Tata Cedrón, el vecino cantor

El Cuarteto Cedrón celebra 60 años de música en ocho funciones únicas. Desde Villa Santa Rita, el Tata y su compañero Miguel Praino recuerdan los inicios del grupo que hizo historia en Argentina y Francia.

«Algo lindo que podés contar es que yo al Cuarteto lo formé en el barrio”, me dice el Tata cuando empezamos a conversar. Somos tres en el living. El Tata abraza a su guitarra. Junto a él Miguel Praino, su compañero de toda la vida, acaricia su viola. Y yo cuido que mi celular grabe las historias que me regalan esa tarde en Villa Santa Rita.

“La calle Elpidio González se llamaba ¨Indio¨ —me cuenta el Tata—. En Indio y Concordia vivía Benjamín, un judío polaco que era un pan de Dios. Yo le daba clases de guitarra a Estercita, su hija. Yo ya tenía un pibe de seis meses, Román, y algo interesante es que no había pensado que tenía que tener una casa. Vivía en lo de mi hermano Alberto, después en lo de un amigo pintor. Benjamín me dijo ¨mirá, hay una piecita arriba en la terraza con un baño, si querés usala¨. Y mi hermano Osvaldo, que es arquitecto, nos construyó en un día un espacio más, prefabricado, con baldosas, canilla, todo, impresionante. Ahí vivimos varios años y ensayábamos con el Cuarteto.”

Estamos hablando del año 1964. El Cuarteto al principio fue trío y lo integraban el Tata Cedrón (guitarra y voz), Miguel Praino (violín primero, viola después) y César Stroscio (bandoneón). Eran tres chicos de veinte años que además de juntarse a ensayar querían tener un lugar para tocar. Por eso alquilaron en el Centro “un sótano infame”, dice Miguel, al que le pusieron de nombre Gotán. “Fue el primer café concert», dice el Tata, «ahí hacíamos desde folclore, tango nuevo, tango viejo, teatro, hasta títeres.”

Astor Piazzolla, Eduardo Rovira, Osvaldo Tarantino, Rodolfo Alchourrón, la Porteña Jazz Band, iban a tocar a Gotán. Paco Urondo montó una obra, también Tito Cossa hizo una con Luis Brandoni y otra con Federico Luppi. “Cada vez había más músicos que venían porque querían tocar y bueno, ¨vení tocá¨, les decíamos, y la plata que ganábamos la repartíamos entre todos.” A las cuatro de la madrugada cerraban el boliche y se iban a comer a Pippo, en Paraná y Corrientes. Después el Tata se tomaba el 109 y volvía al barrio cuando en las casas el sol ya entraba por las ventanas.

A pedido de la periodista, el Tata Cedrón y Miguel Priano tocaron una canción de su repertorio luego de la entrevista. El Tata comenzó a ejecutar en su guitarra «El puente Negro», una de sus primeras composiciones. Y sin mirarse ni mediar palabra, Miguel se sumó con su viola.

Tangueros en la era del rock

Tres jóvenes que querían tocar tango en los sesenta no era una cosa habitual.

— Tata: El tango había decaído.
— Miguel: Quedaban algunos de los viejos que eran buenos, Pugliese, Troilo, pero gente nueva haciendo tango canción no había.
— Tata: Es que en esa época en la televisión estaba el Club del Clan y los jóvenes hacían rock.
— Miguel: Pero nosotros teníamos otra idea.
— Tata: No es que fuéramos nacionalistas. Conocíamos a los Beatles, pero nosotros estábamos con la estética de Roberto Arlt, de Tito Cossa, de Rozenmacher, que escribía cuentos como “Cabecita negra”. Nuestra cultura no era inglesa.

El Tata empezó a componer musicalizando poesías. “Mi proyecto de partida era hacer canciones. Tomar un poema era un asunto de necesidad. No algo racional sino una necesidad interior. El único criterio era la emoción. O sea, lo que era una buena poesía pasaba por el tamiz de la emoción. Lo que era una buena música, una buena canción, pasaba por el tamiz de la emoción”, le dijo una vez a Antonia García Castro y ella recuperó ese diálogo en su libro “Cuarteto Cedrón, tango y quimera”, publicado en el 2010 por Ediciones Corregidor.

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Hasta el día de hoy el Tata musicaliza poesías. Juan Gelman, Raúl González Tuñón, Homero Manzi, Leopoldo Marechal, Bertolt Brecht, Jorge Luis Borges -y otros poetas- forman parte del repertorio que desde 1964 tocó y grabó con el Cuarteto Cedrón. También incluyeron en su repertorio temas de otros autores, tradicionales y contemporáneos, de tango y de folclore.

24 de marzo de 2021. En la vereda del club Imperio Juniors un centenar de vecinos se juntaron a «sembrar memoria». El Tata tocó junto a un niño trompetista una versión de «Vidala para mi sombra» con arreglos hechos por él especialmente para este niño.

Ocho funciones en Hasta Trilce

Para golpear la puerta en la casa del Tata esperé a que terminara la música que se filtraba desde el living hasta la vereda. Sonaban tan lindo guitarra y viola que no quise interrumpir. Después el Tata me abrió y tuve que sortear una valija enorme para pasar con mi bicicleta. Más allá de la valija me saludaba su dueño, Miguel, viola en mano. Me contaron que lo que estaban tocando era una milonga, “La trampera”, de Troilo, y ahí nomás volvieron a tocarla, y me siguieron contando que la partitura apareció entre un montón de otros papeles, después de muchos años.

