La discusión acerca de la enseñanza/aprendizaje es algo cotidiano en el Juan B. Justo. Los estudiantes del terciario hacen sus prácticas en el nivel inicial, en la primaria y en la secundaria; los chicos están acostumbrados a interactuar con ellos, a que haya una profesora observando la clase. A la par, las maestras y maestros de grado visitan el nivel terciario para contar a las y los estudiantes del profesorado sus experiencias. “Hay una comunión muy linda entre todos los niveles, un trabajo a nivel pedagógico muy potente”, dice Estela Fernández, como preámbulo para contar su preocupación por que todo este trabajo se pierda cuando el próximo año ella se jubile y su cargo, tal vez, quede vacante.
“Hay una comunión muy linda entre todos los niveles, un trabajo a nivel pedagógico muy potente”
Estela es la rectora del IES Juan B. Justo de Villa del Parque, uno de los 29 profesorados públicos que tiene la ciudad de Buenos Aires. Accedió a ese cargo en el 2015 gracias al voto de docentes, estudiantes y graduados luego de ejercer durante años como profesora titular de “Enseñanza de la matemática” y “Prácticas” materia que aún sigue dictando.
Institutos en peligro
Ser docente titular es la condición necesaria para postularse como rector/a. Sin embargo, poco a poco los profesorados se van quedando sin titulares porque el Ministerio de Educación de Caba se niega a titularizar: la mayoría de los profes del terciario son suplentes e interinos. En el “Juanbe” quedan muy pocos titulares, por eso el día que Estela se jubile tal vez no haya quien esté en condiciones de reemplazarla.
“La falta de docentes titulares, que a la larga redunda en la vacancia en los cargos de conducción, implicará la desaparición de los institutos”, afirma, y agrega: “Este trabajo de interrelación entre los cuatro niveles que estamos contando ya no habría manera de sostenerlo”. ¿Qué responden desde el Ministerio de Educación de Caba? “Que la decisión política es no titularizar en el nivel superior. No lo informaron por escrito pero nos lo han dicho verbalmente frente a nuestros insistentes reclamos”.
“La falta de docentes titulares, que a la larga redunda en la vacancia en los cargos de conducción, implicará la desaparición de los institutos.”
El Ministerio, la escuela y las familias
No siempre pasó que en las escuelas los directivos y docentes se sintieran ninguneados por el Ministerio. Si históricamente hubo períodos más armónicos y otros más tirantes, “en el último año el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires utilizó mecanismos que debilitaron el vínculo entre las familias y la escuela”.
Cada vez que tenía algo que comunicar en lugar de bajar la información a los equipos de conducción para que a través de ellos llegue a las familias, las novedades se difundían en los medios de comunicación o con un mail personal a cada madre y padre. Así las autoridades escolares y los docentes quedaban afuera del diálogo. “Pasamos a ser espectadores de las medidas que se anunciaban públicamente respecto a lo que nosotros íbamos a hacer”.
En ese contexto, “lo mal preparados que están los docentes, lo vagos, lo incapaces que son: esa mirada sobrevoló el debate público y la escuela fue usada como coto de caza de la puja política”, dice la rectora.
“A quienes conducimos las escuelas se nos hace muy difícil gestionar apoyándonos en las normas institucionales que nos organizan, que nos dan entidad, cuando parece que todo el mundo puede opinar sobre lo que es de nuestra competencia”.
VV: La necesidad de reformular la formación docente es uno de los temas que se azuzan en la discusión pública, ¿qué opinión tienen ustedes sobre esto?
EF: Consideramos que sí hay que repensarla pero nosotros queremos formar parte, no queremos que se nos impongan decisiones. Cuando uno pregunta a los estudiantes del profesorado cuáles son los problemas que observan en la formación dicen cosas muy concretas y pertinentes. Los profesores también nos damos cuenta de los problemas y los decimos.
El discurso del Ministerio es que somos conservadores y que no queremos cambiar nada. No es así. Lo que no queremos es que las modificaciones de los planes de estudio partan desde arriba sin tenernos en cuenta, porque no van a llegar a nada, van a salir mal.
El discurso del Ministerio es que somos conservadores y que no queremos cambiar nada. No es así. Lo que no queremos es que las modificaciones de los planes de estudio partan desde arriba sin tenernos en cuenta, porque no van a llegar a nada, van a salir mal.
Estela advierte que el malestar que este destrato provoca en los docentes hace que muchos terminen renunciando. Y no hay suficientes docentes para cubrir todos los cargos porque cada vez hay menos gente que quiere ser docente.
Se suma al problema un enredo administrativo: desde la pandemia los actos públicos para cubrir los cargos son online y la plataforma obliga al docente que quiere tomar un cargo a que también tome otros. “Vos querés uno pero no te permite tomar ese solo, tenés que tomar varios. Entonces vos tomás varios y después, lógico, te quedás con el que verdaderamente querías y renunciás a los otros. Como resultado, esa semana esos otros cargos quedan sin cubrir y se tienen que volver a publicar.”
VV. ¿Qué recatás como positivo en este contexto?
EF: Nosotros podemos decir que interiormente en nuestra escuela estamos bien, en el sentido de que disfrutamos. A veces pasa a un segundo plano por todo esto que estamos hablando, pero el disfrute sigue estando porque nuestros pibes siguen queriendo a la escuela, siguen queriendo estar, pertenecer a la escuela. Ese vínculo no se quebró, todo lo contrario. La escuela sigue siendo el lugar de referencia por excelencia de nuestra juventud. El lugar que los convoca, que los une, es el lugar donde se puede pensar una sociedad solidaria.
«El disfrute sigue estando porque nuestros pibes siguen queriendo a la escuela, siguen queriendo estar, pertenecer a la escuela. Ese vínculo no se quebró, todo lo contrario.»
Lugar de pertenencia
Estela destaca el trabajo que durante este año llevó adelante el centro de estudiantes del nivel medio. “Dan un orgullo enorme. ¡Les preocupa lo académico! Por iniciativa de ellos nos reunimos con los delegados para organizar clases de apoyo para los chicos de primer año que tienen dificultades. Han realizado jornadas recreativas, festivales de música en los que también proponían juegos de preguntas y respuestas con contenidos de historia. Es bellísimo lo que hacen. Se lo toman con mucha responsabilidad, nos escuchan mucho, tenemos un diálogo permanente.”
En los claroscuros de la adolescencia, que la escuela sea el lugar de referencia también se pone en juego cuando se sienten mal. “Ese fue otro tema terrible que se agregó este año”, dice Estela. “Menos mal que está la escuela para escucharlos porque se incrementó muchísimo la cantidad de chicos y chicas con angustia, que viven situaciones muy delicadas y hablan en la escuela porque no se atreven a hablar en la casa. Ellos saben que pueden pedirnos ayuda y cuando pasan situaciones graves nosotros no tenemos horarios.”
Estela distingue la preocupación y el trabajo extra que implica tener que intervenir en problemas sociales o personales de los estudiantes del malestar que les provoca el maltrato recibido desde el Ministerio de Educación o los medios de comunicación. “En un caso lo vivimos como parte de nuestra tarea en tanto referentes de los chicos, en el otro te destruye”, dice.
Sin embargo, esta rectora se resiste a darse por vencida. “Yo creo que la escuela y la docencia siguen siendo faros de una sociedad solidaria en un mundo que se vuelve cada vez más individualista.”♦