Milongas a la vuelta de la esquina

Para mujeres y para hombres, para mayores y para jóvenes. Para experimentados y principiantes. Por poca plata y a pura pasión, música y movimiento: así se baila el tango en nuestros barrios.

Tengo una foto de mi mamá y mi papá muy jóvenes, pelo engominado él, vestido de punto ella, sonrientes en un abrazo de tango. El recuerdo en blanco y negro se actualiza al escribir esta nota. “En esa foto estábamos en uno de los bailes del club Imperio”, me dijo ella una vez.

“Es que los clubes antes eran como los boliches de hoy”, reflexiona Daniel Saint Hillaire, el presidente del Centro Cultural Resurgimiento, cuando lo llamo para que me cuente de la milonga de “Resu”.

“Mi tía me cuenta que en los bailes de carnaval acá se juntaba todo el barrio”, me decía Mariela Martínez, una vez que la entrevisté por su trabajo en la Sociedad de Fomento Manuel Belgrano, donde hoy funciona la milonga Tres Arroyos.

“Los vitalicios tienen muchas anécdotas de Mariano Mores, de Julio Sosa, del Polaco Goyeneche” -puntualiza Pablo Gerez, presidente actual de Villa Sahores, y agrega: “todos ellos y sus orquestas pasaron por el club”.

En el salón de la Sociedad Friulana, apenas arrancaba la milonga y ya las primeras parejas copaban la pista.

Después, en los años noventa -en pleno auge de gimnasios privados, barrios privados, escuelas privadas, servicios médicos privados, edificios con amenities- cuando parecía que el tango era cosa del pasado, una chispa encendió una brasa que evidentemente no se había apagado del todo.

Podía ser que, a los que entonces teníamos veintipico, alguien nos hablara de La Viruta si justo paseábamos por Palermo, y con cierto resquemor nos animáramos a una clase de tango.

Otra vuelta más, tarde o más temprano, nos enterábamos de que los domingos en San Telmo había una movida bárbara en la plaza Dorrego, y allá íbamos.

De golpe nos encontrábamos bailando abstraídas, abstraídos, en un abrazo milonguero con una muchacha, con un muchacho al que nunca le daríamos la hora en una disco; ahí no importaba su edad, no importaba si era lindo o feo, no importaba si era cool, cursi o sencillo en su vestir, sólo importaba esa comunicación, que era corporal y espiritual, social e íntima, que duraba lo que una pieza de baile y te llenaba el corazón por toda la noche, una comunicación que desconocíamos.

Una noche de verano en la Milonga de La Glorieta.

De ese burbujeante caldo de cultivo surgieron las y los profesores de tango de hoy, muchos de los cuales organizan los espacios de baile y dan vida al circuito milonguero de Buenos Aires.

Cuando les hacés la pregunta “¿cómo llegaron al tango?” en todas las respuestas se escucha la misma sorpresa y fascinación. “Iba caminando por Florida con mis hermanos, vimos a una pareja bailando y nos dieron ganas de aprender. Cuando vuelvo a mi casa ese día -yo vivía por Vicente López- en un centro cultural veo un cartel que dice ‘Hoy empiezan las clases de tango’, y fui.

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María Laura Collavini y Gustavo Negrotto, organizadores de Cocoliche, Tres Arroyos y la milonga de La Glorieta.

Empecé a tomar las clases porque empezaban ese día y yo justo tenía tiempo.” La que relata este comienzo es María Laura Collavini, organizadora -junto con Gustavo Negrotto- de tres milongas en la zona: Cocoliche (en el Centro Cultural El Taller), La Glorieta de Versalles (en la plaza de Los Bomberos) y Tres Arroyos (en la Sociedad de Fomento Manuel Belgrano). Hoy dedica el noventa por ciento de su trabajo al tango y el diez por ciento restante a cocinar: en Cocoliche, ella es la responsable del buffet de su propia milonga.

“Yo soy de la provincia de Corrientes y hace catorce años que vivo en Devoto. El tango me atraía, era una asignatura pendiente hasta que un día, con veinticinco años, fui a una milonga por primera vez y ya no quise volver a un boliche” –cuenta Sandro Almirón, organizador de La Friulana (la milonga que una vez al mes se realiza en el elegante salón de la Sociedad Friulana de Devoto) y agrega: “ya pasaron quince años de aquel día, hace once que enseño a bailar y uno que me dedico al tango por completo”.

