Sábado, 15 horas. Los integrantes del grupo de teatro comunitario Épico de Floresta van llegando a la Plaza del Corralón. En un rincón apartado se reúnen, dejan sus camperas amontonadas al pie de un árbol y arman una ronda, abstraídos del gentío que alrededor suyo hace picnic, juega a la pelota, espera el turno para vacunarse, visita la huerta, todo en el mismo parque.
Luis Cañiu viene cargado: en una mano trae un acordeón y en la otra un cajón peruano. Es el director musical del Épico hace 17 años. Mientras saca del estuche el acordeón, llegan a la plaza Gabriela Matz y Fernando Damico, la dupla de actores que aceptaron el desafío de dirigir a este grupo en reconstrucción, que ahora son diez, pero aún recuerdan cuando eran cincuenta en escena, gente de todas las edades que tenía su teatro aquí mismo, cuando El Corralón todavía era un viejo edificio, un refugio cultural para vecinos y vecinas. Herederos de aquella historia, ahora que las restricciones más duras de la pandemia quedaron atrás, El Épico de Floresta retorna a su espacio reciclado en plaza, despunta otra tarde de teatro y música en comunidad. La acción vuelve a comenzar.
“La música es para todos”, dice Luis. Su frase de cabecera puede ser tomada literalmente, ya que, años atrás, logró por ejemplo que una persona a la que le faltaba un brazo pudiera tocar la batería. “Hay gente que fue excluida de coros, excluida de tocar algún instrumento y cuando alguien te dice ¨vos no podés¨ es un revés, es un golpe”, afirma este músico egresado del Conservatorio Clasico de Morón “Alberto Ginastera”, con las mejores calificaciones, catalogado de tener oído absoluto. Luis divide su trabajo con el Épico en dos áreas: por un lado, da un taller de instrumentos para adultos (sus encuentros son los sábados a las 13 hs, previo a los de teatro) y por otro, dirige la parte musical de la obra de teatro en proceso de creación.
La música, al igual que el teatro, parten de la improvisación. En la ronda, una vecina propone una melodía, otra la repite y le agrega la suya, y otro, luego, suma una tercera combinación de sonidos. Luis coordina la creación colectiva, acompaña con el acordeón. Al rato, el grupo ha creado una música, que sube y que baja, que se alarga y frena, que los participantes repiten y se aprenden de memoria, la cantan, le agregan gestos, la actúan.
“La propuesta del Épico es que se sume quien quiera sumarse, eso es parte del teatro comunitario, la inclusión”
Gabriela Matz tiene 36 años y empezó su formación como actriz cuando tenía apenas 14, en el Centro Cultural San Martín. Siguió con Cristina Banegas, continuó en Timbre 4 y luego hizo el Conservatorio en el EMAD. Se sumó al Épico como directora en marzo de este año, atraída por la historia del Corralón, convocada por lo singular del teatro comunitario. “La propuesta del Épico es que se sume quien quiera sumarse, eso es parte del teatro comunitario, la inclusión”, afirma Gabriela, “que sean vecinos y vecinas los que participan y no solo actores y actrices profesionales es parte de su riqueza”. Gabriela hace dupla en la dirección con Fernando Damico, también actor y director con un amplio recorrido, que viene de trabajar con Pompeyo Audivert.
Antes de lanzarse a los juegos teatrales, es preciso que el cuerpo esté distendido. Manteniendo cierta distancia y con los barbijos bien colocados hacen ejercicios de elongación. “La disponibilidad que tiene esta gente para trabajar es lo que me motiva”, dice Gabriela. “Hace frío y vienen igual. Teresa tiene ochenta años y está acá haciendo estiramientos como él que tiene veinticinco.”
“Teatro puede hacer cualquiera que esté dispuesto a jugar”, afirma Gabriela. ¿Pero cómo es el camino que lleva desde esos juegos hasta una obra que un día mostrarán al público? “Se construye a partir de la improvisación”, responde la actriz, y argumenta: “vos tenés que ver qué imaginario traen estos cuerpos, qué crean, no venís a imponer una idea”. Ahora están en pleno proceso de trabajo con una obra de Discépolo, llamada Babilonia, que fue reversionada por algunos miembros del Épico y titulada “Los de arriba, los de abajo”. Será una propuesta física, musical y teatral, pero todavía está lejos de su estreno. En tiempos de pandemia, mejor no poner fechas.
Hay otra palabra que no puede faltar si se habla de teatro comunitario: identidad. Gabriela, que vive en Villa Santa Rita, dice que antes todas sus actividades quedaban lejos de casa. “Ahora el Épico me está trayendo más ancla, más identidad barrial, no tengo que salir una hora y media antes para llegar a otro lugar, no, sucede acá”. ♦
EL ÉPICO DE FLORESTA
Dirección: Gaona 4660 – Plaza del Corralón
Instagram: @elepicodefloresta
Facebook: #elepicodefloresta
Twitter: @epicodefloresta
web: www.elepicodefloresta.org.ar