Entre las casas bajas de Villa Devoto, en una esquina que aún conserva su tranquilidad de pajaritos, hay una que sobresale por sus muros coloridos. Pero, sobre todo, por lo que crece y se expande desde este rincón de Pedro Lozano y Benito Juárez. Es el Teatro Carnero, levantado en lo que fue la casa familiar de Sebastián Moreno. Para más datos, aquí mismo nació su abuela, Dora Carnero, en la que hoy es la sala principal del teatro.

Sebastián es quien relata a Vínculos Vecinales la historia de este teatro que nació en los márgenes de todo circuito, aún del off, orgulloso del carácter “periférico” de lo que se hace aquí. Actor, director, autor, se pone al frente del Grupo Teatro Carnero reivindicando lo colectivo, el hacer artesanal que se expresa en el modo en que levantaron el teatro, en cada mueble del bar que sumaron al espacio –todo reciclado, “juntado” y adaptado para este fin, aclara–, la biblioteca especializada en cine y teatro, los numerosos cuadros y murales que lucen las paredes.
Y el “altarcito” donde siempre que hay función se prende una vela. Allí se expone la lápida de bronce de Luis Carnero, aquel bisabuelo que levantó con sus propias manos las tres casitas pegadas de esta esquina, que el proyecto del teatro volvió a conectar.

Hacer de a muchos
El nombre del teatro parte del apellido de familia, pero remite también al dios griego del teatro, Dionisos, mitad humano y mitad carnero. La historia familiar de Sebastián, también su formación en artes, cine y los distintos lugares donde el artista vivió –Rosario, Bolivia, Brasil, Ecuador– aparece reflejada en los numerosos objetos que guarda este teatro, dividido solo por una pared de la que ahora es su casa.
La sala fue bautizada “Líber Forti”: en homenaje al maestro de teatro y sindicalista anarquista que en Bolivia le enseñó que se podía hacer teatro hasta adentro de una mina, con la luz de los cascos. Algunos compañeros de ruta con los que Sebastián hacía en Rosario Tropofonía -un programa de radio que fue sumando cine, poesía, teatro- integran también el Grupo Teatro Carnero. Las marcas de un hacer colectivo y “desde abajo” se multiplican.

Más que teatro
Aquí se festejan dos fechas de aniversario: el de la “fundación”, el 27 de marzo de 2013 –justo el Día Internacional del Teatro– y cuando finalmente lograron abrir la sala al público, después de tirar abajo paredes, techar, reconstruir, el 21 de diciembre de ese año.
Entre todo lo que ocurrió en estos doce años de teatro, quienes lo sostienen se enorgullecen de las cuatro ediciones del Concurso de Cine, Teatro y Poesía “Yo es otro”. De los talleres de teatro que se consolidan año a año (el de adultos lo dicta Sebastián; las clases para niños las da su compañera, María Andrea Camarillo Galicia). De las cinco obras de producción propia que presentó aquí el Grupo Teatro Carnero.
Y entre ellas, muy especialmente, de Nogoyá, que sigue en cartel.
A dos cuadras de la cárcel
Basada en el libro de Claudia Cesaroni Masacre en el Pabellón Séptimo, con autoría y dirección de Moreno, Nogoyá conecta directamente con otro punto identitario del barrio: la cárcel de Devoto, que queda a sólo dos cuadras del teatro.
En 2018 el Gobierno de la Ciudad anunció la demolición del penal, para dar paso a un gran proyecto inmobiliario, y el traslado de su población –unas 1900 personas, más del doble de su capacidad– a Marcos Paz. La pandemia y los reclamos interpuestos pusieron en suspenso el proyecto. El enorme complejo es en Devoto una presencia que genera temores y solidaridades, rechazos y aceptaciones. Más lo segundo que lo primero, ha comprobado Sebastián.
“Por supuesto que una cárcel en medio de un barrio es un problema: baja el precio de las propiedades, molesta el ruido de las sirenas, hay razones y es entendible. Pero la gran mayoría de quienes se interiorizan de la realidad de la cárcel, comprende lo que se juega y no quieren que a los presos ‘los manden a pudrirse a Ushuaia’, como dicen algunos”, asegura.
A principios de octubre, una función especial en el Club General Lamadrid, justo al lado del penal, para casi 200 personas, puso algo de esto de relieve: en un conmovedor final, espectadores y reclusos, desde las ventanas de los pabellones, compartieron el grito final de la obra: “¡Yo soy una persona!”.
Este año el teatro también impulsó una gran “suelta de libros” alrededor de los muros de la cárcel, a la que se sumaron vecinos y organizaciones sociales, una intervención para defender la continuidad del programa universitario UBA 22, que funciona dentro del penal.
Un primer objetivo, el de hacer una función por cada víctima de la masacre –fueron 65- estará cumplido a fin de año. Casualidad o no, el estreno de la obra coincidió con el año en el que la justicia inició, 47 años después, un juicio que está sentando en el banquillo a tres exfuncionarios del Servicio Penitenciario Federal.
Sebastián habla con entusiasmo de todo lo que generó esta obra, mucho más de lo que habían proyectado. Lo que cuenta le da otro sentido al hacer del teatro Carnero: conectar con su lugar de origen, incluido lo que incomoda, lo que se busca visibilizar y poner en cuestión.
Programación: segunda quincena de noviembre
Sabado 15: Nogoyá
Domingo 16: Festival musical, presentación de bandas de Villa Devoto
Sábado 22: Nogoyá
Teatro Carnero
Dirección: Pedro Lozano 4707
Teléfono: 11 3177-2649
Instagram: @teatrocarnero
Web: www.teatrocarnero.com
