Clubes en la cuarentena

Ciencia y Labor e Imperio Juniors: dirigentes de ambos clubes describen una realidad que oscila entre la solidaridad y las cuentas a pagar.

Ciencia y Labor e Imperio Juniors: dirigentes de ambas instituciones describen una realidad que oscila entre la solidaridad y las cuentas a pagar.

Ciencia y Labor cerró sus puertas el primer día del aislamiento obligatorio. En la cancha de atrás, en el buffet, en la biblioteca, en la oficina y en la luminosa sala de adelante reinaba el silencio. Hasta que un día Pablo Salcito, el vicepresidente del club, recibió un mensaje de la directora del Cesac 34 pidiéndole las instalaciones: necesitaban mudar la posta de vacunación que el ministerio de Salud había dispuesto en el Centro Cultural Resurgimiento, ya que éste comparte edificio con el Cesac, y se terminaba juntando en el hall la gente que iba a atenderse al Cesac (tal vez contagiada de Covid) y los mayores de 65 que iban a vacunarse. “Con Claudia Ferme, la directora del Centro de Salud, nos conocemos de la Red de la Comuna 11, las dos instituciones participamos de ese espacio. Entonces el llamado fue directo y rápidamente nos pusimos a disposición”, cuenta Salcito.

Campaña de vacunación a adultos mayores en el club Ciencia y Labor

Se sabe que la solidaridad es parte de la razón de ser de los clubes de barrio, por eso en medio de la pandemia poder ofrecer su espacio para cualquier cosa que sea útil a la sociedad, los llena de alegría. Ese sentimiento se trasluce en los ojos de Pablo, la única parte visible de su cara cubierta con barbijo. 4500 adultos mayores se habían vacunado en Ciencia y Labor hasta el miércoles 7 de mayo, día en que Vínculos Vecinales estuvo allí. “Arrancamos recibiendo a 300 por día, llegaban las dos de la tarde y nos quedábamos sin dosis de vacunas, ahora están viniendo unos 100 por día y a partir de mañana pueden venir las personas más jóvenes que pertenezcan a grupos de riesgo trayendo certificado médico”, puntualiza. En la comuna 11 hay siete postas de vacunación y entre éstas, la de Ciencia y Labor es la única en Villa General Mitre.

Solidaridad y economía real

“No se puede vivir del amor” canta Andrés Calamaro y a la hora de tener que pagar las cuentas los clubes podrían entonar esa canción a coro. Tironeados entre su pulsión de dar y la necesidad de recibir, todos los clubes salieron a hacer campaña vía redes sociales y mensajes directos a cada socio para explicarles la necesidad de que paguen la cuota, aunque no estén asistiendo. “Los socios estaban acostumbrados a abonar en efectivo o con débito cuando venían a hacer una actividad, nadie te hacía una transferencia bancaria”, dice Pablo y agradece que, en el caso de Ciencia y Labor, la respuesta fue buena: “recaudamos más de lo que esperábamos”, afirma. Con ese dinero más el subsidio de 60.000 pesos que les entregó Ciudad pudieron pagar el sueldo de sus dos empleadas administrativas. Los profesores, que tienen un convenio en el que cobran por clase y cantidad de alumnos, en este contexto se ven sin ingresos. Gracias a lo recaudado el club pudo pagarles el 50 % de lo que cobraban en tiempos normales. Ahora, están a la espera de otro subsidio que entregará Nación, por la misma cifra de 60.000 pesos. “La realidad es que no estamos al día, debemos aguinaldos y las cargas sociales hace rato que no las estamos pagando. Sobrevivimos, pero no tenemos los números en orden. Lo que pasa es que en este momento nadie está exigiendo pagos, por eso se puede decir que estamos bien, pero no”, se sincera.

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A cinco cuadras del Ciencia, Imperio Juniors

También sobre César Díaz, pero cruzando Nazca, está el club Imperio Juniors. La pileta de natación estaba lista para inaugurar la temporada de invierno cuando se anunció la cuarentena. El agua tibia se fue enfriando, el entusiasmo se fue apagando y un día quedó claro que no habría temporada; tocaba vaciarla.

“Es un golpe económico muy duro que nos llega cuando empezábamos a recuperarnos de los tarifazos y la recesión de los últimos años”, describe Manuel Tascón, el Secretario General de Imperio, y aporta una mirada jurídica sobre la situación de estas instituciones sociales: “Estamos en un limbo legal porque la Ley de Clubes de Barrio nunca fue reglamentada. Entonces tributamos de la misma forma que lo hace una gran empresa. No existe una distinción que reconozca nuestra función social y nos ampare. Esto nos hace aún más vulnerables en las crisis.”

El costo de mantenimiento de la estructura de Imperio supone unos valores que hacen insuficiente la suma de 60.000 ofrecida por el GCBA, ya que solo de gas les llegó una factura de 86.000 pesos. Pero también porque Ciudad le debe al club, hace ya mucho tiempo, más de 300.000 pesos por el uso de la pileta (en el marco del plan de natación de las escuelas primarias públicas). “La burocracia hace imposible cobrarlo, es el cuento de la buena pipa”, afirma Manuel.

Así y todo, cuando semanas atrás desde el Ministerio de Salud de la Ciudad se contactaron con Imperio para preguntar por la disponibilidad de las instalaciones en caso que hubiera que armar un hospital de campaña, la comisión directiva les contestó que sí, por supuesto.

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Ahora están expectantes de la ayuda que próximamente les otorgará el gobierno nacional, anunciada por el Ministerio de Turismo y Deportes.

Imperio Juniors está pagando de a poco los sueldos de su personal, que entre empleados y colaboradores superan las treinta personas. “Agradecemos de corazón a los socios y socias que están respondiendo al pedido de abonar las cuotas con transferencia bancaria, pero el club necesita que sean más los que, en la medida de sus posibilidades, colaboren”. Frente a un futuro totalmente incierto, Manuel llama a la reflexión a las familias que tal vez ven al club con los mismos ojos con los que mirarían a una cadena de gimnasios, sin comprender la diferencia entre una institución en la que todos los asociados son un poquito dueños, y un emprendimiento privado. «Es importante lograr que cada uno de los que son parte del club, sientan empatía con la delicada situación que atraviesa”, culmina el secretario general. ♦

Foto de portada: Manuel Tascón, secretario general de Imperio Juniors (izq) y Pablo Salcito, vicepresidente de Ciencia y Labor (der).

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