Escuela Técnica 27: Química de la A a la Z

En la Escuela Técnica 27 de Monte Castro 1200 estudiantes aprenden que la química es parte de la vida cotidiana. Una formación que los prepara para el amplio campo laboral del rubro, sin perder de vista sus necesidades como adolescentes.

La escuela técnica 27 “Hipólito Yrigoyen” tiene varios motivos para enorgullecerse. Es una de las pocas “monotécnicas” íntegramente especializadas en química en el país, la única en la Ciudad de Buenos Aires. Su edificio –que ocupa casi una manzana del barrio de Monte Castro– alberga laboratorios y talleres, plantas productivas y equipamientos técnicos también únicos, que replican en pequeña escala los de industrias especializadas.

La Técnica 27 fue creada en los años 40 como parte de un proyecto de país industrializado.

Tiene también sus alumnos destacados: aquí se recibió de técnico químico en 1955 Jorge Bergoglio, como atestigua la carta que se exhibe en la vitrina de la entrada de la escuela: la firma el Papa Francisco y destaca la formación que recibió.

Algo del orden del orgullo transmiten los docentes que guían a Vínculos Vecinales, en una mañana de primavera que cuela el sol en todo el recorrido, por los pasillos cargados de chicas y chicos en el recreo, por las aulas y espacios de prácticas. El entusiasmo con que los anfitriones cuentan todo lo que aquí se realiza contagia el amor por la química y ensancha sus posibilidades.

“La gente tiene la imagen del tubo de ensayo, pero la química es mucho más que eso, está en la vida cotidiana”, define Carlos Villate, referente técnico de Prácticas Profesionalizantes, la materia nodal del último tramo de la carrera en la que los chicos, en prácticas en empresas y también dentro de la escuela, aplican muy concretamente todo lo aprendido. Junto a él, la asesora pedagógica Andrea Adragna habla de la pertenencia que genera el colegio, cuenta que muchos profesores son ex alumnos, que el plantel docente permanece porque “eligen quedarse”. “Acá la mirada está puesta en las chicas y los chicos, ellos están siempre primero”, repite como una guía de acción.

Andrea Adragna, asesora pedagógica, y Carlos Villate, referente técnico de Prácticas Profesionalizantes, guían el recorrido de Vínculos Vecinales por la Técnica 27.

Manos a la química

Guardapolvos, cofia, guantes, anteojos de seguridad. Un espacio de vestuario, reglas de higiene y seguridad, un modo específico de circulación por los espacios. Una gran mesa de acero inoxidable, distintas máquinas y recipientes. Etiquetas de productos hechos por los chicos, listas para ser adheridas a los envases que irán saliendo. Y en un rincón, sobre pallets, la producción, con sus brillantes colores.

Todo en esta mini planta productiva replica, a pequeña escala, el funcionamiento de una fábrica “de verdad”. Ahora están fabricando aquí “domisanitarios”, productos de limpieza de uso doméstico: desengrasante, desodorante de pisos, jabón y suavizante de ropa, perfumina. Los hacen los alumnos de sexto año, como parte de sus prácticas profesionales.

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A comienzos de año, esta práctica tuvo otro fin muy concreto: tras el trágico temporal que azotó la ciudad de Bahía Blanca, aquí fabricaron sanitizante para los afectados por la inundación. Las clases estaban comenzando y los chicos hicieron en tiempo récord 240 litros del producto tan necesario en esas circunstancias; los docentes los cargaron en sus autos y los llevaron al club Vélez Sarsfield, donde recibían donaciones. Hubo algo más: los chicos de primer y segundo año sumaron cartas a los bidones. “Esto que les pasó no durará para siempre. El sol ya está saliendo y ahí las cosas cambian. Siempre los vamos a apoyar”, decía una. Promover la empatía, la solidaridad, el trabajo en equipo, también es parte de la formación de estos técnicos químicos.