Sandro Almirón junto a Mariana, Claudia y Tadeo. Los cuatro organizadores de La friulana.

Además de la milonga Sandro da clases grupales y particulares, brinda servicio de tango dancer y ofrece coreografías para fiestas de casamiento.

Gloria González es la responsable, junto con Eduardo Del Puerto de la milonga del Club Federal y de GEVP. Cuenta que fue un filósofo japonés el que la empujó al tango: “En una conferencia aquí en Argentina él preguntó quiénes de los presentes bailaban folclore y quiénes bailaban tango. Muy pocos levantaron la mano. Él decía que no teníamos que desconocer nuestra cultura. Eso me empujó a ponerme como objetivo aprender.

Gloria González, organizadora junto a Eduardo Del Puerto de la milonga del Federal y la milonga de GEVP.

Primero tomé algunas clases y me fue atrapando cada vez más. Hice la carrera en la Universidad del Tango y después de recibirme cursé un seminario de pedagogía. Comencé a dar clases en un centro de jubilados en Urquiza, después en distintos clubes, también clases particulares y hoy estoy totalmente abocada a esto.

Milongas del barrio

Algo para destacar es que se puede ir a bailar tango aun con los bolsillos flacos. Los precios de las entradas no superan los 150 pesos (a veces menos), están las que son a la gorra y varias incluyen una clase previa. Algunas proponen un encuentro mensual, otras son semanales.

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Todas cuentan con buffets económicos y como broche de oro, siempre aparece una pareja de bailarines profesionales que viene a presentar un show y a veces también hay música en vivo.

“Esto implica para nosotros un esfuerzo porque tenemos que cubrir el costo, pero nos parece importante sostenerlo porque mucha de la gente que viene a nuestras milongas no va al circuito tradicional, entonces tratamos de acercar al barrio lo que de otro modo se perderían”, dice María Laura Collavini, opinión que seguro es compartida por sus colegas organizadores de las demás milongas barriales. ♦


(*) Foto de portada: La milonga del Federal, en el festejo del día de la primavera.


MILONGAS EN EL BARRIO:

La milonga de Resurgimiento, en el C.C. Resurgimiento (Artigas 2262). Primer sábado de cada mes. Clase a las 21 hs y luego milonga.

El Alargue, en el Centro de jubilados de Pza. Irlanda ATE (Seguí 850). Primer sábado de cada mes. Clase a las 10 AM y luego milonga.

La milonga de GEVP, en el club GEVP (Tinogasta 3455). Segundo sábado de cada mes a las 21 hs.

La Devoto, en la Sdad. de Fomento Devoto Oeste (Bermúdez 3351). Segundo sábado de cada mes. Clase a las 19 hs. y luego milonga.

La milonga del Federal, en el club Federal Juniors (Sanabria 2125). Tercer sábado de cada mes a las 21 hs.

Tres Arroyos, en la Sdad. de Fomento Manuel Belgrano (Tres Arroyos 3861). Último sábado de cada mes. Clase a las 20 hs. y luego milonga.

La milonga de la terracita, en el club GEVP  (Tinogasta 3455). Los sábados de verano -menos el tercer sábado del mes-, se desarrollan estas milongas en la terraza del club.

La Friulana, en la Sdad. Friulana de Devoto (Navarro 3972). Tercer domingo de cada mes. Clase a las 18 hs. y luego milonga.

Cocoliche, en el C.C. El Taller (Elpidio González 4967). Domingos de marzo a septiembre. Clase a las 17:30 hs. y luego milonga.

Milonga de la glorieta, en la Plaza de los Bomeros (Arregui al 6000). Domingos de octubre a febrero. Clase a las 17 hs. y luego milonga.

5 comentarios en “Milongas a la vuelta de la esquina

  1. Me encantó éste vínculos vecinales, información de hermosas milongas en los clubes de barrio…para la barra tanguera, felicitaciones !!!

  2. Me encanta este periódico, que nos informa de todo lo que acontece. Sumamente interesante.Muchas gracias. Lic. Hilda Beatriz Lopez Arguinzoniz

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