Susana te habla de las plantas y las mariposas como quien cuenta un cuento. Mientras caminamos hacia el Patio de Villa del Parque, me dice: “Esa planta toda pelada que viste en mi casa se llama Asclepias curassábica. Yo te voy a contar cómo la conocí. La tengo hace más de 50 años porque ocasionalmente nació en la terraza de donde yo vivía. Cuando la vi, no sabía de qué se trataba. Al tiempo, cuando creció, vi que tenía unos gusanitos. Después me enteré que eran larvas de la mariposa Monarca, que son muy particulares: amarillas con rayitas negras. ¡El tema es que se comen toda la planta! Y me comencé a preocupar, porque a veces no se han desarrollado totalmente y una se angustia mucho sabiendo que los bichos no tienen suficiente alimento. Por eso es importante tener más de una planta.”
— Vos te preocupás porque las larvas no se queden sin comida y otra gente combate a las larvas para no quedarse sin planta.
— Eso ha pasado. Una amiga mía le dio semillas a una parienta, la parienta las plantó, nació la Asclepias, y cuando mi amiga le preguntó por la planta, le dijo: “Está hermosa, pero no sabés, se llenó de gusanos y tuve que matarlos a todos”. Eran las larvas de la Monarca.
— ¿Y qué pasa con las larvas después de que se comen toda la planta?
— Si han alcanzado el tamaño adecuado se van a algún lugar… y hacen una crisálida que cuelga de una ramita o de un borde, puede ser el alero de una casa, el marco de una ventana. ¡Y es hermosa esa crisálida! Es verde claro con manchitas doradas. Es una etapa importantísima porque es de mucha modificación. Y después se transforman en mariposas adultas. Entonces salen con sus alitas y andan por todos lados.
— ¿Y qué pasa con la planta después que se comieron todas sus hojas?
— ¡La planta vuelve a brotar!
Preocupada por que las mariposas tengan alimento para darle a sus crías, Susana empezó a regalar semillas a todo el mundo. Semillas de Asclepias para la Monarca, de la Flor de patito para la Batus polidama, de Mburucuyá para la Espejito, y así otras. “¿Por qué? Porque lo que yo observé durante todo estos años es la evolución de la soja transgénica, de la deforestación, de la extensión de la frontera agropecuaria y la desaparición de las mariposas.” Susana recuerda el alfalfar que había en la Facultad de Agronomía cuando ella estudiaba ahí: lleno de mariposas amarillas sobrevolándolo. “Hasta que descubrieron un bacilo que es capaz de paracitar a las larvas y chau, las exterminaron a todas. Entonces yo creo que cuidar a un bicho como la mariposa es casi un acto pequeño de resistencia.”
El banquito en el jardín
Susana vivía en San Clemente y tenía un jardín en el fondo de su casa. “Me acuerdo con tres años sentada en mi banquito mirando las plantas, mirando los pájaros, mirando la mar en coche. Durante todo un invierno una ranita verde estuvo escondida en la axila de una hoja. Yo la miraba… después no sé a dónde se fue. O sea, las plantas siempre fueron parte de mi vida.”
De San Clemente se mudó con su familia a Dolores, donde terminó el secundario. “Yo quería seguir estudiando pero mis viejos no tenían plata para mandarme a Buenos Aires. Entonces hice mil recorridos: Tenía a mi abuela en Liniers y primero me quedé con ella, en condiciones re precarias. Después, me fui con unos tíos que vivían en Palomar. Yo andaba con poca plata para el colectivo, para comer, pero no me importaba, estaba fascinada con la carrera y me las arreglaba. Con mis amigos nos íbamos a juntar plantas a cualquier lado… fue una maravilla esa etapa a pesar de todo.”
Para colmo de complicaciones, en medio de la cursada Susana se casó, tuvo una hija, luego otra. Pero con la ayuda de su madre, la de sus amigos y su propia obstinación logró recibirse de ingeniera agrónoma a principios de los 80.
Como pez en el agua
Susana se dedicó al estudio del riego, porque, dice, «englobaba todos los conocimientos que a mí me interesaban: tenía que ver con el suelo, con el clima, con las plantas, con los bichos”.
