¿Conocés La Casita de la Selva?

Los talleres gratuitos del Programa Cultural en Barrios tienen su sede de Vélez Sarsfield en La Casita de la Selva. Se trata de un espacio cultural que fue pionero en el teatro callejero y lleva más de treinta años construyendo comunidad a través del arte.

Llegó el mes en el que pensás “¿qué actividad voy a hacer este año?, “¿en qué lo puedo anotar a mi hijo, a mi hija?”, por eso te acercamos la propuesta de La Casita de la Selva, un centro cultural que forma parte del Programa Cultural en Barrios (PCB) con una oferta de talleres gratuitos y otros arancelados.

A diferencia de la mayoría de los centros culturales públicos que funcionan en edificios de escuelas, la Casita tiene su sede en una antigua casa chorizo transformada en espacio cultural. Debe su nombre a su ubicación en el Pasaje La Selva, en el barrio de Vélez Sarsfiend, a pasos del vecino Parque Avellaneda.

La Casita del pasaje La Selva, en el barrio Vélez Sarsfield.

Los talleres y la cartelera

La propuesta de La Casita está orientada hacia lo teatral (el espacio cuenta con una sala de teatro) y a las infancias.

Los talleres gratuitos para chicos y chicas son: Plástica, Iniciación a la danza, Circo y clown, Construcción de historias, Magia y Títeres. Para adultos hay Artesanía y reciclaje, Teatro de títeres y objetos, Teatro inicial y Teatro avanzado, Canto inicial y Canto avanzado, Clown inicial, Taller literario y Narración oral. También ofrecen talleres arancelados por fuera de la oferta del PCB (con valores accesibles como para que nadie que quiera hacerlos se quede afuera). Para las infancias hay dos talleres de teatro y para adultos hay uno de teatro y otro de canto comunitario.

Además de los talleres, en abril la sala de La Casita vuelve a abrir el telón con sus “domingos de les chiques”: cada domingo a las cuatro de la tarde hay una función de teatro o de títeres para niños y niñas, con entrada a la gorra. En cuanto a la programación de teatro para adultos por ahora no está definida (atenti los elencos que la sala está abierta a recibir propuestas).

De la selva al parque

Este centro cultural hoy arraigado en la comunidad tiene una historia que importa conocer, sobre todo aquellos que gustan de las gestas vecinales.

Una pareja de actores, Gabriela Alonso y Héctor Alvarellos, compraron la casa del pasaje La Selva a principios de los 90. Ellos habían fundado el grupo de teatro callejero “La Runfla” que hacía sus funciones en Parque Rivadavia porque vivían ahí, en Caballito. Fue buscando un barrio de casas bajas y calles tranquilas que se mudaron al pasaje. La casa antigua que encontraron era ideal porque servía de vivienda y sala teatral. Pero fue cuando pusieron un pie en Parque Avellaneda que dijeron “´¡esto es el paraíso!”. ”El lugar estaba abandonado, la gente no avanzaba más allá de la zona de la calesita. La casona [que ahora es un Centro de Arte Contemporáneo] era un páramo, le decían «la casa de las brujas» —cuenta Gabriela, y explica por qué en un páramo ellos vieron un paraíso—. Nosotros siempre decimos que cuando el teatro callejero llega a un lugar y realiza una función también embellece el entorno, lo transforma en la mirada del espectador. Después se va pero queda en el espectador ese mirar”.

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A poco de mudarse Héctor y Gabriela conocieron a los vecinos que participaban del Centro de Estudios Sociales y Actividades Vecinales de Parque Avellaneda (el CESAV) que querían impulsar la recuperación del parque. Las ganas de unos y otros se encontraron. “Con La Runfla empezamos nuestras funciones. Hacíamos una versión de Fuente Ovejuna que arrancaba en la zona de la calesita y llevábamos a la gente hasta la casona… la casona hecha pelota, pero bueno, hacíamos la función ahí”, dice Gabriela.

