“Queremos tejer una red entre escuelas”

Las cooperadoras de las escuelas públicas de la comuna 10 sorprendieron con un festival en la plaza Las Toscaneras.

El sol estaba radiante.  La luz del mediodía brillaba sobre las carpas blancas montadas en hilera, encendiendo los rostros de chicos y grandes, familias y docentes, que el 16 de octubre se dieron cita en la plaza Las Toscaneras invitados por las cooperadoras de las escuelas públicas de la Comuna 10.

La pista de patín hizo las veces de teatro. El escenario estaba listo desde temprano. Un maestro devenido animador iría anunciando las actividades, provisto del equipo de sonido que les facilitó Radio Monte Castro. La gurisada, mamás, papás y docentes que ese sábado se habían dejado puesto el guardapolvo blanco, iban copando la pista, a la espera del show por venir.

El evento tenía un fin: recaudar dinero para ayudar a las seis escuelas de enseñanza especial de la Comuna 10.

Cooperadoras en red

“Las cooperadoras son asociaciones civiles en su forma jurídica y en su forma de organización, con un estatuto interno”, define Ezequiel Moscovich, estudiante del terciario de la Escuela de Artes Visuales Yrutia. “Están conformadas por madres y padres en las escuelas de nivel inicial, primario y secundario y en el caso de las escuelas de adultos y los terciarios las integran los mismos estudiantes”, especifica. Su principal objetivo es recaudar fondos para cubrir las necesidades del establecimiento. El uso que se le dé a ese dinero es consensuado con el director o directora de la escuela y debe estar en línea con la propuesta educativa.

Las 59 cooperadoras de las escuelas de la Comuna 10 cuentan con cuatro delegados. En agosto pasado éstos se reunieron vía zoom y fue en aquella reunión que gestaron la iniciativa del festival “Las Cooperadoras se Unen”.

Uno de estos delegado es Perla Castillo, presidenta de la cooperadora de la escuela Alejandro Aguado.   “Desde 2019 venimos pensando en crear una comisión de eventos desde donde gestionar encuentros socioculturales entre las escuelas, que además sean una herramienta recaudadora de fondos”, revela. Pero el sueño no acababa ahí: “También queríamos que estos encuentros fueran un puntapié para tejer una red entre escuelas”.

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Las especiales

En aquella videollamada de agosto las y los delegados conversaron sobre la realidad de las distintas instituciones y llegaron a la conclusión que las escuelas de educación especial eran las que más ayuda necesitaban, dado lo complejo de su realidad. “Son comunidades chicas y en su mayoría las familias no son del barrio, muchos chicos vienen de la periferia. Al tener mucha población en situación de vulnerabilidad, aún con cooperadoras conformadas, su nivel de recaudación es más limitado”, explica Perla.

Andrea Nechevenko es madre de un chico que concurre a la Escuela Especial y de Formación Laboral 6 Clelia A. Sessa. A esta institución asisten alumnos de seis a catorce años en el horario diurno y de quince en adelante en el vespertino. Todos los estudiantes tienen algún tipo de retraso neurológico, madurativo y motriz. “El objetivo de la educación escolar es que logren ser autosuficientes en su vida”, dice Andrea.

La feria y la fiesta

La idea del evento que se gestó en agosto quedó flotando, en suspenso por la pandemia, hasta esta primavera, que trajo tiempos más propicios para el encuentro.

Pequeños atriles apoyados sobre mesitas bajas, donde los nenes y las nenas se arremolinaban para pintar con témperas; un torno para modelar arcilla y una docente de la Escuela de Cerámica Arranz que enseñaba a usarlo a quien quisiera probarlo; un tablero de ajedrez gigante; venta de comida y bebidas; y las carpas de cada escuela ofreciendo distintos productos (plantas en macetas, artesanías de vidrio y cerámica) y también información sobre el plan de estudios particular de cada una. En el aire, la música de Radio Monte Castro, que transmitió en vivo durante toda la jornada.

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En la pista de patín bailaron la chacarera estudiantes de la Escuela Jorge Donn, también irrumpió con redoblantes y tambores la Murga “Los Revoltosos de Villa Real”.  Hubo shows de magia, competiciones de ajedrez, títeres y kermesse, hasta que llegó la hora de los sorteos de las canastas que cada escuela aportó.

“Por cuatro horas, gracias a la energía concentrada en un mismo objetivo, todas las cooperadoras que participamos fuimos una sola gran cooperadora”, reflexionó Laura Quinteros, mamá de la Escuela N° 16  John F. Kennedy.

Lo recaudado

Con la venta de las rifas y de la feria se recaudaron 18.540 $. La suma se repartió en partes iguales entre las seis escuelas especiales: a cada una le tocó 3.090 $. En la Clelia A. Sessa ya tienen planes para invertirlo: “Lo usaremos para comprar un freezer. La idea es poner en valor una cocina que no se usa para que los alumnos del turno vespertino desarrollen ahí un taller sustentable de panadería y repostería”, adelantó Andrea Nechevenko.

Las otras cinco escuelas beneficiadas son: Escuela de Recuperación N°18 D.E. 18, Escuela de Recuperación N°17 D.E. 17; Escuela Centes N°3 D.E. 18; Escuela de Educación Especial N°27 D.E. 18 Dra. Lidia F. de Coriat y la Escuela Especial y de Formación Laboral 29 D.E. 18 Dr. Osvaldo Magnasco.

“Esta red que empezamos a tejer es como una semillita que plantamos; el festival en Las Toscaneras fue su primer fruto”, afirma con satisfacción Perla Castillo. En las cabezas de las y los cooperadores de las escuelas públicas de la comuna 10 van tomando forma nuevas ideas colaborativas, para recaudar fondos y favorecer el encuentro. Seguramente en el 2022 tendremos noticias de ellas.♦


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