Sea una tarde despejada, en la que el sol filtrándose por la cortina entibia tu habitación y te empuja a salir, o sea una tarde gris, donde el encierro no parece ser tu mejor opción, en Floresta podés encontrar a los artistas del Colectivo Banderín, ofreciendo clases y espectáculos en la plaza que les dio el nombre, la de Chivilcoy y Camarones.
Colores por todos lados, música, clavas y hulas volando. Lo que arrancó como un entrenamiento al aire libre, terminó siendo un show.
¿Y estos pibes, de dónde salieron?
Cuando la pandemia fue aflojando y dio algo de lugar a la vida social, los malabaristas tomaron las plazas. Eran un gran número de jóvenes, conectados en un grupo de whatsapp, que un día se encontraban acá, otro día allá, muchas veces en la Plaza Banderín: les encantaba ese espacio, y sobre todo, su anfiteatro, ese escenario público que lucía abandonado. Ellos se propusieron activarlo, hacerlo su lugar. Comenzaron a impulsar eventos artísticos, invitaron a amigos y conocidos del circo, el teatro, la danza. Y llegó un día en que los que siempre participaban, se miraron entre sí y descubrieron que eran todos del barrio. Decidieron elegir un nombre que los identificara y el 9 de julio de este año se presentaron en sociedad: hicieron su primer varieté como Colectivo Banderín.
Son cuatro, todos sub 30 y estudiantes. Natalia Cansler y Agustín Áleman cursan la Licenciatura en Artes Escénicas en la Universidad de San Martín; Damián Gaba completa la tecnicatura en Tiempo Libre y Recreación en el ISTR, Cecilia Balestrini estudia circo en el Galpón de Haedo y teatro en Café Artigas. Los cuatro dan talleres para chicos y realizan shows en eventos. Los malabares, la acrobacia, la actuación, la música, son su mundo. Ellos llevan el circo a la vuelta de tu casa. Celebran la cultura en comunidad.
La plaza colectiva
“A esta plaza vienen muchos grupos”, cuenta Cecilia y detalla: “Están los del Centro Cultural Baldomero Fernández Moreno, los de tango, los de la murga, está la Feria La Juana, está Integrar Caminos. Por suerte hicimos amistad con todos, formamos alianzas. Buscamos que los eventos no se superpongan y que si hay otro grupo con una actividad el mismo día, que haya una buena convivencia.”
Cuando se acerca la fecha de un show programado, el Colectivo se divide las tareas: los volantes, las redes sociales, la venta de rifas, conseguir los elementos, organizar el staff. Cada martes la plaza los reúne para definir, planificar y debatir: desde la administración, la logística, los próximos eventos y el detrás de escena. Los vecinos comienzan a acercarse: “¿Qué hacen hoy, show o entrenamiento?” “Avisen si hay clases”. Cuando practican la gente se detiene alrededor, se queda mirando.
Sentimientos
“Creemos que estamos expandiendo el circo, y encima lo hacemos en nuestra casita.” “Es como un regalo que nos hacemos a nosotros y a su vez a les vecines.” “Pensamos que abrimos puertas, porque si sos artistas sin mucha experiencia escénica y tenés miedo de mostrarte, podés hacerlo acá y sabés que vas a tener contención.” “La gente que se acerca vibra en la misma, les gusta, ayudan y comparten.” “Cuando hacemos algo quedamos con una energía linda, de agradecimiento.” El mismo sentir expresan los cuatro.
Dos nenas de no más de ocho años, corren desde la lona donde su familia disfruta de un picnic en la plaza y encaran a los del Banderín: “¿hoy hay malabares?”, pregunta una, “¿por qué no vinieron todos los integrantes?”, irrumpe la otra. Su papá corre tras ellas, saluda y pide disculpas por la interrupción de sus hijas.
“Nunca nadie se quejó por la música o el sonido”, apunta Cecilia, “el anfiteatro resguarda bastante, pero además nosotres buscamos no molestar, al contrario, queremos integrar”.
Donaciones y financiamiento
Al principio, todos los gastos eran costeados por el grupo. Actualmente, lo recaudado a la gorra en los espectáculos les sirve para pagar a los artistas invitados, si los hay, o financiar las ideas futuras. Cuando necesitan materiales para un show o están acopiando donaciones para regalar, hacen correr la bola y los amigos y vecinos siempre responden solidariamente. “¡Dale que el boca en boca, convoca!”, publican en sus redes sociales. Desde materiales de limpieza para el anfiteatro, pintura y pinceles para un mural, galletitas y juguetes para repartir en el festejo del día de la niñez, hasta libros, como fue últimamente, para llenar una biblioteca ambulante. También juntan fondos a través de una cuenta bancaria, que difunden desde una página web. “Para nosotros cada donación es gratificante porque habla de la confianza que nos tienen, significa que lo que hacemos, se valora”, afirman.
También libros
Su último gran evento ocurrió el 7 de noviembre, con la inauguración de una biblioteca ambulante, a la que llamaron Museo Literario. Durante la tarde hubo cuentacuentos, teatro, un micrófono abierto para quien quisiera cantar o contar una historia, y por supuesto, la biblioteca. “La gente preguntaba si los libros estaban a la venta, y nosotros les decíamos que no, que si les gustaba uno se lo llevaran, que eran donaciones, y estaban ahí para que circulen”, cuenta Cecilia.
Ahora su foco está puesto en la próxima varietté, que será en diciembre. Y su sueño a largo plazo, dicen, “es que el Colectivo Banderín, sin perder su esencia, siga creciendo, hasta convertirse en una escuela de circo al aire libre”.♦
Colectivo Banderín
Instagram: @colectivobanderin
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