“Somos la escuela técnica de Villa del Parque”

La Técnica 24 cumple 75 años con mil alumnos cursando en sus dos orientaciones.

Hubo una tarde de agosto que fue un regalo para Vínculos Vecinales: nos abrieron las puertas de la Técnica 24 y pudimos sentir su pulso cotidiano.

“Si vas a recorrer las aulas en este momento, vas a cruzarte con 800 alumnos, no vas a encontrar solo a los de la tarde, porque muchos de la mañana están en clases de taller, que son a contraturno”, describe Diego Bibian, rector del establecimiento desde el 2017.

La Escuela Técnica 24, llamada Defensa de Buenos Aires, tiene dos especialidades: Administración de Empresas, cuyo nombre oficial es Gestión y Administración de las Organizaciones, y Técnico en Computación. Por estos días está cumpliendo 75 años, lo que nos dio la excusa perfecta para una visita.

“La matrícula está aumentando, pasamos de tener 600 alumnos en 2018 a 1000 ahora. Eso es bueno pero tiene una complicación: que el edificio no crece”, señala Bibian, y da cuenta de las reiteradas solicitudes elevadas al Ministerio de Educación, demandando la construcción de más aulas y gabinetes.

La mayoría de los chicos y chicas que estudian en la 24 viven por la zona: Villa del Parque, Villa Pueyrredón, Santa Rita, Monte Castro, Devoto. Algunos vienen desde Caseros o San Martín, aprovechando la cercanía del tren.

Seguramente la difícil situación económica de las familias sea un factor que influya en el incremento del alumnado de este colegio público, con especialidades, además, que son requeridas en el mercado laboral. Pero no son esos los principales motivos, según la visión del rector: “Hay profesores con gran dedicación y profesionalismo, esa es la explicación del aumento de la matrícula”.

Diego Bibian es psicólogo y fue profesor de psicología, previo a tomar el cargo directivo. Su relación con esta institución, sin embargo, tiene mucha más historia: ingresó como preceptor a los 19 años.

Vínculos Vecinales compartió una charla con el rector Diego Bibian, las docentes Carina Sinisi, Claudia Kamin y estudiantes de 5to y 6to año.

Profesionalismo y precarización

Cuatrocientos docentes dan clase entre los tres turnos de la 24. Seis de ellos ofician, además, de coordinadores de área, con seis horas semanales pagas para tal trabajo. “Imaginate el Coordinador de Sociales: cerca de ochenta docentes son de su área, tenés que coordinarlos vos solito con seis horas semanales”, pinta el difícil panorama el rector. “La de Exactas y Naturales, que coordina a los profesores de Matemática, Física, Biología y Química, va a tener a más de ochenta, también con seis horas”.

Diego Bibian habla frente a la docente en cuestión, Carina Sinisi, quien a pesar de remar con las dificultades que el rector menciona, pone el foco en lo estimulante de su trabajo: “Apuntamos a que los chicos y chicas puedan salir al barrio, a su entorno, con todas las herramientas que necesitan. En ese marco buscamos crear propuestas que trasciendan lo específico de las asignaturas.”

“Tenemos una radio, hemos participado de Clubes TED, hubo taller de teatro, hemos hecho encuentros de hackathon (que supone trabajar en equipo para desarrollar nuevos softwares), hay grupos que participaron del Modelo ONU, es decir, estamos siempre buscando cómo motivarlos”, agrega Claudia Kamin, profesora de Tecnología de la Representación y referente de los proyectos socio-comunitarios.

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“Para que esto suceda está claro que hay que jerarquizar la docencia, que los profes puedan dedicar más horas a pensar en estas cosas”, vuelve el directivo sobre su preocupación y resalta que todo este trabajo las y los docentes lo realizan ad honorem.

“Hay profesores con gran dedicación y profesionalismo, esa es la explicación del aumento de la matrícula”, afirma Diego Bibian, rector de la Escuela Técnica 24.

Del lado de las y los estudiantes, ¿cómo reciben ese empuje que el colegio intenta darles? “Estar las veinticuatro horas en tu casa es un embole”, afirma Magalí, alumna de quinto. “La escuela termina siendo como un escape porque nosotros pasamos gran parte de nuestro día acá adentro. Acá están todos tus amigos y los profesores si tenés un problema te dicen ¨bueno, vení, háblalo¨, te hacen sentir cómoda”.

“Mi primer año fue bastante conflictivo, me iba muy bien en las materias pero no me llevaba con mis compañeros, no me interesaba hablar”, confiesa Alejo, alumno de sexto. “Después empecé a formar más vínculo con los chicos y con los profesores y en la pandemia sentí la ausencia de compañeros, quería socializar. Desde que volvimos me sumo a todos los proyectos, estoy con todas las pilas”. Hoy Alejo es el presidente del Centro de Estudiantes.

