Pensá en la Villa del Parque que conocías: “La costumbre del buen día, buenas tardes, buenas noches. La tranquilidad, las casas bajas, las plantas”. Así describe Susana el ambiente al que se mudó junto a su marido cuando eran jóvenes, el barrio en el que criaron a sus hijas y echaron raíces. Ahora son testigos de cómo ese entorno se resquebraja.
“Mi casa es como un bebé para mí. Empezamos sin nada, hicimos un esfuerzo supremo para comprarla y estábamos muy felices”, dice esta vecina de Campana y José Pedro Varela. Susana vive en un duplex que linda con “una casita que es una hermosura realmente”. Sus últimos dueños la habían transformado en un café literario y salón de fiestas. Al lado de esa pequeña casa, en la esquina, hay un chalet. Durante muchos años perteneció a una familia que tenía un comercio sobre Cuenca. Los hijos ya se habían ido y hasta hace poco todavía la habitaba el matrimonio mayor.
“Un día me enteré que las dos casas habían sido vendidas por sumas importantes”, recuerda Susana que la noticia se la dio el dueño del chalet en 2021. Ambas fueron adquiridas por la inmobiliaria Wiñazki, uno de los actores más importantes en la transformación del barrio. Susana se agarró de la cabeza, pensó “¡qué desastre! ¿Me tendré que ir de acá? ¿Cómo sigo yo mi vida?”.
Un abrazo que salva
Abrazar un edificio es una herramienta para defender lo que esas paredes representan frente al riesgo de que algo que nos abraza a nosotros desaparezca. La comunidad se junta para abrazar escuelas, hospitales, bibliotecas públicas y también casas privadas. Y a veces los abrazos salvan: eso pasó, al menos provisoriamente, en la esquina de Campana y José Pedro Varela.
Después de cuatro años sin novedades a la vista, el 2 de junio otra vecina, Marisa, había salido a dar una vuelta con su perra. Vio a unos trabajadores clavando soportes en la vereda, alrededor del chalet de la esquina. Se acercó a preguntarles qué hacían y la respuesta fue la que temía: estaban por tapiar el lote para demoler la casa. Marisa sacó fotos y compartió la novedad en el chat del grupo Conciencia Urbana Comuna 11.
—Marisa: ¡Dolor vecinal! Les confirmo que van a demoler la casa que está en la esquina de José Pedro Varela y Campana. Y también van a demoler la que está pegada, sobre Campana. Las dos las compró la misma constructora y, obviamente, van a hacer un edificio… la demolición va a ser en aproximadamente en quince días.
—Liliana: ¡Ay!!! Esa casa tenía protección patrimonial y la protección desapareció mágicamente.
—Sandra: ¡Ay nooo! Tendríamos que abrazar esa casa.
—Marisa: El arbolito que está sobre Campana cuando florece es de lo más bello que tenemos en Villa del Parque. ¡También debemos oponernos a su extracción! Cuatro árboles rodean a las dos propiedades.
—Liliana: Veamos de hacer alguna visibilización.
—Sandra: Son dos casas símbolo del barrio, que quede testimonio de que los vecinos hicimos todo lo posible.
El día del abrazo se fijó para el jueves 5 de junio. Mientras tanto, las vecinas más activas del grupo investigaron y difundieron la información que explica por qué esa casa hoy está al borde de desaparecer.

Ganar y perder protección patrimonial
Hay una ley en la Ciudad de Buenos Aires, la 3056, que resguarda el patrimonio arquitectónico anterior a 1941. En el año 2014 el chalet de Campana 3406 fue incluido en el catálogo de inmuebles abarcados por esta ley. Eso le confería “protección cautelar” -provisoria- de su fachada. Para que la protección sea definitiva tenía que intervenir la Legislatura, aprobar una ley que la confirme. Esa instancia nunca sucedió y entretanto la constructora que compró el chalet (Distrito DVT Real Estate, del ex futbolista Damián Manusovich) pidió que sea descatalogada. Cosa que consiguió en 2023.
¿Quién votó a favor de levantar la protección cautelar del chalet? El asunto lo trató una Comisión del Consejo Asesor de Asuntos Patrimoniales, compuesta por nueve miembros. Cinco votaron a favor y cuatro en contra. El día del abrazo, los de Conciencia Urbana imprimieron en hojas A4 los nombres propios, hicieron carteles y los colgaron en la esquina para que todos sepan quiénes son los que con su voto afectan la calidad de vida de miles de vecinos y vecinas.
Aprobaron la descatalogación: José Ignacio Barassi, por la Sociedad Central de Arquitectos; Diego Boyadjian por la Facultad de Arquitectura de la UBA; Mariano Pedulla, por la Comisión Especial de Patrimonio Arquitectónico y Paisajístico de la Legislatura; Demian Kot, por la Comisión de Planeamiento Urbano de la Legislatura; y Marta García Falcó, por el Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo. Votaron en contra: Micaela Hernández, por la Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes Históricos; Izaskun Martíneza Castillo, por el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires; Carlos Sunini Burmester, por el Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio de Argentina (CICOP); y María Cristina Fernández, por la Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural.

