PIMIODKA. Algo nuevo en Devoto.

Pimiodka es el nombre de un postre que inventaron Mayra e Iván, que combina, en cantidades justas, Pimienta, Chocolate y Vodka. Y es el nombre que eligieron para su local de Sanabria 3180, donde ofrecen cosas ricas recién horneadas. “Vendemos las cosas que a nosotros nos gusta comer”, dicen.

Pimiodka es el nombre de un postre que inventaron Mayra e Iván, que combina, en cantidades justas, Pimienta, Chocolate y Vodka. Y es el nombre que eligieron para su local de Sanabria 3180, donde ofrecen cosas ricas recién horneadas. “Vendemos las cosas que a nosotros nos gusta comer”, dicen.

PIMIODKA. Algo nuevo en Devoto.

Pimiodka es el nombre de un postre que inventaron Mayra e Iván, que combina, en cantidades justas, Pimienta, Chocolate y Vodka. Y es el nombre que eligieron para su local de Sanabria 3180, donde ofrecen cosas ricas recién horneadas. “Vendemos las cosas que a nosotros nos gusta comer”, dicen.

Mayra e Iván crecieron en el barrio en los años 90. A Iván le encantaba jugar a la pelota. Mayra amaba bailar.

A Iván lo hizo hincha de Velez un vecino taxista, que cuando tenía 4 años lo llevó por primera vez a la cancha. Hasta los 13 años jugó en el CANBA: “el club de mis amores, quedaba a la vuelta de mi casa”, nos cuenta. Fan de Messi de la primera hora, el año pasado tuvo la alegría de estar en el estadio del Barcelona y verlo meter dos goles. Fue en un viaje por Europa que había emprendido junto a Mayra, y mucho de lo que allí vivieron dio forma a lo que hoy es Pimiodka.

A los seis años Mayra comenzó a tomar clases de danza árabe. Bailar y cocinar fueron desde chica sus dos pasiones. El gusto por la cocina lo heredó de su familia paterna: de tradición italiana, cocinar era una fiesta en la casa y ella siempre estaba ahí en el medio, acompañándolos y aprendiendo. Al día de hoy continúa cocinando y bailando: cuatro veces por semana va al Estudio Profesional de Danza, toma clases de hip hop y danzas urbanas, y se prepara para entrar al Profesorado de Danza Jazz.

Pimiodka destaca sobre Sanabria. Dan ganas de probar todo lo que se ve. Y la hospitalidad de Mayra e Iván hacen que uno se olvide de los problemas del mundo y quiera pasarse ahí toda la mañana. ¿Qué historia hay detrás de esta joven pareja que en los tiempos que corren deciden lanzarse a la aventura de un emprendimiento gastronómico propio?

MAYRA: Cuando terminé la secundaria, yo tenía decidido estudiar gastronomía, por suerte mis viejos me pudieron pagar la carrera, porque sólo se estudiaba en lugares privados. Hice la Tecnicatura en Gastronomía en el Instituto Educativo Argentino. Me recibí pero no trabajaba de eso, trabajaba en el área de cobranzas en una financiera. Mi mamá siempre me decía “¡Tenés que trabajar de lo que estudiaste!” Yo le contestaba “¡No es tan fácil, mamá!”.

Cuando yo trabajaba en la Financiera, Iván trabajaba en el Aeropuerto de Ezeiza, en una empresa tercerizada que se dedicaba al control de la importación y exportación. En eso estábamos cuando decidimos irnos a vivir juntos.

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Mayra en Pimiodka.

IVAN: Yo en mi casa ayudaba a mi vieja a cocinar y no mucho más. Pero siempre me gustó comer mucho, de adolescente venía de jugar al fútbol y comía con voracidad. Después me empezó a gustar además de comer mucho, comer bien. Me quedaba enganchado en la tele mirando programas de cocina. Cuando nos vamos a vivir con Mayra fue decir “¡Ahora de verdad hay que cocinar!”. Y le dedicábamos muchas horas, fuimos afinando día a día ese placer. Era invitar a amigos y ver que nos había salido rico, invitar a familiares y comprobar que les gustaba.

