“Siempre dije que la palabra gracias en Floresta queda corta”, decía Elvira Torres, la mamá de Cristian, el 29 de diciembre en la Plaza del Corralón. Se lo decía “a los vecinos, a la Asamblea de Floresta, al querido All Boys, a su hinchada y a los demás colectivos que siempre estuvieron presentes en nuestras marchas.” Hablaba parada, micrófono en mano. Cerca suyo estaba Silvia Irigaray, la mamá de Maxi. La tía de Adrián las acompañaba y frente a ellas un centenar de vecinos.
El acto homenaje había comenzado horas antes en Bahía Blanca y Gaona (la esquina trágica) con la inauguración de un monolito que recordará por siempre a los tres chicos. Había continuado, como todos los 29 de diciembre, con una misa en la iglesia La Candelaria. Luego habían marchado con velas encendidas hasta la plaza, y en la inauguración del mural, las madres hablaron.
“Primer aplauso de la noche: Fileteadores del Conurbano y la pinturería, porque esta hermosa pared colorida que ahora vamos a disfrutar, fue posible gracias a su generosidad”, destacaba Silvia Irigaray.
Al igual que Elvira, Silvia reconocía la importancia que tuvo el acompañamiento del barrio: “Nosotras estuvimos paradas frente a un precipicio, donde las opciones eran: un paso para adelante y nos morimos de tristeza con nuestros hijos o un paso hacia el costado y decidimos vivir. Y ahí entraron ustedes, que nos dijeron ¨vamos que pueden¨, ¨vamos madres¨.”
“No sé si hay otra Comuna como ésta”, decía Silvia, y exponía fuertes motivos para su apreciación: “Me ha tocado ir a Tierra del Fuego luego de la desaparición de una niña y la gente no quería salir. ¨No, hace frío¨, decían. ¨No, bueno, por algo esa nena habrá desaparecido¨. Si acá hubieran hecho lo mismo y hubieran dicho ¨¡Ahhh, eran tres cacos!¨, como quiso hacer creer Belastiqui –el policía asesino-, nosotras solas sabríamos que no teníamos hijos delincuentes. Los fusiló, los masacró por la espalda, y ustedes nos ayudaron a levantar su imagen.”
En el 2004 Elvira y Silvia fundaron la Asociación Civil Madres del Dolor para acompañar a familias que atraviesan la pérdida de un hijo. “Cuando en este tiempo nos enteramos que mataron a otro pibe y a los pocos días a otro, se sufre porque desde los primeros años tratamos de seguir la huella que nos dejaron los chicos por la no violencia”, las palabras de Silvia y Elvira llenaban la noche cálida en la Plaza del Corralón. “Y hoy vemos que todavía falta mucho por hacer”, decían a unos vecinos que en este aniversario les regalaban, se regalaban, un mural que además de recordar a los tres amigos pretende generar conciencia para que el “basta”, el “nunca más” finalmente sea verdadero.♦