— Miguel: La grabamos en el disco que se llama “Canciones Tradicionales de Argentina“.
— Tata: La tapa tiene una foto de nosotros, es una de las pocas tapas que hicimos con foto de la cara nuestra.

Por estos días el Cuarteto Cedrón está presentándose en el teatro Hasta Trilce, de Almagro, todos los domingos hasta fines de febrero. Son ocho funciones que, dice el Tata, consiguió para que Miguel viniera de París a Buenos Aires y de paso celebrar los 60 años del Cuarteto. Los acompañan en la formación actual Miguel López, que fue bandoneonista del Cuarteto durante muchos años, y el guitarrista Daniel Frascoli, con quien el Tata dice que hizo “muy buena miga”, se acompañan y están tocando juntos hace más de una década. “En estas funciones lo que está pasando es extraordinario —dice el Tata—. La emoción que hay en el público… Y nosotros estamos en el aire, completamente poseídos.”

En el repertorio brilla un tango nuevo que reúne en su historia pasado y presente. La letra pertenece a un vecino que escribió una poesía con aire de tango, averiguó dónde vivía el músico y le deslizó una hoja con los versos por abajo de la puerta, agregando su nombre, Rubén Raffa, y su teléfono. La poesía se llama “Calle Indio” y habla del barrio. Para el Tata fue encontrarla y sentarse a componer, no tuvo ni que detenerse a pensar. Después marcó el número de teléfono y sin decir ni hola se la tocó al poeta desconocido, que se llevó la sorpresa mientras estaba tomando un examen a estudiantes secundarios.

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En el cumpleaños del barrio Villa Santa Rita (septiembre 2024), el Tata Cedrón estrenó el tango «Calle Indio», con letra del vecino Rubén Raffa. 

Vuelta al barrio

Desde que el Tata volvió a Villa Santa Rita, en el 2009, hacer música entre vecinos fue una constante. El primer día que puso un pie en Cuenca y Jonte lo paró José Ottati, un artista polifacético que tenía una verdulería en esa esquina. “Hola Tata —le dice—, ¿qué hacés por acá?”. Se conocían porque tiempo atrás lo había entrevistado para un programa de radio. Esta vez, José le propuso “hacer unos choripanes en la vereda” para el 9 de Julio. El Tata aceptó: “Yo traigo la guitarra y cantamos”. “Y yo pongo unos cuadros”, le contestó José, y el día festivo colocó sus pinturas entre los repollos y las zanahorias. La experiencia estuvo tan buena que quisieron repetir.

José Ottati y Tata Cedrón en el primer encuentro organizado en la verdulería (octubre 2009).

—Tata: se juntaba un montón de gente. Cuando venía Miguel tocaba también. Y tocó Lidia Borda, Hernán Lucero…
— Miguel: Te acordás de esa pareja que llegó caminando y ella le decía al marido “¡Viste! ¡Te dije que era el Tata!” Lo habían visto desde el colectivo y se bajaron. Como esa, cuarenta anécdotas.

— Tata: El último día que tocamos se llenó tanto que se paró el tránsito en Jonte, no podían pasar los colectivos. Y bueno, ahí se ve que lo botonearon a José y le clausuraron el local.

Jonte y Cuenca convertida en una esquina de encuentro. Ese día de octubre del 2014 acompañaban al Tata: Irina Bianchet (violin), Miguel López (bandoneón) y Manuel Gómez (contrabajo).

El Tata y Miguel Praino, juntos en la verdulería de Jonte y Cuenca.

Pero el Tata está llamado a compartir su música entre vecinos. Y si no se da por un lado, se da por el otro. Durante la pandemia, cuando la vereda volvió a ser el mejor lugar para encontrarse, Antonia (la misma que escribió el libro del Cuarteto) sacaba afuera una mesa ratona, sillas y muchos libros infantiles para alegría de los vecinitos que venían hasta el pasaje de Villa Santa Rita. El Tata acercaba otra silla y desde el zaguán tocaba la guitarra y cantaba. “Se armó una cosa muy linda porque el vecino de enfrente exponía sus cuadros, con la vecina que sabe de árboles salían a caminar en grupo para reconocer los árboles de la cuadra, después otra señora hacía bizcochitos con los chicos y yo cantaba acá. Ahora voy por el barrio y me saludan todos”, dice el Tata.

Su último concierto en la vereda fue en septiembre de 2024, en el Festival Santarritense. Ahí estrenó el tango “Calle Indio” con Rubén al lado que, sonriente y emocionado, lo abrazaba. Y la cosa no quedó ahí entre estos dos vecinos: ahora el Tata está puliendo otro tango con letra de Rubén. “Es una canción muy linda que hice sobre el albañil que estaba trabajando en su casa y le contó sobre su infancia en Paraguay. Rubén escribió la letra con su historia y yo le puse música. Después el albañil vino a arreglar el techo de mi casa y se la canté. Y él me invitó a un asado en la casa de Rubén. Así son las relaciones que vamos teniendo entre todos».


Instagram: @tatacedron

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