Lo que natura sí da

Cuando Mariana Kameniecki camina por la ciudad lo que ve es un mundo de interacciones entre vegetales, animales y microorganismos. Sabe de sus alianzas y sus disputas. En una época en la que nos hemos convertido en "la especie en riesgo de extinguirlo todo", personas como ella son un GPS imprescindible para recalcular el rumbo.

Cuando Mariana Kameniecki camina por la ciudad lo que ve es un mundo de interacciones entre vegetales, animales y microorganismos. Sabe de sus alianzas y sus disputas. En una época en la que nos hemos convertido en "la especie en riesgo de extinguirlo todo", personas como ella son un GPS imprescindible para recalcular el rumbo.

Lo que natura sí da

Cuando Mariana Kameniecki camina por la ciudad lo que ve es un mundo de interacciones entre vegetales, animales y microorganismos. Sabe de sus alianzas y sus disputas. En una época en la que nos hemos convertido en "la especie en riesgo de extinguirlo todo", personas como ella son un GPS imprescindible para recalcular el rumbo.

“No damos más”, le dijo la verdulera una tarde de 40 grados. Sus hijos la acompañaban mientras ella trabajaba en el local de Jonte y Boyacá. El sol pegaba en el toldo que lograba atajar la luz pero no el calor sobre esa porción de vereda sin árboles. “Mirá, si conseguís alguien que traiga un pico y te levante las baldosas yo te traigo un árbol”, le dijo Mariana, que conoce el poder de una copa frondosa. “¡No, qué voy a conseguir!”, se rio la verdulera, pero le aceptó un duraznero para su casita de la provincia.

Arbolar el barrio

Esto de plantar árboles por el barrio empezó cuando Mariana se mudó con Federico a la casa que era de sus abuelos, en Artigas y Gaona, “que nunca tuvo un árbol en la vereda”. “Una noche levantamos las baldosas con el pico y armamos flor de plantera. Ahora hay un algarrobo blanco que llega más arriba del balcón y da sombra a la casa”.

Mariana dice Algarrobo blanco y tiene mucho más para agregar: “es un árbol muy representativo de comunidades de Argentina que se adapta a condiciones extremas de sequía. Brinda sombra, brinda miel –las abejas lo eligen por la calidad de la flor–, brinda alimento para el ganado, brinda medicina y brinda las chauchas. Con las chauchas se puede hacer una bebida y se puede hacer harina de algarroba, o sea, es comida duradera.”

El algarrobo de Artigas y Gaona fue el primero. “En los alrededores de esas cuadras hay un montón de árboles que plantamos nosotros”. La verdulera fue una más de tantos vecinos a los que Mariana y Federico les regalaron árboles.

“En los alrededores de esas cuadras hay un montón de árboles que plantamos nosotros”

@reinaplantula

“En la naturaleza todo es dinámico. Si sabemos observar vamos a descubrir nuevas transformaciones”, escribió Mariana en un posteo de Instagram acompañando un reel de fotos que tomó mientras regaba el jardín. En una se ve el reverso de una hoja enorme de Kale, ese vegetal que últimamente incorporamos en la dieta los porteños, colonizada por unos bichitos color beige. El texto sobre la foto dice: “llegaron los pulgones al kale”. “¡O no! ¿Y ahora cómo curará a esa planta?”, pensamos los espectadores ignorantes. La imagen siguiente trae el alivio. Sobre otra hoja de la misma planta se ve un bicho marrón con manchitas negras y muchas patas cortitas, como un gusano pequeño y el texto dice: “larvas de vaquita de San Antonio, el predador natural del pulgón”, también llegó hasta el Kale en procura de su alimento.

El cambio de paradigma

Cuenta Mariana una anécdota de unos quince años atrás que da cuenta de un cambio cultural que aún está en proceso. En la Facultad de Agronomía ella estudiaba Floricultura, una actividad  que demanda plantas perfectas, “porque si el cliente le ve una hojita comida no la compra”. “Yo me acuerdo de estar trabajando en un invernadero cuando apareció un grillo y el profesor dijo ¡salgan, voy a fumigar!”, ese era el criterio que primaba en la carrera, recuerda Mariana.

Te puede interesar  Deslizándose en “la Roffo”

Sin embargo, por esos años este accionar frente a la naturaleza ya comenzaba a hacer ruido: “el cambio de paradigma lo introdujimos los alumnos, fuimos nosotros los que empezamos a cuestionar que se usara tanto agroquímico”.

“El cambio de paradigma lo introdujimos los alumnos, fuimos nosotros los que empezamos a cuestionar que se usara tanto agroquímico.”

A la par Mariana estudiaba Producción Vegetal Orgánica, otra tecnicatura que ofrece la Facultad de Agronomía. En sus clases se hablaba de “controladores naturales” de plagas.