Gabriela Alonso y Héctor Alvarellos en la caravana rumbo a la fogata «Luz de fuego», de Parque Avellaneda.

Mientras tanto, La Casita de la Selva se iba poblando de talleres y vecinos. Uno que estallaba de gente lo daba una profesora de macramé que vivía a un par de cuadras, que cuando se enteró de la existencia del centro cultural fue a ofrecer lo suyo. “Era un infierno de mujeres que venían a hacer macramé en el salón —dice Gabriela— yo entre ellas”.

Para “activar el parque” la pareja de actores puso en marcha una movida cultural cada fin de semana: “Cargábamos en el auto unos tablones y en el único lugar donde circulaba la gente, la zona de la calesita, armábamos una feria. La profesora de macramé tenía varias artesanas conocidas que participaban, serían unos diez puestos. Además convocábamos a algún artista que daba un taller y algún grupo de teatro callejero venía y hacía su función. Así cada domingo. Era un encuentro cultural y recreativo que después se transformó en la feria que hay ahora en el parque.”

Fue en el año 1996 que el gobierno municipal les ofreció sumar a la Casita de la Selva al Programa Cultural en Barrios y que dieran talleres gratuitos en su espacio. “Yo daba el taller de teatro para niños y niñas, Héctor daba el de teatro para adultos, después había un taller de plástica, uno de cerámica y el de macramé”. Firmes en la decisión de sostener la vida cultural del parque, algunos de estos talleres sucedían ahí, al aire libre.

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Hasta que en el año 99 los tres edificios históricos del parque se convirtieron en el Espacio Cultural Chacra de los Remedios, con su propia oferta de actividades. Entonces los talleres de La Casita se concentraron en el pasaje La Selva.

El arte como excusa

Pero la cosa entre La Casita y el Parque Avellaneda no terminó ahí. Hasta hoy siguen vinculados de muchas maneras. Es que la organización comunitaria que se fue gestando alrededor de la recuperación de ese espacio verde permitió que distintas organizaciones (culturales, deportivas, ambientales, educativas, sociales) trabajaran juntas en forma sostenida.

En el 2004, Héctor impulsó la creacion de un “Curso de Formación para Actuación en Espacios Abiertos” que forma parte de la oferta curricular de la Escuela Municipal de Arte Dramático (EMAD). El curso tiene su sede en el Parque Avellaneda y actualmente Gabriela es la coordinadora.

Otras actividades siguen llevándolos año a año de la Casita al Parque. En mayo hacen un “Viaje al pasado”: una representación de la semana de mayo que producen en conjunto varios actores culturales. En junio, el último sábado del mes particiapan de la “Fogata Luz de Fuego”, un ritual que empezó en el año 1987 como algo chiquito entre vecinos y hoy es un espectáculo que atrae a gente de todos los barrios. Consiste en una caravana que parte del Ex CCDTE Olimpo y va hasta el Parque, donde se realiza la fogata. “En La Casita de la Selva se construye un fantoche con las infancias que se suma a la caravana y yo coordino el grupo de brujas de la fogata”, dice Gabriela. En agosto los lleva al parque el día de las infancias: junto a otras organizaciones que trabajan con chicos y chicas realizan un evento llamado “1, 2, 3… a jugar!”. Y cada septiembre la Casita sale al pasaje, cortan la calle y convocan al barrio a un festival infantil como despedida del invierno.

Gabriela Alonso en la «Despedida del invierno», el festival infantil que cada septiembre realizan en el pasaje de La Casita de la Selva.

Lo que buscan, al fin y al cabo, es que la gente se encuentre. “Que haya un cuerpo a cuerpo, mirada a mirada, de respeto, de escucha, de adaptación —dice Gabriela—. Siempre decimos que este espacio es un espacio de encuentro humano y que lo artístico es la excusa”.


La Casita de la Selva
Pasaje La Selva 4022
Ig: @lacasitadelaselva

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