En el Hogar DINNA viven chicos y chicas que tienen entre dos y diecisiete años. “Mientras a unos les estamos enseñando a dejar los pañales, otros están aprendiendo a viajar en colectivo”, dice Noelia Atamián, la directora, para ejemplificar la diversidad de situaciones con las que conviven.
El hogar, que abrió hace poco más de un año, pertenece a la Asociación Civil DINNA (Derechos e Inclusión de Niños, Niñas y Adolescentes). Están en una casa antigua, alquilada y arreglada con mucho esfuerzo, cerca de la plaza Vélez Sarsfield.
“Mientras a unos les estamos enseñando a dejar los pañales, otros están aprendiendo a viajar en colectivo”
Algunas historias: “En el grupo hay tres hermanas de 2, 7 y 14 años cuya mamá, que es muy amorosa con ellas y viene a visitarlas, “no está en capacidad de cuidarlas primero porque no tiene una vivienda estable, vive un poco en un parador y un poco en la calle, y segundo porque está tratando de superar una situación de consumo problemático de alcohol”, explica Noelia.
“Tenemos otros hermanitos que estuvieron vinculando con los papás hasta hace unos meses, que están en situación de calle y con consumo problemático de sustancias. No hubo forma de que se rehabiliten y ahora los chicos, que tienen 4, 6 y 10 años, entraron en situación de adoptabilidad. Con ellos estamos transitando los duelos, que son difíciles”.
“Otro caso es el caso de un nene que la familia tiene prohibición de acercamiento porque ejercían violencia sobre el niño. Él no vincula con nadie por fuera del hogar y la escuela, el resto de los chicos tiene algún familiar o referente afectivo, este nene no tiene a nadie”.
Noelia relata las historias de las niñas y niños que tienen a cargo y en su decir se nota el profesionalismo de la trabajadora social combinado con su calidez humana.
Vida cotidiana
El Hogar funciona en convenio con el Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes del Gobierno de CABA y bajo su supervisión. Aloja a trece menores y la dinámica en la casa, dice Noelia, “es ajetreada todo el tiempo, con conflictos, como cualquier casa con mucha gente”.
Durante el día acompañan a los chicos y las chicas “operadores convivenciales”, que están tanto en las rutinas puertas adentro (desde servir la comida o ayudar a lavarse los dientes hasta jugar con ellos o intervenir en los conflictos) como puertas afuera: son quienes los llevan a la escuela, al médico, a gimansia. Además, un equipo técnico conformado por psicólogos, psiquiatra, trabajadora social, referente escolar y de salud acompaña a los operadores para mejorar las intervenciones con cada chico, contemplando las particularidades de cada uno.
Pedido a la comunidad
Existe un programa llamado “Abrazar” destinado a personas que quieran ser referentes afectivos de chicos y chicas que viven en hogares. Si bien la burocracia puede dificultar el proceso, hay mecanismos para facilitar estos acercamientos.
Noelia cuenta un caso: “hay un matrimonio que está viniendo a merendar con los chicos una vez por semana con el objetivo de ver si algún perfil de niño va para que ellos sean referentes afectivos y plantearlo a la Defensoría”. Y otro: “La ex maestra de uno de los nenes quería ser su referente afectivo, entonces lo que hizo la Defensoría fue entrevistarla y autorizar el vínculo mientras avanza la inscripción en el programa.
El Hogar DINNA invita a acercarse y conversar a quienes quieran asumir el rol de referente afectivo, que implica, por ejemplo, salir a pasear con el niño o la niña, ir a un acto escolar, acompañarlo en situaciones específicas.
Desde ya, el Hogar DINNA invita a acercarse y conversar a quienes quieran asumir este rol, que implica, por ejemplo, salir a pasear con el niño o la niña, ir a un acto escolar, acompañarlo en situaciones específicas. «Tenemos un nene, por ejemplo, que va a pasar la Navidad en lo de su referente afectivo y vuelve dos días después», cuenta Noelia.
El financiamiento del Hogar proviene de fondos gestionados por la asociación civil, pero suele ocurrir que «a fin de mes los recursos disponibles se vean limitados, lo que obliga a priorizar gastos». Noelia da un ejemplo cotidiano: «A veces el servicio de transporte programado no puede cumplir con un viaje y al tener que llevar a los chicos a distintas actividades los horarios apremian. Entonces optamos por un servicio privado, eso implica un gasto adicional imprevisto». «En cuanto a los alimentos, el proveedor no siempre cubre todas las necesidades, esto nos lleva a tener que comprar productos adicionales como queso, huevo, leche, azúcar o aceite para completar lo que falta».
En este contexto, las donaciones que la comunidad pueda hacer son bienvenidas. Si se trata de ropa, ahora necesitan, sobre todo, la indumentaria para ir a la colonia: mallas, toallones, ojotas, antiparras, mochilas. Y en marzo será el momento de los útiles escolares y ropa en general.
Noelia hace un pedido particular: “Nos cuesta muchísimo encontrar donaciones de ropa y calzado para los varones más grandes, entre 12 y 17 años”. En cuanto al mobiliario, hay sillas y sillones que con el uso se detrioran y siempre es necesario reponer. Y todo mueble, estantería o incluso madera suelta que puedan donarles será de utilidad.
Por último, un pedido de otro orden para el año próximo: “Queremos que todos los chicos y las chicas vayan a una actividad extracurricular. Sea artística, deportiva, de todas las aristas. Tenemos un nene que es recontra tecnológico y estamos buscando para él un curso o taller vinculado con la tecnología. Para nosotros siempre es necesario saber con qué espacios cuenta el barrio.”
Hogar DINNA
Contacto: 11 3803-0094
Instagram: @asocivil.dinna
