El rugby es comunitario en Floresta

Javier Roberto es el presidente del Floresta Rugby Club, una asociación que a partir del deporte cultiva lazos de solidaridad en todos los aspectos de la vida.

Una tarde de invierno, muy fría, Javier iba en su moto a comprar remedios. Eran días de pandemia, todo el mundo en la calle andaba embarbijado. Parado en el semáforo de Rivadavia y Carabobo, vio a un cartonero que caminaba en ojotas, para colmo una de las dos estaba rota y el hombre la arrastraba. Javier se acercó con la moto y le dijo: “Escuchame, ¿cuánto calzas?” La conversación terminó con que Javier se sacó las zapatillas que llevaba puestas y se las regaló. Él no sabía que alguien que lo estaba viendo le sacó fotos y las subió a Facebook. El hecho se viralizó como “el motoquero solidario” y a Javier empezaron a llamarlo de la televisión para hacerle notas. Lo bueno fue que aprovechó esa fama para pedir donaciones, porque el Floresta Rugby Club en ese momento estaba entregando bolsones con alimentos a cuarenta familias.

De papá a presidente de un club

Hace 15 años Javier llegó al rugby sin conocer nada del deporte. Llegó acompañando a su hijo, que en ese momento tenía nueve y no se entusiasmaba con ninguna actividad deportiva. “Lo llevamos a fútbol, nada, lo llevamos a taekwondo, nada, lo llevamos a tenis, nada, lo llevamos a natación, nada. Le comprábamos toda la ropa y decía ¨no quiero seguir¨. Hasta que lo llevamos al Floresta a que pruebe rugby. El primer día el entrenador recibió a Martín y me dijo ¨listo papá, quedate tranquilo que está conmigo¨, se lo llevaron y me puse a hablar con los coordinadores. Cuando salió, no me olvidó más, tenía una cara de feliz cumpleaños tremenda.”

Dice el papá que al chico lo enganchó “el compañerismo, que apenas entró lo aceptaron”. Y junto con Martín entró toda su familia en el club de rugby de Floresta: su papá, su hermano Federico apenas tuvo la edad, y la mamá, Roxana, que es contadora y da una mano en la parte administrativa.

Javier tiene un problema respiratorio, producto de trabajar muchos años en un frigorífico, que le impidió disfrutar del rugby jugándolo. Pero fue involucrándose en los otros roles: “De papá pasé a colaborador de un entrenador, después hice un curso en la URBA, la Unión de Rugby de Buenos Aires y fui entrenador de los Infantiles. Cuando mi hijo subió a Juveniles, fui manager (una especie de segundo papá, o de tío, que si hay algún pibe que está teniendo problemas por lo que sea, le brinda apoyo, también se ocupa del papelerío de los aptos físicos, de comprar la mercadería para el tercer tiempo, que es el momento después del partido donde comparten una comida los equipos rivales); después pasé a integrar la comisión directiva como vocal y desde el año pasado soy el presidente”.

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Floresta Rugby Club entrena en el polideportivo de Parque Avellaneda y juega sus partidos de local en el predio de las piletas Namuncurá, mientras reclaman al gobierno porteño la cesión de un espacio propio.

El devenir de un club sin sede

El Floresta Rugby Club nació en el 2005. Los primeros equipos entrenaban en la plaza Monte Castro, pero rápidamente creció el número de jugadores y se mudaron al polideportivo de Luz y Fuerza, en Segurola y Remedios Escalada de San Martín. Se siguió sumando gente y volvieron a mudarse, esta vez al polideportivo de Parque Avellaneda. Los fines de semana alquilan una cancha en las piletas Namuncurá para jugar los partidos.

Javier y toda la comunidad del Floresta Rugby Club reclama hace años al Gobierno de la Ciudad que les ceda un predio, apoyándose en el valor social que tiene el club para la comunidad. “Si hay algo que tengo es perseverancia”, dice el presidente refiriéndose a su demanda, “yo hablé con Jorge Macri antes de que asuma y me prometió que nos iba a dar una mano. Todos los meses llamo a la Secretaría de Deportes para decirles ¨no se olviden que me prometieron esto¨, y me dicen ¨sí, aguantá Javi que antes de diciembre vamos a tener una reunión¨. Hay unos cuantos predios públicos que les hemos marcado, tanto en el Parque Roca como en el Indoamericano, que son más o menos cerca”.

Aún sin sede propia, el Floresta Rugby Club compite en el torneo de la URBA contra clubes de mayor envergadura y dice el presidente que para los otros clubes ellos son un semillero: “los pibes aprenden el deporte con nosotros y después los que quieren ser más competitivos se van a clubes que tienen una infraestructura para retenerlos. A nosotros nos llena de orgullo que pasen por Floresta, después jueguen en otro club y vuelvan para colaborar. Hoy nuestros entrenadores de juveniles son jugadores que se han ido a otro club y cuando se retiraron volvieron.”

La familia del Floresta Rugby Club

Hay muchas cosas que hacen particular a este club de rugby y todas tienen que ver con su sentido comunitario. Entre las doscientas personas que hoy lo integran, se mezclan chicos que viven en las villas de Zabaleta, Carrillo y la 1-11-14 con chicos de clase media. Dice Javier que la cuota hoy es de 6.000 pesos pero que el chico que no la puede pagar asiste igual: “el chico juega, el chico viaja, el chico come, el chico tiene su camiseta. Los problemas son de los adultos, no de los chicos. La cabeza de todo aquel que viene a Floresta es esa”.

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Además de los días de entrenamiento y partido, agregaron otro momento de encuentro al que llaman “la escuelita”. “Desde hace unos seis meses los lunes vamos a una biblioteca que queda a dos cuadras del parque, donde nos prestan una sala, y hacemos de maestros. Con algunos jugadores del plantel superior damos clases a apoyo.” Dice Javier que a veces hay cinco chicos y a veces, en época de examen, se suman hasta veinte de todas las edades.

Entre una cosa y otra “es muy agotador el día a día de Floresta”, reconoce el presidente, “porque el jugador no es que viene a entrenar martes y jueves y el sábado juega. Hay que pintar la cancha, hay que hacer el tercer tiempo, hay que ayudar a los pibes con el estudio. Y están los problemas de cada uno: ¨tengo que pagar el alquiler, no llego a pagar el colegio, me quedé sin trabajo¨. Y el problema de uno es de todos; cada uno por su lado va viendo cómo ayudar».

– Entonces la gente que quiere sumarse al Floresta, además de querer jugar al rugby tiene que querer ser parte de esta modalidad comunitaria.

– Tiene que tener esto que le sale a uno de adentro: querer ayudar al prójimo.  Es muy agotador pero yo me alimento de la alegría de mis hijos. Me alimento de ver a los chicos que en vez de estar en la calle drogándose, o que te avisen que lo mataron, ves que un pibe que se recibe del secundario y no tiene un traje, viene un compañero y se lo presta, o se hace una vaquita y se le compra el traje. Y ver la cara de feliz cumpleaños de ese pibe por ponerse una vez un traje, eso para mí ya es todo.♦


FLORESTA RUGBY CLUB
Instagram: @florestarugby
Facebook: Floresta Rugby Club
Entrenamientos: Polideportivo de Parque Avellaneda. Martes, jueves y viernes desde las 19 hs.

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