Resolviendo conflictos

“La escuela es una caja de resonancia social: con mil alumnos y más de cuatrocientas personas trabajando, acá se ve de todo”, asevera el rector. Resolver situaciones sociales demanda la mayor parte de su tiempo. En ese marco, el centro de estudiantes es para él un aliado fundamental. “Cuando hay algo que modificar de la cultura institucional recurro primero a ellos”, afirma.

Cuenta Alejo, el presidente del Centro, que hace unos meses “había un gracioso que pintaba graffities en los baños, con una lata de aerosol dibujaba todo”. Agrega el rector: “Esto que él trae como una anécdota no fue ninguna pavada, no sabés el trabajo que nos llevó. Y fueron ellos quienes lograron pararlo, pasando por los cursos, hablando con todas las divisiones”.

En las reuniones del Centro se juntan los delegados de todos los cursos que representan a sus compañeros, para tratar temas del colegio. “Puede ser que se hable de conflictos con algunos profesores, de la higiene, o si alguien quiere organizar un torneo de fútbol u otra cosa”, describe el presidente.

“El año pasado me entregaron como cuatrocientas notas pidiendo que cambie el código de vestimenta”, le recuerda el rector. “Es que hacía calor”, contesta el estudiante, justificando el pedido de asistir al colegio en pantalón corto y remera sin mangas.

Sobre esa demanda concreta, dice Bibian: “Nadie va a venir vestido adecuadamente con cuarenta grados y dos ventiladores en el aula. No ajustar las normas institucionales a la realidad, lo único que hace es fomentar la trasgresión.” Sin embargo, el reclamo por la ropa tenía su contracara: “Las mujeres suelen transpirar menos que los varones, pero si en una división de treinta, veinte son varones, y están con musculosa tipo básquet, el docente tiene que fumarse el olor y no va a ser igual dar clases. Es difícil balancear, y ahí interviene el Centro de Estudiantes”.

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Estudiar en una Técnica

¿Qué huella deja en las y los jóvenes el paso por un colegio técnico? Reunidos en la sala de rectoría, el grupito de estudiantes, las docentes y el rector, desgranan el tema. La gran carga horaria no es un dato menor, según la profesora Sinisi, en el perfil de egresado que resulta de estas escuelas. “La exigencia del estar en situación de aprendizaje muchas horas al día, con el foco puesto en el saber hacer, en la manipulación de herramientas, el fabricar objetos, hace que luego cuentes con habilidades para aprender lo que quieras”, asegura.

“En mi casa soy la ¨Many a la Obra¨, bromea Micaela, alumna de quinto, recordando al personaje del dibujo animado. “Che… vos que estudiás en una técnica…”, trae Alejo una frase frecuente que les dirigen en sus familias cuando hay que arreglar algo. “Son como especialistas en detectar variables”, ironiza el rector. “¿A ver, qué interviene en esto? ¿Por qué se trabó?”

“Con la profesora de psicología nos pasa que por ahí nos propone algo muy social, ella quiere que pensemos en abstracto y nosotros somos más de contabilidad, llevamos todo para un lado estructurado”, apunta Micaela. “Es que somos Excels andantes”, se ríe Magalí.

“Estamos siempre buscando cómo motivarlos”, dicen las docentes Carina Sinisi y Claudia Kamin, quienes junto a otrxs docentes del colegio, acercan al alumnado variedad de propuestas extracurriculares.

Los talleres, esa modalidad de cursada propia de las técnicas, se centran en el caso de las especializadas en Gestión y Administración de las Organizaciones, en conocer todas las áreas que hacen al funcionamiento de una empresa.

En primer y segundo año los talleres son los mismos para las dos orientaciones de la 24: “los chicos trabajan en proyectos de producción abordándolos desde la administración, la contabilidad, la comercialización y vinculándolos siempre con algo tecnológico”, explica la profesora Sinisi.

Desde tercero comienzan los específicos de cada especialidad. En la de Gestión, los talleres se abocan a la parte contable en tercero, en cuarto a impuestos, en quinto a costos, siempre refiriéndose a una empresa simulada. Y en sexto articulan integralmente lo visto en los años anteriores, en el marco de la materia Prácticas Profesionalizantes.

En el caso de la orientación de Técnico en Computación, desde tercer año trabajan en programación, creación de software, hardware, reparación de computadoras, y también concluyen sexto con un proyecto que integra lo visto desde tercero. ♦


Escuela Técnica 24
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