Antes, cuando la legislación de la ciudad de Buenos Aires hablaba de cuidar el ambiente, “lo hacía pensando en lo arquitectónico y en la maqueta de la ciudad, esa era la mirada que había en los años 80 y 90 sobre estos temas”, dice la Licenciada en Geografía Paloma Garay Santaló. Ella es una de las redactoras del proyecto de ley que propone la creación de Áreas de Protección Ambiental (APA), presentado por la legisladora Delfina Velázquez (UxP) en el marco del debate por el Código Urbanístico, a fines del 2024.
Dice el texto del proyecto que las APA implican “el resguardo de circuitos y corredores inmersos en el tejido urbano que cumplen funciones físico-biológicas”, que busca “la prevención de la isla de calor, la prevención del riesgo hídrico, la restauración de la biodiversidad, mejoras en la calidad ambiental del hábitat construido y la eficiencia energética”. Y define a las APA como territorios que contienen “espacios construidos, espacios verdes, espacios azules y espacios de movilidad”.

Para qué crear APA: el ejemplo de la comuna 15
La diputada -y vecina de la comuna 11- Delfina Velázquez cuenta que este proyecto nació de experiencias concretas. Sobre todo, destaca la de la comuna 15 donde hay un corredor biológico que va desde el Cementerio de Chacarita hasta la Facultad de Agronomía. “Hoy no hay una planificación de conexión de los distintos espacios verdes que conforman ese corredor que es muy valioso tanto para la biodiversidad como para el uso de ese espacio por parte de los vecinos, además de ser un pulmón de la ciudad”, dice Delfina.
“La Asociación Aves Argentinas nos contaba que entre la Agronomía y el cementerio hay una variedad de aves única en Buenos Aires. Ahí se encuentra un tejido construido que favorece esta biodiversidad: los ejes ferroviarios, el parque del hospital Tornú, el parque del hogar San Martín, los jardines y las terrazas de las casas”, dice Paloma.
Si esa zona hubiera sido definida como APA allí no se habrían podido construir edificios altos. Hace unos años, los vecinos del parque La Isla se organizaron con la consigna “no a las torres” pero esa lucha no lograron ganarla, el gobierno habilitó la construcción de once torres. “Entonces se trata de delimitar un área donde toda esta conciencia se haga realidad efectiva -dice Paloma- y que no se pueda, por ejemplo, construir edificios con una altura que interrumpa un corredor biológico que sabemos que existe.”

Las APA y el Código Urbanístico
Cuando la Legislatura porteña dispuso el año pasado la modificación al Código Urbanístico (CUr), Delfina Velázquez y su equipo decidieron “aprovechar la oportunidad para tratar de introducir algo de su proyecto de APA adentro del CUr”. Lo que lograron fue que se incorporaran “algunas palabritas” dentro del TÍTULO 9, que es donde figuran los “criterios de protección” que se aplican a las APH (Áreas de Protección Histórica). Ahora, estas áreas también contemplan criterios ambientales que servirían para definir Áreas de Protección Ambiental.
Son cambios que parecen menores pero, dice Paloma, “muy claves para abrir el debate sobre lo que se pretende dentro del tejido urbano”. Un ejemplo de los cambios que hubo en la redacción: donde el texto decía que una APH se define por “la presencia en cantidad y calidad de edificios de valor histórico”, ahora le agregaron que también la definen “elementos físico-naturales que favorecen la protección y la restauración de la biodiversidad y la calidad ambiental del hábitat urbano construido”.
Luego de este avance, “el próximo paso es presentar algunos proyectos de APA amparados dentro de esta incorporación en el CUr -dice Delfina-. Por eso nosotros este artículo en particular lo votamos a favor si bien otros los votamos en contra”.
Mesas de Trabajo y Consenso: la experiencia de Parque Avellaneda
Un elemento muy importante del proyecto de ley de APA es el lugar que le dan a la participación ciudadana. Esto no fue incorporado en el Código Urbanístico y es un pendiente, dicen, en el que seguirán insistiendo. La participación la plantean bajo la modalidad de “Mesas de Trabajo y Consenso” (MTC). Se trata de “instancias de participación abierta y pública ad honorem para el diseño y la gestión del Plan de Manejo de cada área protegida”, dice el proyecto de ley.
Varias experiencias exitosas sirvieron de inspiración para pensar este modo de participación. Entre ellas, la del Parque de la Estación (en Once) y la de Parque Avellaneda.