Corazón técnico

Creada en los años 40 del siglo pasado como parte de un proyecto de país industrializado, “la 27” guarda una rica historia, parte de la cual se exhibe en los documentos y fotos de las vitrinas de la entrada. Entre las técnicas se distingue por otra característica especial: hay más chicas que chicos entre sus 1.200 alumnos.

Las prácticas profesionalizantes que los chicos realizan en sexto se hacen también afuera de la escuela, con tutores y seguimiento docente, en empresas específicas: laboratorios farmacéuticos y veterinarios, industrias químicas.

Antes, en el ciclo básico, los chicos reciben a contra turno formación de taller: carpintería, herrería y soldadura, electricidad. Cada práctica tiene su espacio y se vincula con otras en trabajos integradores. Ahora están exhibidos los veladores que están terminando los chicos de primer año.

Ya en la especialización, a partir de tercer año, el laboratorio va complejizando el hacer: desde cómo separar una mezcla sencilla de naftalina, arena y agua, hasta el proceso sintético de una aspirina o de un paracetamol, la generación de un colorante, los análisis de combustibles y de aguas. Para esas síntesis orgánicas complejas hay un laboratorio completo de química experimental.

Un orgullo particular de la escuela está en los equipos de HPLC del laboratorio de Química Instrumental, los mismos que usa la industria farmacéutica. Allí Vínculos Vecinales escucha hablar con verdadera pasión de inyectores, detectores de luz ultravioleta, líquidos de alto desempeño. “Tenemos tres equipos, y los tres en marcha. No hay algo así en otra escuela del país”, destaca el profesor Adrián Tripolone, a cargo del área.

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También son únicos a nivel educativo los dos liofilizadores que hay en otro laboratorio: junto a una cámara seca, en estas máquinas deshidratadoras por congelación al vacío se secan productos sin usar calor. La “comida de astronauta” que se lleva al espacio se hace de este modo, cuentan los profesores. Envasadoras al vacío, comprimidoras monopunzón (para hacer comprimidos), estufas de convección, completan el equipamiento de este laboratorio.

Adónde van los técnicos químicos

La industria farmacéutica, tanto humana como veterinaria, la ciencia y tecnología de alimentos, las ingenierías, todas las nuevas posibilidades de la biotecnología y hasta las ciencias forenses. El campo de trabajo de un técnico químico es sumamente amplio, abarca también un área administrativa, de seguimiento de normas y estándares de calidad.

Sobre el final, el recorrido se detiene en el microcine, donde los chicos y chicas del centro de estudiantes están reunidos tras las actividades por la Noche de los Lápices. Cuentan que hicieron una obra de teatro ciego, que los fines de semana hay jornadas de ajedrez, encuentros de rock, kermeses. Se abren temas y entusiasmos para otra nota.

Espirales y dulce de leche

La producción práctica de la escuela técnica 27 parece inabarcable. Se ven grandes ollas de cobre, tanques y envasadoras donde aprenden a hacer dulce de leche o cerveza, y conocen todo el proceso químico que implican. Algunos proyectos son abiertos a la comunidad, como uno de fabricación casera de licores. Otros dieron pie a emprendimientos de exalumnos: artículos para cuidado del automotor o cremas faciales.
Vínculos vio cómo los chicos hacían espirales de brillantes colores y con un diferencial a la vista: el molde que diseñaron y que hicieron con impresoras 3D logra que no se rompan tanto al separarse. “El año pasado, con el dengue y el faltante del producto, vino un farmacéutico y logramos hacer nuestros propios repelentes en crema y en spray. Ahora tenemos que intentar mejorar la fórmula, a ver si se puede vender”, cuenta Morena, de sexto año.
“Fue una experiencia paso a paso, investigamos, buscamos la materia prima, las esencias, los colorantes, ajustamos la fórmula para que no se apague”, detalla Laura Carta, profesora de Prácticas Profesionalizantes. Y muestra la evolución de la práctica hasta lograr los espirales con el tamaño, la textura y la composición óptimos, en los que la química hizo su magia.


Escuela Técnica 27 Hipólito Yrigoyen
Dirección: Virgilio 1980
Teléfono: 4567-2244/4341
Instagram: @la27ok

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