yo pude tener muchas compañeras y compañeros muy movilizados por las nuevas perspectivas, que querían cambiar el sistema educativo”.

Fue en ese contexto que Amalia se interesó por el nivel inicial y la posibilidad de pensar a la infancia “de otra manera, en todo el tramo que va desde jardín hasta terminar la primaria”; reconociendo al niño “como interlocutor, con otra escucha, entendiendo sus deseos, sus límites y sus posibilidades”. “Trabajé mucho tiempo en el nivel inicial no solo como maestra, sino también como coordinadora de jardines, como asesora y capacitando a docentes en todo el país”.

Alicia Esparza era una colega y amiga con la que Amalia compartía la misma mirada. Ambas habían comenzado como maestras de grado en primaria y se habían volcado luego al nivel inicial. En Villa Pueyrredón, Alicia había fundado el jardín Platerillo en 1969 y Amalia se sumó al proyecto. “Las familias de los chicos que venían al jardín siempre nos preguntaban cuándo íbamos a abrir la primaria. Y comenzada la década del 90 Alicia me dijo: ¨ ¿no será el momento?¨.”

En esos años de expansión de la educación privada se inauguraron muchas escuelas cuya duración fue efímera, porque a diferencia de Platerillo “eran proyectos meramente comerciales sin un sustento pedagógico atrás”, dice Amalia. “En nuestro caso buscábamos darle continuidad en el nivel primario al enfoque que veníamos trabajando en el jardín”. Este enfoque “tenía un eje fuerte en la psicomotricidad, no a nivel terapéutico sino a nivel pedagógico. Con Alicia Esparza y Myrtha Chokler ya habíamos fundado la Asociación Argentina de Psicomotricidad”, cuenta Amalia y resalta que a su colega Mirta “ahora la nombraron ¨Personalidad destacada en el ámbito de los derechos humanos y la ciencia¨ en la Ciudad de Buenos Aires”.

El arte y la huerta como herramientas formativas

Ya hace 32 años que Amalia y Alicia (ya fallecida) fundaron el Instituto Platerillo de Villa del Parque. Desde el vamos convocaron a especialistas y docentes que tuvieran disposición para “repensar cómo acercar a los chicos a los aprendizajes, dándole importancia tanto a lo académico como a lo expresivo”. Esa es la impronta que tiene esta escuela hasta el día de hoy.

Violeta Matucci, formada en la carrera de Artes Combinadas de la UBA, se dedicó desde muy joven a desarrollar el área expresiva y artística de Platerillo: el teatro, la música, el trabajo sobre el ritmo, la expresión corporal, la expresión plástica. “Yo llevo adelante los talleres expresivos en la escuela hace como veinte años”, dice Violeta y agrega, a modo de ejemplo, para graficar el objetivo que subyace a su trabajo: “en este momento está funcionando arriba un taller de esferodinamia. Es un espacio preparado para sacarnos los zapatos, para pisar bien el piso con los pies, para trabajar el movimiento, la mirada con el otro, la comunicación. Todo ese trabajo expresivo también hace a la formación personal”.

Hundir las manos en la tierra para plantar una semilla también despierta en los chicos y las chicas un mundo de experiencias sensoriales, además de facilitar el conocimiento práctico de contenidos de ciencias naturales y sensibilizarlos con el medio ambiente. Por todo esto Platerillo tiene una porción grande de tierra, frente al edificio donde están las aulas, destinada a una huerta. “Para nosotros es un espacio importante y las familias acompañan un montón”, dice Violeta y cuenta que en la huerta también hacen compost con restos orgánicos que traen de sus casas.

Primer grado: los contenidos curriculares y la construcción de la identidad

El punto de partida para Amalia “es valorizar los conocimientos previos que tienen los chicos al llegar a primer grado y crear un ambiente alfabetizador”. “Hay que conocer mucho el proceso de apropiación de la escritura para entender que a veces escrituras que todavía no son alfabéticas, que son incompletas desde la mirada del alfabético, son construcciones que van a llevar a la completud de lo alfabético”, explica.

En la escuela Platerillo cuidan que ese proceso sea en el marco de un buen vínculo con los docentes, que los chicos “sientan que están en un espacio que los va a respaldar en sus conocimientos, que no va a haber una admonición”.

Y a la par que van incorporando el contenido académico también “se funda un grupo nuevo donde cada uno tiene que tener su lugar, el lugar individual, ¿quién sos? ¿qué te gusta? Ese conocimiento mutuo de cómo es cada uno va permitiendo la identidad grupal. No es un montón de chicos que se juntan en un aula y cerramos la puerta, sino que se trabaja para desarrollar los vínculos para que realmente esto sea un grupo.”

Ciudadanos y ciudadanas

Un alto nivel de inglés y un manejo fluido de las herramientas informáticas también son objetivos de la currícula de la escuela Platerillo, considerados como indispensables para desenvolverse en el mundo actual. Los chicos en sexto grado están en condiciones de aprobar el examen internacional de inglés KET. Y en séptimo, muchos de sus  estudiantes se preparan para rendir el ingreso a los colegios preuniversitarios de la UBA.

Por otro lado, subrayan la importancia de la formación ciudadana. “Esa formación es la de un ciudadano colaborativo, involucrado, responsable de la sociedad en la que vive”, destaca Amalia.

“Los pibes y pibas que egresan de acá son personas que van a saber posicionarse, van a valorar el estudio y van a valorar también los ámbitos comunitarios, yo le apuesto a eso”, dice Violeta y concluye: “eso es lo que hace que cada día venga con toda mi energía a dar clases”. ♦

(*) Foto de portada: Violeta Matucci, coordinadora de los talleres expresivos, y Amalia Petroli, fundadora y directora general del Instituto Platerillo.


Instituto Platerillo
Dirección: Terrada 3082
Tel: 11 6013-7492
Ig: @instituto.platerillo

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