¿Qué es «El Tokio» para vos?

Una esquina donde la historia resuena en las baldosas gastadas. Un café que es "la casa de muchas personas". Hace 59 años, Miguel Feas nació en una piecita del fondo. Hace tres, le propuso a su amigo Martín Conte recuperar el negocio familiar. Hoy los dos están al frente del bar notable de Villa Santa Rita, un trabajo que, dice Martín, "es mucho más que servir comida y bebida".

Elegí una mesa en la vereda para sentarnos a conversar con Martín, pegada a una ventana en cuyo vidrio se lee “El Tokio, Bar Notable”, subrayado con un fileteado reluciente. Es una tarde de primavera a la que ya se le arrima el verano. Pasó un poco el ajetreo de la hora pico, con bandejas que salían de la cocina esparciendo en su camino el perfume y el color de “una carta bien porteña”. Ni una mesa quedó libre en el mediodía del Tokio. Le festejo a Martín el sabor del café y me dice: “No sabés cuánto que practicaron los chicos antes de abrir, ¡todos los cafés que nos tomamos!”, y me cuenta que el proveedor es el mismo desde hace cuarenta años.

¿De qué manera las historias de quienes nos precedieron en la vida brillan en un lugar como el Tokio? Una anécdota que me cuenta Martín pinta esa sutileza:

— Cuando estábamos en obra, se presentó un hombre diciéndonos que él hacía pisos calcáreos. Vio que había muchas baldosas gastadas y me propuso reemplazarlas por otras iguales. Yo justo estaba tomando mate con Arcadio, un vecino, habitué histórico, que venía todos los días a ver cómo iba la obra. Él escuchó a este señor, lo miró serio y le dijo: “Si está gastado por algo es”. Es así, ¿cuántas historias guardan esas baldosas?

Le pregunto a Martín cuál es su lugar preferido y sin dudar me habla de la barra:

— Antes estaba habilitada solamente para apoyar el codo y tomar un café. Yo pensé en un diseño en el que, sin cambiar la barra original, la gente también se pueda sentar a comer. Y me encanta cuando veo dos personas que eligen ese lugar habiendo otros espacios disponibles, porque el que va a la barra está dispuesto a conversar.

Dos amigos y un legado

Hace quince años, Miguel Feas y Martín Conte eran compañeros de trabajo en un banco. Un día Martín le dijo a Miguel que iba a tomar otro camino, que se lanzaría a abrir un bar en Palermo. Ahí a Miguel le brillaron los ojos, la palabra “Tokio” apareció por primera vez en las conversaciones entre los dos. Le contó que él nació en un café de Villa Santa Rita, donde su papá había trabajado desde que llegó de España, con dieciséis años, hasta su último día.

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El papá de Miguel entró al Tokio como lavaplatos, después fue mozo, después fue comprando de a porcentajes el comercio hasta que terminó como dueño. Eso a mediados del siglo pasado. “Mi socio nació en esa habitación”, dice Martín, y señala el lateral del salón más alejado de la avenida Jonte, dirige su mirada hacia el pasaje que le da nombre al bar notable. “Él siempre cuenta que las mesitas de luz de los padres eran dos cajones de verdura”, agrega, para que imagine el ambiente, el tiempo, el esfuerzo, los amores que esta esquina cobijó y que hoy a ellos les toca preservar.

Desde que falleció el padre de Miguel, el Tokio estuvo alquilado. Y cada vez que Miguel y Martín se juntaban ese nombre propio reaparecía. “Tokio, Tokio, Tokio, Tokio”. Martín seguía con su bar, Miguel trabajaba en el banco. “Hasta que hace unos años él me dijo que estaba con la idea de recuperar el café familiar, de volver a estar al frente del negocio y que quería hacerlo conmigo”, cuenta Martín.

Martín Conte (izq) y Miguel Frías (der), los dos amigos que llevan adelante El Tokio.

La casa de muchos

Durante los meses que el local estuvo en refacciones, ellos sentían la incertidumbre en la cara de los vecinos que se acercaban a preguntar. ¿Qué iba a pasar con El Tokio? ¿Debían despedirse de su esquina preciada? Por eso, dice Martín, “desde el primer momento nosotros quisimos darle tranquilidad a la gente”.

El Tokio iba a seguir siendo el Tokio y Martín no escatimó esfuerzo en despejar toda duda: “Le dije a Miguel que me diga nombre por nombre cada uno de los habitués que él recordaba, que yo de alguna manera iba a averiguar los teléfonos. A algunos fui a verlos a la casa, les toqué el timbre. Quería contarles quién era yo y que Miguel iba a estar también en esta nueva etapa. Un día hice un asado y los llamé uno por uno para que vengan y vean la obra.”

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¿Qué es el Tokio para vos?

— Lo quiero muchísimo más que a un comercio. Acá nos relacionarnos con gente que ve en este lugar mucho más que un café, mucho más que un restaurante. Es la casa de muchas personas, además de la nuestra. Eso hace que nosotros tengamos una especie de responsabilidad social, más allá de vender comida y bebida. Mi socio y yo entendemos al Tokio como un espacio de encuentro, donde pasan muchas cosas.

A lo largo del día

En esta esquina de Álvarez Jonte y el pasaje Tokio las persianas suben a las ocho de la mañana. “Hay algunos que a las 7:45 ya están parados afuera esperando que abra el bar”, cuenta Martín. A lo largo del día se sirven las cuatro comidas. “Hoy viernes, por ejemplo, cerramos a las doce y media de la noche”.

Al mediodía ofrecen un menú “ejecutivo” a un precio accesible (11500 $), que incluye el plato del día con agua o soda y café. “Hoy fue pollo al horno con guarnición. A veces puede ser filete de merluza, a veces puede ser algún bife. Tenemos una carta muy clásica, bien porteña. Son los platos de la abuela, de mamá, y sale todo muy rico”, describe Martín con orgullo.

El Tokio no tiene pantallas de televisión. Sí tiene música, y la melodía depende de la hora. “Por ahí a la mañana ponemos algunos tanguitos de fondo, a la noche quizás un jazz instrumental”, dice Martín, y mientras conversamos suena una canción de Andrés Calamaro.

Martín habla de “empatía” como un valor fundamental que comparten todos los que trabajan en El Tokio: “La cuestión económica hoy está muy difícil. Salir a comer es un esfuerzo, entonces nosotros valoramos que hagan ese esfuerzo y que nos elijan. Los queremos hacer sentir como en casa. Ese es un objetivo nuestro: que la gente que venga se sienta bien atendida.”


Bar «El Tokio»
Dirección: Av. Jonte 3548 y Pasaje Tokio
Instagram: @eltokiobar

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