Los murgueros que iniciaron La Cura de la Locura se conocieron en el TAP, un Taller de Arte Popular que queda por Boedo. Arrancaron justo antes de la pandemia y no llegaron ni a tres ensayos antes del aislamiento obligatorio.
Recién en agosto del 2021 volvieron a juntarse, barbijo de por medio, algunos de ese grupo fundador. “Éramos poquitos y para poder cantar murga uruguaya hace falta por lo menos ser entre nueve y diez”, dice Santiago. Pero esas ganas que habían estado agazapadas durante un año y medio, una vez que se soltaron no iban a replegarse así nomas. Les faltaba un director, entonces los dos miembros más aptos por su conocimiento musical, Juan y Javi, asumieron el rol. Con las herramientas que tenían se las arreglaron para hacer las primeras canciones.
“A mí me convocó el nombre de la murga”, dice Ani, que entró por esos días. “De repente me apareció en Instagram “La Cura de la locura”, ví que era un grupo que recién estaba empezando y les escribí. El primer ensayo fue en lo de Walter. ¡Era un bardo! No se entendía quién dirigía. Pero veía que cada uno aportaba una cosa chiquita y al final se quedaban a cantar. El momento en el que yo dije ¨me tengo que quedar acᨠfue cuando uno sacó la guitarra y empezó a tocar La colombina, de Jaime Roos, una canción que me encanta. Era lo que necesitaba: un grupo de gente que siga cantando porque sí, y si después deriva en algo más grande buenísimo”, cuenta sobre sus motivaciones iniciales la murguista.
“Pero la historia de la murga en su etapa actual empieza cuando llega Emilio Castro Rojas al grupo. Él sí es un histórico de la murga uruguaya”, dice Juan. “Su aporte ha sido inestimable porque tiene la experiencia de estar en las competencias y en los lugares donde se vive el carnaval en Montevideo. Cuando él se hizo cargo de la dirección hicimos un despegue muy importante”, dice Walter.
Por qué murga uruguaya
“La murga porteña es el corso, el desfile y una gran cantidad de gente que se muestra a través de su baile; lo coral puede o no estar presente”, describen los murguistas y explican la diferencia: “En la murga uruguaya sí o sí necesitamos un escenario y micrófonos, es como una ¨comida musical política¨, con esas palabras la define Raúl Castro que es un referente uruguayo de la murga “Falta y Resto”.”
“A mí lo que me pasa, desde que empecé, es que no puedo parar de ver videos sobre el tema. Ayer llegué hasta los orígenes, en Cádiz. Tiene algo de mística y de épica y de espíritu alegre intercalado con una crítica social muy potente. Para mí poder transmitir eso a la gente, que se puedan reír, que se puedan emocionar, y que puedan reflexionar porque estás diciéndoles cosas con humor pero con crítica, me parece de un arte magnífico”, dice Flor.
Estructura de la murga uruguaya
El espectáculo que propone este estilo de murga debe cumplir ciertas reglas que impone el concurso del carnaval uruguayo: en 45 minutos exactos tiene que contar una historia dividida en segmentos: la presentación, el salpicón (momento en que la murga cuenta los acontecimientos del año en clave de humor), le siguen los cuplés (donde se hacen representaciones más teatrales con algunos diálogos y música), y la canción de retirada. “Ahí la murga se despide, promete que va a volver y canta la bajada que es el momento en que baja del escenario y termina entre la gente. Eso es clave también: la murga siempre termina entre la gente, nunca termina arriba del escenario”, dice Santiago.
Cada espectáculo está guiado por un tema disparador que está expresado en el nombre. El que La Cura de la Locura va a presentar este 2024 se llama “Excesos”.
Presente
“Yo soy docente de nivel inicial y psicóloga”, “yo soy musicoterapeuta y comediante musical”, “yo maestro de música”, “yo soy ambientóloga”, “yo soy abogado”, “empleado público”, “él es ingeniero y él es psicólogo”, “ falta otro compañero más que es actor y un muchacho que es arquitecto”, se van presentando los integrantes de la murga contando otras facetas de sus vidas. Hay tres que se vienen desde el conurbano (San Martín, Malvinas Argentinas, Laferrere), el resto viven dispersos por Caba y algunos en los barrios donde la murga arraiga: Villa del Parque / Paternal.
Si algún lector está tentado en sumarse, sepa que La Cura de la Locura anda buscando una batería (tres personas que toquen instrumentos percusivos: bombo, platillos y redoblante). En el coro les faltan primos y primas, que es el registro del medio. Uno de ellos explica: “Dentro de la murga hay tres registros: segundo, que son los que cantan más grave; primo o prima que son los que cantan en el medio, y después sobreprimos o sobreprimas que son los que cantan más agudo. Cada registro tiene una melodía propia y eso ensamblado produce la magia de la murga”.
Pero si usted no es ni percusionista ni primo/prima, ¡no se desanime! Los murguistas aclaran: “no tenemos un número definido de cuántos tenemos que ser, entre trece y diecisiete podemos. Además no necesariamente los que se suman tienen que querer cantar. Hay personas que pueden querer hacer el vestuario, el maquillaje, ocuparse de la producción.”
Hoy tienen su sala de ensayo en el Teatro El Tejón, de Jonte y Terrero. Cuenta Walter que en los últimos meses tuvieron “un flash de gente que ingresó”, y eso les dio un gran impulso “porque las improntas de cada uno siempre suman”.
“Empezamos a conformar una identidad con la suma de pequeños detalles: el logo, la remera, el lugar. Empezamos a profesionalizarnos con la puesta, con las canciones, con los arreglos, con las letras, con la dirección. Así surge algo que te colma, que te da alegría, que te desafía para más y se torna algo con lo que querés vivir”. ♦
La Cura de la Locura
Instagram: @lacuradelalocura
