Enrique Lifschitz por el grupo del Taller de Historia Barrial

El taller de historia barrial comenzó a funcionar en el Centro Cultural Baldomero Fernández Moreno en 1986 y a lo largo del trayecto pasaron muchos vecinos con diferentes intereses, pero Enrique fue un protagonista activo desde el primer día hasta 2015.

Los comienzos de la democracia y la reaparición de los conflictos políticos, hicieron que Enrique, en un momento de cambio en su vida personal, retomara su participación social basada en una postura ideológica con la que siempre estuvo comprometido. En sus comienzos el taller reunió a radicales yrigoyenistas y también a los seguidores de Alvear; a representantes del partido socialista y a miembros del partido comunista entre los que se contaba Enrique y Normando Iscaro. La participación de peronistas fue mucho menor y esporádica.

El taller quizás era la expresión de lo que había sucedido en Floresta norte ya que reunió a los que habían aportado para la conformación y la solución de los problemas barriales. Algunos de estos actores habían iniciado en 1958, un movimiento para la recuperación de las manzanas comprendidas entre Camarones – Cesar Díaz –Mercedes y Chivilcoy para Floresta. En ese momento nació un órgano de expresión barrial que fue el periódico Vínculos Vecinales en el que Enrique participó junto a Rusconi, del Movimiento Cooperativo. Salieron tres números solamente.

Si bien este movimiento se retomó en 1983, cuando el gobierno militar quiso otorgar el hoy llamado Polideportivo Pomar a los periodistas deportivos, fue el comienzo del taller el que inspiraró a Enrique para volver a editar Vínculos Vecinales en forma de revista. Era un momento de efervescencia participativa y Enrique sentía la alegría de haberse reencontrado consigo mismo. Sin embargo, llegó 1989, la hiperinflación y la imposibilidad de seguir con la publicación de la revista. En mayo de 1989 se despidió pero fiel a sus convicciones y, seguidor incansable del poeta Almafuerte hizo de la frase no te des por vencido, ni aun vencido, (primer verso del poema Piu avanti), un lema de vida.

Al poco tiempo retomó la publicación de Vínculos en forma de periódico mensual haciéndose cargo en forma personal desde la diagramación hasta la distribución del periódico. Primero en bicicleta y luego caminando recorrió desde Parque Centenario hasta la avenida Segurola.

Aunque su tarea era solitaria, su espíritu socialista se mantuvo siempre alerta y solidario. Así su periódico sirvió para difundir las necesidades y los problemas barriales, para darle espacio a aquellos que querían decir algo, y para promover las actividades barriales y también aquéllas que consideraba importante para mejorar la calidad de vida. Fue un activo participante en la organización de la cooperativa EBC de editores barriales cooperativos convencido que defender los medios de prensa barriales es defender la voz de los vecinos.

Trabajador incansable, murió a los 86 años, el 29 de setiembre, luego de haber cumplido con su tarea de ir a buscar los diarios de la imprenta y comenzar a repartirlos. Estaba fatigado y se planteaba ponerle fin a su tarea pero no podía, sus convicciones eran más fuertes. Fue la muerte la que puso fin a su dilema y ahora seguramente descansa en paz.

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