“Esa experiencia es una de las que muestra que no es una utopía la participación”, dice Paloma, y cuenta cómo fue el proceso que empezó en los 80, con el inicio de la democracia: “Los vecinos de Parque Avellaneda se encontraron frente a un problema: había un espacio verde que se usaba como depósito, que lo atravesaba una autopista hecha por la dictadura que cortaba ese pulmón en dos. Había un patrimonio arquitectónico muy valioso donde se guardaban semáforos. Ese primer foco los convoca y a partir de ahí fueron paso a paso construyendo objetivos, métodos de trabajo, métodos de acuerdo y de resolver los conflictos. Y fueron logrando los apoyos necesarios para recuperar el parque como parque, recuperar la casona central como sede de reunión y espacio cultural, otro edificio que hoy es una escuela”.
La participación vecinal a lo largo de los años en Parque Avellaneda creó un complejo cultural, aulas a cielo abierto, una huerta, un lugar de encuentro de pueblos originarios, un grupo de teatro, otro de arbolado, una biblioteca, un biocorredor, una Mesa de Salud Ambiente y Educación. “Es decir, cuando se logran constituir ámbitos institucionalizados con una metodología de trabajo, con una gimnasia de aprender a escuchar y a construir colectivamente, los resultados son espectaculares y se mantienen en el tiempo”, dice Paloma.
Estos vecinos de Parque Avellaneda (junto a los de otros barrios) quieren recomponer la cuenca del arroyo Cildáñez, hoy entubado, que atraviesa las comunas 7, 8 9 y 10 y que desemboca en el Riachuelo. Sobre su traza se encuentran numerosos espacios verdes. Es un biocorredor natural que sueñan con recuperar. La posibilidad de presentar un proyecto de APA puede ser un camino para lograrlo.
¿Qué hacer dónde no hay espacios verdes?
La ley distingue tres tipos de áreas a proteger: consolidadas, pre consolidadas y no consolidadas. Surge la inquietud: ¿de qué manera esta herramienta legislativa podría favoreces a zonas que hoy no tienen espacios verdes, como Villa Santa Rita?
“No podemos pretender que el Código Urbanístico te genere proyectos ambientales, pero sí que donde existan esos proyectos haya un motivo para que el CUr proteja”, dice Delfina, y para Santa Rita imagina que un camino posible es que desde las instituciones abiertas a la comunidad que hay en el barrio (la iglesia Santa Rita, el club Imperio, las escuelas, la biblioteca) surjan proyectos que favorezcan la creación de un circuito ambiental que después se consolide. “Si en las instituciones de Santa Rita construís huertas participativas con los vecinos, después quizás es un motivo para decir ¨che, esto tiene esta característica que habilita que tenga que tener alguna protección¨”, dice como ejemplo.
¿Tener la denominación de APA podría servir para impulsar la compra por parte del Estado de los lotes baldíos que desde el colectivo @unaplazaparavillasantarita reclaman? (Lotes que si no son plaza seguramente sean edificios.) “Si la zona es un área de protección ambiental seguramente va a promover otro tipo de proyectos diferentes a las torres, mejores para el barrio y para el ambiente urbano”, responde Delfina.

Lo que falta: un nuevo Código Ambiental
Queda flotando una pregunta: ¿Cómo se protege el ambiente en los lugares donde no hay vecinos activos interviniendo sobre un verde consolidado o por consolidar? ¿Cómo se cuida y mejora la vegetación de las calles cuando hay una ley de arbolado que no se cumple?
La respuesta recuerda otra reglamentación que aún falta revisar: el Código Ambiental. “Como instrumento a las APA no le podemos pedir todo. Van a regular lo que el Código Urbanístico regula, que son básicamente alturas y usos”, dice Paloma, y agrega: “Además necesitamos el código ambiental. Pero te digo: no todo es una ley. Necesitamos control, necesitamos compromiso, necesitamos una mirada, eso es lo que hay que construir. Desde el Código Urbanístico las APA son una herramienta muy potente. Ahora, lo que de verdad necesitamos es el Código Ambiental”.
Es posible que el 2025 sea el año en que el Código Ambiental se trate. Cuenta Delfina que a fin del 2024 desde el Ejecutivo convocaron a una reunión en la que participaron los legisladores que integran la comisión de ambiente con el compromiso de este año trabajar el código ambiental de manera participativa. “Nos pidieron una propuesta de temas con la idea de que cada uno de esos temas tenga reuniones participativas. También hicimos un listado de grupos académicos, de instituciones vecinales, de comunas, de consejos consultivos y demás que deberían participar”, dice la diputada.
“Más allá de cuándo el Ejecutivo abra ese espacio me parece que hay que ir juntándose, armando redes, pensando, para llegar con ideas concretas, con acuerdos establecidos para cuando se trate. Es un trabajo más de calle, pero me parece que está bueno incentivar el compromiso de todos los actores que estén interesados en el futuro ambiental”, concluye Paloma.
Link al proyecto de ley:
«Áreas de Protección Ambiental como unidades de gestión urbana»
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