Por esos años conoció a Federico y con él la Reserva Ecológica Ribera Norte: “es un juncal que va creciendo a medida que se depositan los sedimentos traídos por el río. Hay un bosque ribereño que viene bajando por las islas del Delta y, aunque está fragmentado, permite que compartamos especies con la selva misionera; llegan a nuestra costa las que se adaptaron a los inviernos más fríos”, así describe Mariana el lugar que, dice, le abrió un mundo nuevo.

Ahí Federico trabajaba como voluntario en un vivero de plantas nativas: plantas que para ella eran totalmente desconocidas. “Como no se utilizaban en proyectos de jardinería ni de arbolado nadie en Floricultura las mencionaba”.

Hoy todos sabemos qué es una planta nativa. Pero ese conocimiento es producto de un cambio cultural que, en alguna medida, se incubó en aquella Reserva y del que Mariana fue parte: “Cuando yo entré como voluntaria en la Reserva empezamos a dar un curso que se llamaba ¨Descubriendo las plantas nativas¨. El curso se llenaba, venían muchos vecinos pero también venía gente que trabajaba en distintos municipios y eso fue lo interesante”, dice Mariana, “ahora esos municipios hace años incorporaron las nativas en los viveros municipales que cultivan lo que luego va a las veredas, plazas y parques.”

Para que venga una mariposa

¿Cuál es el problema de los árboles y plantas que no son nativos?  “Antes a mí no me parecía problemático ver un fresno en la vereda. Ahora lo veo lleno de semillas, y sé que si esas semillas llegan a un área natural y germinan va a ser un desastre ambiental.

Y reconozco que es algo bastante controvertido porque las plantas que tenemos alrededor nuestro por más que sean exóticas ya son parte de nuestra identidad cultural”.  Mariana habla de una identidad construida sobre la idea de que lo autóctono tiene menos valor, que considera a las plantas que crecen solas como “yuyos” y entonces hay que sacarlas.

Sin embargo esos yuyos eran parte de un ecosistema compartido con animales e insectos, en el que juntos lograban un ambiente equilibrado. Al desaparecer las plantas también desapareció la fauna asociada.

Te puede interesar  Vamos a arbolar, mi amor

Para tomar conciencia de esa conexión “las mariposas son una puerta de entrada seductora porque tienen linda fama”, dice Mariana. “Si vos querés ver una mariposa simplemente conseguí su planta hospedera y si tiene corredor biológico al mes va a aparecer la mariposa a poner huevos. Es impresionante, ¿cómo se enteró de que en tu balcón pusiste una enredadera nativa y era la que ella come?”, Mariana no deja de maravillarse.

Entre la gestión ambiental, la ciencia y la poesía

Hace unos años trabajó en el censo fitosanitario de Caba. Ella era parte de un equipo que debía relevar el arbolado existente, verificar su estado y marcar los lugares donde se podría agregar una plantera. Sin embargo, lo que hoy ve le resulta frustrante: “No solo no agregaron planteras donde se podía sino que en muchos casos la plantera que había la taparon. Lo tengo visto en un montón de lugares del barrio: si vas por Gaona caminando desde Nazca hacia Boyacá vas a ver que hicieron las veredas nuevas y quitaron las planteras. Son cuadras de pleno sol, sin árboles, donde levanta muchísimo la temperatura.”

¡Tantas cosas podrían hacerse para mejorar nuestro medioambiente urbano! Por poner un ejemplo: “¿Notaste que no hay más bichitos de luz?”, Mariana apunta a un detalle que es parte del todo: “Los bichitos de luz son grandes predadores de otros insectos y acá ya no están por la contaminación lumínica. Para lograr que vuelvan en algunas ciudades se implementó una idea llamada Dark Skies Initiative; se trata de poner barreras al alumbrado para que haya sectores que permanezcan a oscuras por encima de las luminarias, entonces los bichitos de luz ahí se puedan ver y reproducir.”

Charlar con Mariana es apasionante. Tanto tiene para contar y no se cansa. @reinaplantula, el nombre de su instagram, lo tomó del apodo que le puso un compañero del secundario: la llamaba así porque en el colegio se la pasaba dibujando plantas.

Hoy Mariana da cursos de nativas en la Facultad de Agronomía, también da uno especial para docentes que se llama “Interacciones biológicas en el patio de la escuela”. Y cuando le queda tiempo, sigue dibujando.  “Vincular las clases de botánica con el arte” es lo que tiene en mente para este año. “Es muy metafórica la botánica, muy poética. Lo que me atrajo siempre es eso: ver el mundo asombrada. Quiero seguir aprendiendo sobre eso y transmitirlo. Contarlo para que le llegue a otros.” ♦


Mariana Kameniecki
Cursos: www.reinaplantula.com.ar
Instagram: @reinaplantula

Quien quiera adentrarse en la mirada sobre la naturaleza que propone Mariana, puede empezar por ver esta webinar gratuita sobre plantas nativas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *