Esta historia tiene fecha de nacimiento: 28 de mayo de 2021, época de calles desoladas, encierro, miedo a estar cerca. En ese contexto, había una pareja de músicos que le había encontrado una vuelta, una fisura por donde colar canciones entre tanto repliegue, sentándose con la guitarra y el bombo en la Plaza de Pappo. Desde las mesitas de cemento la gente embarbijada escuchaba sus vidalas que de repente se cruzaban con el reggaetón de la vecina clase de zumba. Hasta que creció la curva de contagios y también las plazas se cerraron.
– Hernán: Ahí empezamos a pensar: “che, ¿qué va a estar abierto?” “Los negocios de comida.” “Bueno, vamos a tocar ahí.”
– Soledad: “Yo fui a hablar con el Tano de verdulería y con las chicas del poli-rubro de al lado. Les dije “miren, nosotros con mi compañero hacemos música, andamos siempre por el barrio y la verdad que no tenemos donde tocar”. “Bueno, chicos, sí, obvio, vengan”. Y ahí fuimos un primer sábado.
«Lo que empezó a pasar fue que la gente nos agradecía, lloraban, era muy fuerte la imagen: veías el barbijo y la mirada con el llanto diciéndonos ¨gracias, necesitamos esto¨.»
– Hernán: Armamos el mate, agarramos el equipito, dos banquetas y nos sentamos, con mucha sencillez como dos ciudadanos cualquiera, a tocar ahí en la vereda. Lo que empezó a pasar fue que la gente nos agradecía, lloraban, era muy fuerte la imagen: veías el barbijo y la mirada con el llanto diciéndonos “gracias, necesitamos esto”. De pronto en la fila de la verdulería unos se ponían a bailar una chacarera; otros invitaban a un familiar para que venga el sábado siguiente a vernos.
Había gente que nos escuchaba desde su balcón, sin que nosotros supiéramos. Después nos enterábamos porque bajaban a poner algo en la gorra y se volvían rápido a su casa. Y no le dimos un beso a nadie durante todo ese tiempo, no le dimos la mano, no hicimos nada de eso. Nada más era compartir un rato de alegría.
El espíritu del asunto
Tres años después, todos los sábados alrededor de las 11 de la mañana (en verano un poco más temprano, en invierno un poco más tarde) Soledad y Hernán siguen tocando en la vereda de Artigas, entre César Díaz y Magariños Cervantes.
– Soledad: Sostenemos ese espacio simplemente porque es lindo comprometerse con algo que te hace feliz. Además, parece que fuera igual pero no es igual, una va creciendo con eso.
Sábado tras sábado muchos vecinos los fueron conociendo y empezó a pasarles que algunos les pedían el teléfono. Un día fueron unos estudiantes de Agronomía que los invitaron a tocar en una fiesta en una vieja casa que alquilaban entre ocho, otro día fue una baterista que los contrató para un evento en un campo de polo. Sobre tales contrastes, reflexiona Hernán:
– Hernán: Cuando realmente estás en conexión con la esencia de un ritual comunitario como puede ser cantar con otros, las diferencias de clase o de ideología un poco se diluyen. O sea, queda el espíritu del asunto cuando estamos compartiendo contentos.
A viva voz
El dúo que formaron Soledad y Hernán no existía antes de esta experiencia. Cada uno venía con su trayectoria, de guitarrista sobre todo Hernán, de cantante y percusionista sobre todo Soledad. Cada uno tenía sus bandas, sus discos, sus proyectos. Pero un día dejaron de resistirse a la fuerza de La Veredita, se calzaron oficialmente el nombre y comenzaron a construir su identidad musical, tomando un poco de lo propio y un poco de lo del otro.
– Soledad: La Veredita de Artigas es un 80% folclore argentino. En los conciertos hay dos momentos: uno en el que tocamos nuestro repertorio, que surge de una búsqueda que hace sobre todo Hernán recuperando temas viejos, poco conocidos, de un folclore que nos gusta por su poesía además de por su melodía; y hay un segundo momento en el que queremos llevar la vivencia de vereda y de comunidad a esos lugares donde hay un público y nosotros estamos en un escenario y pasan otras cosas. Entonces les decimos que nos propongan temas que quieran escuchar. Ahí terminamos todos cantando a viva voz lo que quiere la gente, que no tiene tanto que ver con el repertorio que nosotros preparamos.
– Hernán: Yo odiaba cantar los clásicos. “Zamba para olvidar” la odiaba, y hoy no la odio. Lo que descubrí con este proyecto es la satisfacción de ver feliz al que me está escuchando y querer darle ese gusto. Es que en la pandemia estábamos compartiendo la vereda con gente muy mayor que estaba en un estado de depresión absoluto, y si nos pedía “Zamba para olvidar” o cualquier otra cosa… sí, ¡pedime lo que quieras!, te lo voy a cantar con todo mi corazón. Todo eso entró por una puerta muy sensible. Entonces después quisimos llevar esa impronta a una peña común y corriente. Pero las primeras personas fueron estas señoras que al día de hoy siguen estando ahí, cada sábado.
Discos y fechas
El dúo ya tiene grabados dos discos que pueden escucharse en youtube y spotify. Para quien quiera verlos en concierto en el barrio, hay una fecha programada el viernes 2 de agosto en la Peña de la Termomecánica (Bolivia 2329). Y por supuesto, todos los sábados a la mañana en la Veredita de Artigas y Magariños Cervantes. ♦
La veredita de Artigas
Instagram: @lavereditadeartigas
Spotify y Youtube: La veredita de Artigas