El argumento de quienes avalaron quitar la protección cautelar fue que “el perfil urbano tenderá a consolidarse en una escala sensiblemente diferente a la del edificio en cuestión, que es de planta baja. En ese contexto, el caso en estudio quedará aislado por no formar conjunto con ninguna de las piezas adyacentes…” “En cuanto a sus características arquitectónicas puede decirse que, si bien se encuadra en los lineamientos de un “chalet pintoresquista”, sus calidades de diseño y materialidad no presentan una singularidad relevante que la hagan prevalecer sobre sus condiciones urbanas.”
Un concentrado de comunidad
El jueves 5 de junio a las 18 horas, la gente empezó a llegar a la esquina. Las dos casas estaban tapadas por un reluciente muro de chapa, listas para ser demolidas. La superficie metálica brillaba impecable, pero no por mucho tiempo. Al rato llegaron vecinos con aerosoles y esa tarde la graffiteada fue parte de la acción colectiva. “Basta de demoler”, “No al nuevo Código Urbanístico”, “No nos quiten el sol”, “Mi barrio no es un negocio”, “Manusovich mejor volvé a jugar al fútbol”. Cuando la juntada vecinal se dispersó, las frases escritas en la esquina alargaron el grito.
Durante el encuentro, Sandra Barbonetti, integrante de Conciencia Urbana, recordó la lucha “en contra del Código Urbanístico tan nefasto que empezó con Rodríguez Larreta en 2018 y se modificó con Jorge Macri en 2024”. “Las vecinas y vecinos presentamos proyectos de ley alternativos pero fue una lucha desigual. Teníamos en contra al Gobierno de la Ciudad y a los desarrolladores, que aunque ellos se dicen pequeños se agrupan en grandes corporaciones y van arrasando los barrios.” “Es terrible pasar por adelante de casas que conocíamos y ver esta chapa horrible. Y días después donde estaba la casa vemos un agujero. Desde lejos se escuchan los ruidos de los martillos neumáticos, es una tortura. No nos da ganas de seguir pasando por estas esquinas porque vemos cómo van destruyendo el patrimonio.”
Luego Yamila Rambaldi, miembro de la Asociación Basta de Demoler Buenos Aires, se preguntó “¿por qué nos tenemos que fumar un edificio de ocho pisos en el medio de un barrio de casas bajas? ¿Por qué no piensan en los vecinos que ya estamos habitando estos barrios? ¿Quién se va a bancar esta construcción? Veníamos diciendo que se va a cortar la luz, que no van a alcanzar las cloacas. Ya estamos viviendo lo peor de esta ola de construcciones desastrosas y ahora encima tenemos que perder un lugar patrimonial ¿por qué? Porque son ineptos y aparte codiciosos, no les alcanza con lo que tienen.”
También Alejandra Ezcurra, vecina de Villa Devoto, puso el acento en el negocio que impulsa esta transformación urbana: ”¿saben cuántos departamentos se han vendido tanto acá como en Devoto en las nuevas torres? Si hacemos una estadística son más los que están vacíos y que nunca fueron ocupados que los que están realmente vendiéndose. ¿Qué está pasando que hacen edificios y los departamentos están vacíos? Esto no responde a una necesidad habitacional”. “¡Es lavado de dinero!”, otra vecina completó la idea que Alejandra dejó picando.
Buenas noticias
Nueve días después el chat de Conciencia Urbana se despertó con un mensaje alentador: ¡la Justicia obligó frenar la demolición del chalet de Campana! Gracias a la ola que generó el abrazo y la repercusión que tuvo en los medios de comunicación, el Observatorio por el Derecho a la Ciudad vio oportuno presentar un amparo colectivo y pedir la “nulidad e inconstitucionalidad de la Resolución que desafectó el inmueble”. El juez Gallardo encontró válidos los argumentos de la Asociación Civil (representada por el abogado Jonatan Baldiviezo) y ante la inminencia de la demolición dictó una medida precautelar: cualquier tipo de obra debía detenerse hasta tener una sentencia definitiva.
El triunfo sorprendió a Susana y la contagió de entusiasmo: “Fui al abrazo pero descreía que realmente fuera a servir para algo. Después una amiga me mandó un mensaje y me dijo ¨apareció una medida de restricción de la obra¨, salí a la calle y ví el cartel de obra clausurada. Pensé: ¡Un milagro de la vida! La verdad que me dieron una lección, esto me hizo pensar que uno solo no puede pero muchos juntos sí pueden… Me despertó, me recordó algo en lo que yo antes creía.”
Consultado por Vínculos Vecinales el Dr. Jonatan Baldiviezo advirtió con prudencia que “falta mucho” para que la Justicia resuelva la sentencia definitiva: “Recién se dictó una medida precautelar, cuando el GCBA acompañe todos los expedientes el juez resolverá la medida cautelar”.
Mientras tanto, en Conciencia Urbana saben que la participación vecinal será fundamental para que esa sentencia sea favorable. Y ahora que obtuvieron una victoria esperan que más vecinos y vecinas se sumen. A la gente que no creía que se pueda conseguir algo, ellas y ellos les dicen: “miren, se puede”.
Instagram: @concienciaurbanac11