Dani Negro: cantar desde el nido

Dani Negro se la pasa cantando desde que recuerda. Frente a un espejo, con su abuela, en el coro de la escuela, en el aula de la universidad o en escenarios. Canta temas propios en su disco Nido y enseña a cantar en su casa de Villa Santa Rita.

Una guitarra, un teclado, un bombo, un bongó, una kalimba… entrás al monoambiente donde vive Dani y para donde mires ves instrumentos. Y si no entrás, si simplemente pasás del otro lado de su puerta, casi seguro que vas a escucharla cantar.

Ahora tiene 34 años pero cuando tenía 8 también la hubieras escuchado, porque en este monoambiente vivía su abuela y ella se la pasaba acá. “Mientras mi abuela dormía la siesta yo, para no embolarme, recorría los pasillos cantando. Al principio iba con un radio grabador de mi viejo y después con unos walkman”, recuerda la vecina, que ahora está componiendo la segunda parte de un disco llamado Nido.

– ¿De dónde te viene el gusto por la música?

– Mi mamá siempre me cuenta que en la casa de su abuela, o sea, de mi bisabuela, se guitarreaba muchísimo. Ella enviudó joven y se volvió a casar con un payador que tenía una casa de antigüedades adonde muchas figuras del folclore iban a buscar vestimentas para actuar. Entonces entre ese grupo de gente se armaba: vino, empanadas y guitarreada hasta las altas horas.

Todo esto siempre resonó en mi cabeza. Después, mis abuelos tuvieron peñas, siguieron la tradición, aunque yo no las viví. Mi abuelo falleció cuando yo tenía seis años y mi abuela, que le encantaba el tango, siempre iba a milonguear. Y como yo me quedaba mucho tiempo en su casa, iba a milonguear con mi abuela a todos los lugarcitos del barrio: por Gaona había un restaurant con cena-show, donde cantaban tango amigos suyos. También frente a la vía de Villa del Parque había un salón de fiestas donde a veces había milonga.  Yo me iba de joda con mi abuela, esta es la realidad. Y a la par en mi casa se escuchaba mucho rock. A mis ocho años yo escuchaba mucho Charly, mucho Fito. Los primeros recuerdos que tengo son bailando y cantando frente a un espejo gigante en la casa de mi vieja y escuchando música todo el tiempo.

Camino musical

Dani empezó la primaria en el Cardenal Copello, de Devoto, y a los pocos años la quisieron cambiar de escuela. Eso no fue un problema para ella, lo que sí, lo que les pidió a su mamá y su papá, es que la pasaran a una escuela que tuviera coro, y el resto de la etapa escolar la hizo en el San Ramón Nonato, de Floresta.

Estudiar música recién pudo hacerlo de adolescente porque el presupuesto en su casa no daba para pagar clases particulares. “En la secundaria me enteré que existían centros culturales públicos gratuitos en el barrio y me anoté en el Baldomero Fernández Moreno (que funciona en la escuela Rosales) para estudiar guitarra. Después fui a El Taller que queda en Elpidio González y Bermúdez, a aprender percusión.” Los dos centros ofrecen clases gratuitas del Programa Cultural en Barrios.

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Daniela hoy reflexiona sobre el desconocimiento que tenía su familia de las posibilidades que ofrece el Estado: “Es loco porque a mis viejos no se les ocurría utilizar las herramientas estatales y hoy yo las utilizo para mis alumnos todo el tiempo”. Dani se refiere a su trabajo como docente socioeducativa en el programa de “Coros y orquestas bonaerenses”, al que ingresó hace siete años, después de haber estudiado Trabajo Social en la UBA, Percusión en la Escuela de Música Popular de Avellaneda y Música Argentina -con orientación en canto- en la UNSAM, todas universidades públicas.

Llegar al folclore

Cuando era adolescente Dani escuchaba rock, después empezó a entrarle al jazz estilo bebop, al latinjazz, al reggae, a la música latinoamericana y a la música en inglés. Recién a los veinte llegó al folclore.

“Por el dos mil y pico empezó a haber grupos que hacían un folclore con otra sonoridad, quizás más actualizado que escuchar a Cafrune, que es hermoso, o Atahualpa, que yo los escucho y me emocionan, pero estos grupos que empezaron a hacer cosas más vocales, más modernas, a utilizar quizás contenido del jazz, creo que lograron que hubiera un boom de juventud escuchando folclore nuevamente. Pienso en el grupo «Aca Seca», también en las «Ay mama». Después, por otro lado, hoy en día está lleno de cancionistas que toman elementos del folclore pero que no hacen folclore, no deja de ser música urbana. Y el más grande haciendo eso para mí es Fito.

– ¿Y el folclore qué es?

– El folclore tiene géneros: la zamba, la chacarera, la vidala, la cueca, la cueca cuyana, el gato norteño, el gato cuyano, el escondido, el triunfo, la milonga, el chamamé, la tonada… Algunos, los que son bailados tienen formas más estrictas, porque si querés que la gente baile tenés que respetar esas formas. Y hay otros géneros que, si bien tienen su estructura musical, son más libres.

Nido

Hace ya unos años Dani viene componiendo los temas de un álbum en dos partes: Nido 1 y Nido 2.

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«El primero está grabado en vivo, tiene energía y fuerza, una sonoridad muy norteña influenciada por mis primeros viajes a Jujuy y por muchos amigos jujeños con los que venía tocando”, dice la compositora. “Hay un bailecito, hay unas cuecas, una zamba. Y después tiene una especie de festejo hecho con kalimba que se abre un poco más a la música latinoamericana”. Nido 1 tuvo su gira de presentaciones en vivo (que seguirá en las vacaciones de invierno por La Rioja y Catamarca) y puede escucharse en Spotify.

Mientras tanto, Dani está trabajando en Nido 2, que será “un poco más introvertido, con una sonoridad más oscura, con canciones un poco más tranquis, yéndome un poco más para otros géneros, más canción litoraleña que no tienen una forma tan específica porque no se baila”, adelanta, y sintetiza: “la idea es que entre los dos sean un solo disco de composiciones propias con raíz folclórica”.

Cantar y enseñar a cantar

“Puedo tocar otros instrumentos pero los míos son la percusión y el canto”, dice Dani y cuenta del dúo que formó junto a Inés Crespo, “Indaié Dúo”, en el que hacen música latinoamericana, reuniendo canciones propias y de otras compositoras contemporáneas.

En el barrio, Dani cantó el año pasado en el festival santarritense y durante el verano solía escuchársela en los “Jueves Acústicos” del Santa Rita Bar. “Estoy buscando lugares para tocar en el barrio”, avisa a los vecinos.

Y que sepa el vecinadario también que Dani da clases de canto individuales y grupales. Las grupales son talleres pensados sobre todo para adultos y adultas mayores. “Nos juntamos a cantar, también vocalizamos y aprendemos un poco sobre el uso adecuado de la voz”.

– ¿Por qué lo pensaste para adultos mayores?

– En mi trabajo en la escuela me preguntan muchos adultos «¿no hay algo así para gente más grande?» Y la realidad es que no hay tanto. Hay coros, pero capaz hay gente que no se siente tan confiada como para cantar en un coro, entonces esta propuesta es sin presiones: nos juntamos a cantar. Pero también yo voy midiendo y la idea es mejorar e ir aumentando la complejidad. Lo central es pasar un buen rato cantando. Y es lindo, a veces se emociona la gente también, porque la música tiene eso. ♦

Foto de portada: Julieta Colazzo @julicolazzo


Instagram: @dan.negro
Spotify: Dani Negro

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