Aunque sus rostros representan uno de los episodios más brutales de la represión de fines de diciembre de 2001, en sus caras se ven sonrisas. Gestos que combinan con el ambiente cálido y festivo de la tarde del sábado 18 de diciembre, cuando bajo un tórrido sol un grupo de artistas y vecinos pintaba un mural en homenaje a Maxi, Cristian y Adrián.
Al cumplirse veinte años de aquel día en que el policía desenfundó su arma y mató a los tres amigos, la Asamblea de Floresta convocó a los Fileteadores del Conurbano para plasmar en una obra plástica un mensaje que sea a la vez recuerdo y reclamo. El lugar elegido no podía ser otro que la Plaza del Corralón, donde la Asamblea se constituyó como tal en ese mismo diciembre de hace dos décadas.
La pintada fue un evento en sí mismo que se extendió a lo largo de dos jornadas. El mate y las bebidas frías, el trabajo compartido y la música amenizaron las horas. “Pintar todos juntos sobre un muro requiere del trabajo en equipo. Cada uno encuentra su lugar y despliega su destreza personal sin sed de protagonismo sino promoviendo la cultura de la participación; participación que también incluye al que no pinta pero será quien conviva con la obra”, dicen los Fileteadores en su página de facebook. El grupo nació en el 2005 entre alumnos de un taller que ofrecía el maestro conocido como Freddy Filette. Su objetivo es “embellecer los espacios comunitarios con una estética que acompañe, estimule y difunda las necesidades sociales”.
Las formas y colores iban asomando en el muro del colegio secundario Larroque, ubicado dentro del perímetro de la Plaza del Corralón. La elección de este sitio tampoco es casual: el deseo de la Asamblea de Floresta es que las y los adolescentes que van al colegio al ver el mural se sientan interpelados por el mensaje. Eso sucedía, de hecho, con los chicos y chicas que jugaban a la pelota en la canchita que linda con el colegio, mientras presenciaban con curiosidad la evolución de la pieza artística.
“Esta obra de arte es una sorpresa para nosotros, los familiares”, dijo Silvia Irigaray, madre de Maximiliano Tasca, al medio barrial Nadie Nos Invitó. “No sabíamos qué iba a haber: si un arco iris, pájaros, ángeles. No sabíamos. Y están expresadas las caras de los tres jóvenes fusilados y las palabras Basta de violencia”. “Nosotros venimos luchando por ese ¨Basta¨ permanentemente”, destacó la mujer que desde hace casi dos décadas dedica su vida a esa lucha en la asociación civil Madres del Dolor.
“La cara de los tres pibes ha acompañado históricamente a esta causa y es su principal símbolo”, explica Bárbara, una de las fileteadoras, y cuenta que agregarle la frase “Basta de violencia policial” fue una propuesta de la Asamblea con la intención de que el mural cause mayor impacto. “Al día de hoy hay policías que matan a pibes por su forma de vestir, de moverse. O les plantan droga, o los torturan, o los hacen robar para ellos. Nosotros con esto queremos decir ¨¡basta!¨, porque estamos podridos de que siga pasando”, enfatiza.
Erica Polizzi y Leandro Alonso, jóvenes militantes de la Asamblea de Floresta, recuerdan también la vinculación del Triple Crimen con la historia del barrio y la lucha por los Derechos Humanos. “En Floresta tuvimos dos Centros Clandestinos de detención y tortura durante la dictadura militar, el “Olimpo” y “Orletti”, y nuestro grupo ha tenido una activa participación en actividades de visibilización y reclamo de justicia”. Entre otras acciones, han colocado baldosas con los nombres de las y los vecinos desaparecidos en las veredas de las casas donde vivían y desde el 2019, junto a otras organizaciones barriales, impulsan un proyecto para que la Comuna 10 pase a llamarse “Comuna de la Memoria”.
El mismo Corralón incluye en su historia el recuerdo de tres trabajadores barrenderos asesinados durante la dictadura del 76, por reclamar mejoras en las condiciones de trabajo, cuando en el predio funcionaba un centro de saneamiento urbano. El último invierno les tocó a ellos ser homenajeados con un mural que también realizaron en forma conjunta los Fileteadores del Conurbano y la Asamblea de Floresta, en otra pared de la plaza. “Aquel es un poco más romántico, tiene florcitas y colores más vivos”, compara ambos murales la fileteadora Bárbara. “Si bien el reclamo de memoria es similar, consideramos que con éste de los pibes hay una demanda de cambio en el hoy: no solo se trata de repudiar la violencia policial del pasado sino la actual”, reafirma Verónica, otra de las artistas. Para cerrar, trae una frase que siempre repetía el mentor del grupo, Freddy Filette y sintentiza la misión social de su tarea: “Donde existe una necesidad, nace un mural fileteado.” ♦