Entró primero como ayudante en una materia que se llama «Riego y drenaje». Entre los estudiantes se corría la voz sobre lo buenas que estaban sus clases y muchos buscaban el turno de la profesora Susana Pariani para anotarse. “Además tenía muy buena relación con los otros docentes, con los no docentes, era una persona conocida”, recuerda Susana esos años de tanta entrega.
Con la recuperación de la democracia, se reabrió la Universidad de Luján y Susana fue convocada para tomar la cátedra “Riego y Drenaje”, de la carrera de Agronomía. “A mí me pareció hermoso porque por fin iba a estar en un medio más rural. Mis hijas estaban más grandes así que yo podía irme más lejos. Viajaba en el colectivo 52 hasta la sede que está en el cruce de la de las ruta 5 y la vía del tren.»
En esa universidad que se reabría, no contaba con los elementos que sí tenía en la FAUBA para las prácticas. Pero no era la primera vez que Susana tenía que encontrarle la vuelta a la realidad para salirse con la suya. “Acá en la UBA teníamos un montón de aparataje: un equipo de riego por aspersión, un sistema de riego por goteo, equipos de laboratorio para medir caudales, había surcos y melgas donde podíamos hacer esas mediciones. Yo en Luján no tenía nada, entonces ¿qué hice? Desde la primera clase me llevé a los estudiantes al campo a que vieran los equipos de la gente”.
De la universidad a la comunidad
“Cada sistema de riego tiene una eficiencia. Si vos sabés cuánto consume un cultivo y podés estimar la eficiencia del riego que estás usando, entonces sabés qué cantidad de agua colocar, con qué frecuencia regar.” A ese estudio se dedicó Susana, publicó papers, expuso en Congresos, “pero lo que voy a decir es un poco triste: todo este conocimiento, en general, no llega a los productores”.
Ella, siempre que pudo, lo hizo llegar. Por ejemplo, una de sus experiencias más fuertes a nivel humano, fue el trabajo que hizo junto a un equipo de colegas con una comunidad qom, llamada Potaé Napocna Navogoh, en Formosa. Con un grupo de la FAUBA viajaron, en forma sostenida, durante once años. Susana buscó resolver la escasez de agua. «Algunos proponían hacer un pozo y poner una bomba. Yo decía: ¨antes veamos qué hay en profundidad¨, porque a la profundidad que se podía acceder el agua suele ser muy salada y había riesgo de traer toda esa sal a la superficie.
Al final decidimos aprovechar el agua de lluvia: construimos canaletas en los techos de las casas, con una bajada que llega a un tanque con tapa, montado sobre una base hecha con ladrillos. En el tanque había una canillita, de forma tal que ellos podían sacar el agua de ahí, por lo menos para consumo. Eso lo hicimos en varias casas y en un vivero.«
Las plantas y las mariposas de Villa del Parque
Hoy, Susana quiere contar a todo el barrio, a los grandes y a los chicos, acerca de las plantas hospederas de cada mariposa. Quiere invitarnos a sembrar juntos y ver cómo van creciendo, alegrarnos cuando aparece la primera Monarca o la primera Espejito a dejar sus huevos, mirar la multitud de gusanitos comiendo las hojas, encontrar dónde cuelgan las crisálidas, y así hasta que el barrio se llene de mariposas: hacer colectivo el “pequeño acto de resistencia”. ¿Por qué no?



La primera reunión fue en la Biblioteca Rafael Obligado, de Villa Santa Rita. “Llevé esa planta que tengo en mi casa, que estaba re comida, para que viera la gente cómo queda. Y les repartí semillas a todos”, cuenta Susana. Otro día, la actividad continuó en el Patio de Villa Del Parque, donde removieron la tierra y plantaron Mburucuyá, Lantana, Asclepias y Aristoloquia. Escribieron en un cartel: “Jardín de Mariposas”.
Sin embargo, la cosa no anduvo bien. Una tarde Susana pasó por el Patio y encontró todo arruinado: alguien había arrancado con saña las plantas y al cartel no se lo veía por ningún lado. Pero Susana, ya la conocemos, no se va a dar por vencida. «La idea es seguir, no pensar que todo puede ir para atrás», dice. Ya está hecha la convocatoria a la próxima reunión para seguir hablando de mariposas. Será el viernes 14 de noviembre a las 17:00, en el SUM del Patio (Santo Tomé 3460). Desde ya, todo el barrio está invitado.
Para más información sobre el proyecto del Jardín de mariposas:
Instagram: @barrionazca