MAYRA: Hace un año atrás la situación del país nos afectó de lleno a los dos, primero lo despiden a él de su trabajo y a los dos meses me despiden a mí.

IVAN: Pero unos meses antes de que nos despidan habíamos hecho un viaje por Europa que nos despertó un montón de ideas, sobre todo en Barcelona y en París. Por ejemplo, la idea de usar tanta madera en la decoración, la manera de iluminar, de mantener siempre el rico olor… también descubrimos sabores.

O sea que anduvieron de viaje por Europa, volvieron, los echaron de sus trabajos y a los pocos meses ya estaban abriendo su propio local. ¿Cómo fue que se dio todo tan rápido?

MAYRA: Mi mamá tenía este local, que justo estaba disponible y nos lo ofreció. Cuando yo era chica mis viejos tenían acá una regalería, pero la crisis de fines de los 90 les pegó mucho, hasta que tuvieron que cerrar. El local se alquiló: hubo un kiosco, una casa de galletitas, un locutorio y el último local fue un service de lavarropas.

Estábamos con todas las dudas sobre qué hacer, cuando el local quedó disponible. Era muy estresante decidir si invertíamos o no. Teníamos mucho miedo porque era todo el dinero que teníamos. Pero entre tantos debates dijimos “vamos a arriesgarnos, vamos a invertir, vamos a poner el local”.

IVÁN: Cuando estábamos por empezar con la construcción mi mamá sufre un ACV y a las tres semanas fallece. Fue un golpe durísimo porque ella estaba sana, no tenía nada. En medio del duelo todo el mundo nos decía “tienen que seguir, no se tienen que estancar”.

MAYRA: Para la obra tuvimos la ayuda del primo de Iván y la novia, que son arquitectos. Ellos tienen un estudio, que se llama “Pukará”, y vinieron con sus trabajadores a hacer la obra. Cuando comenzó la construcción, empezamos a caer en lo que estaba surgiendo. Finalmente el 22 de diciembre inauguramos.

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Hoy es muy placentero poder trabajar de lo que me gusta, y sin Iván no lo podría haber logrado.

¿Qué cosas se pueden comer en Pimiodka?

MAYRA: De lo que es pastelería, vas a encontrar tiramisu, chocotorta, cheesse cake, crumble de manzana, brownies. Los postres los vamos variando: un día vas a encontrar flan, otro día budín de pan.

IVAN: Hoy por hoy nuestra idea es vender las cosas ricas que a nosotros nos gusta comer. Y nos damos cuenta que nos da buen resultado porque nos eligen. Nosotros no despachamos, nosotros asesoramos a la gente. Y los que ya son clientes confían en lo que le sugerimos.

Iván en Pimiodka.

MAYRA: Otra cosa que tenemos que no se suele ver por el barrio son los macarons franceses. Es un alfajorcito que está hecho a base de harina de almendra y merengue y en el centro tiene distintos rellenos. Según el relleno varía el color de las tapas.

IVÁN: También tenemos almuerzos, a base de sandwiches, que los vamos variando. Un día podemos tener sandwich de tortilla, otro día de milanesa, otro día de jamón y queso. Pero es especial: lo hacemos en un baguetín grande y lo armamos en el momento.

MAYRA: Si vos te parás adentro del local mirando para la vereda, vas a ver que no hay persona que pase y no mire el local. Y a veces porque lo ven como lo ven, piensan que es re caro, y nada que ver. Acá puede entrar cualquiera. Nosotros queremos apuntar a todo tipo de edad, a todo tipo de gente. Nosotros lo decoramos así porque nos gusta, para que sea acogedor.

¿Y cómo se organizan?

MAYRA: Todo lleva su laburo… pero nos vamos apoyando mutuamente, yo estoy más en la cocina e Iván más con los proveedores y en el marketing. Ahora por suerte se sumó mi hermano, que nos está ayudando y nosotros podemos respirar un poco, dividirnos más las tareas. Mis viejos se emocionan y dicen “¡Ay, bien familiar!”

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