Un nuevo anfiteatro para Floresta

Comenzaron obras de remodelación en la Plaza Banderín y la puesta en valor de su anfiteatro. Grupos culturales reclaman que la modificación del espacio sea consensuada.

Vandalizado como estaba, inseguro, abandonado, el anfiteatro de la plaza Banderín evocaba días de gloria en la memoria de muchos. Durante doce años fue un satélite del Centro Cultural Baldomero Fernández Moreno. Debajo de la pérgola se reunían grupos de algunos talleres, había camarines, baños, la murga Mala Yunta guardaba ahí sus tambores y su vestuario. De un lado tenía una puerta que daba al parque y del otro una por donde se salía al escenario.

Los problemas empezaron en el 2015 a partir de unos arreglos que no fueron tales. “En el 2014 habíamos acordado con el GCBA, en reuniones de Participación Ciudadana, que el anfiteatro se iba a mejorar. El tema era que cuando llovía se inundaba, los pluviales no desagotaban y se mojaban todas nuestras cosas. Entonces lo que hicieron fue tapar la entrada, diciendo que iban a hacer otro acceso para evitar la lluvia. Pero nunca lo hicieron, directamente anularon ese espacio. Además quitaron las barandas que había arriba de las gradas más altas. Y le sacaron el manejo al Centro Cultural”, Pablo Sequeira, integrante de Mala Yunta, relata el devenir que llevó al abandono del anfiteatro.

Hace un año, el entonces presidente de la Comuna 10, Mauro Pedone, a poco de terminar su mandato, convocó a los grupos culturales del barrio a diseñar juntos una remodelación, con la promesa de que la obra se llevaría a cabo en el mes de diciembre, antes del cambio de autoridades. Aparentemente, había un presupuesto disponible. Pero pasó diciembre y nada.

En el 2023, el entonces jefe comunal Mauro Pedone había convocado a los grupos culturales a diseñar juntos la puesta en valor del anfiteatro. Terminó su mandato sin concretar la obra.

El dificil arte del diálogo

«Lo que yo planteo desde que asumí es identificar el problema y mirar para adelante. O sea, no me quedo con quién lo rompió sino en cómo podemos solucionar esto», dice Juan Manuel Oro, presidente actual de la Comuna 10, ante el debate alrededor de cómo poner en valor ese espacio cultural.

La Asamblea de Floresta, el Colectivo Banderín, el grupo de candombe La Caracol, RAFF (Rock alrededor de Floresta), A Puro Pueblo, Mala Yunta, Vencinos Sensibles de Floresta, la Asamblea de la Plaza Banderín, en los últimos meses se habían organizado para unificar su reclamo: pedían que la puesta en valor del anfiteatro conserve las virtudes que tenía la vieja estructura, que se recuperen los espacios abajo de la pérgola y entre la misma cantidad de espectadores sentados en las gradas.

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Con ese objetivo en mente se reunieron en dos ocasiones en la sede comunal con Juan Manuel Oro, gente de su equipo y otros comuneros. «En la primera reunión Juan Manuel nos dijo: “La idea es que hablemos, yo les doy este espacio”. Le dijimos: “Bueno, te agradecemos el diálogo, pero hay que consensuar entre varios grupos”, cuenta Pablo Sequeira.

Por su parte, el jefe comunal dice que de la comuna han ido a la plaza «a escuchar lo que es el termómetro real. Hay gente que dice que no pasa por el anfiteatro, que cruza la calle porque hay olor a pis, porque a la noche se junta gente a drogarse. Tocamos ciento veinte puertas de vecinos de los alrededores la semana pasada para contarles la obra que se iba a hacer, porque se estaba cercando la plaza, y la verdad es que la impresión que tenemos es que todos estaban de acuerdo.»

La obra de demolición y puesta en valor generó fricciones entre la Comuna y los colectivos culturales que se reúnen en la plaza.

La obra no anunciada

«El 22 de octubre nos enteramos por los vecinos que estaban vallando la plaza con una media sombra para empezar a hacer trabajos y ahí empezó toda la situación», dice la comunera Daniela Romero. «En una reunión de Junta habíamos charlado que había presupuesto para poner en valor la Plaza Banderín  pero no cómo ni cuándo iban a hacerse esas obras».

Ante la sorpresa por el vallado no anunciado de la plaza, los grupos vecinales y los comuneros se juntaron en una segunda reunión con el presidente de la comuna y su equipo donde les mostraron fotos del proyecto de obra. “Desde ya te decimos que eso no va» -reproduce el diálogo Pablo Sequeira- «están cambiando el anfiteatro por dos escalones para tomar mate». «Fueron tres horas y media de discusión, quedamos en seguir reuniéndonos y a los dos días vemos que empiezan la demolición del anfiteatro.»

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«Si para cada obra vamos a tener que hacer una asamblea no vamos a poder hacer nada porque siempre a alguno le va a molestar algo -dice Juan Manuel Oro-. No me puedo quedar esperando cuando tengo un presupuesto aprobado y vecinos que mayoritariamente nos dijeron que estaban a favor.»

Diseño presentado por la Comuna para la puesta en valor del anfiteatro y la glorieta. Frenta al reclamo de los grupos culturales le sumaron al anfiteatro dos escalones más.

El anfiteatro que se viene

La dirección de la obra corresponde a Espacio Público, la realiza la empresa contratista de la comuna 10, Clean Garden, y la Comuna se encarga de ejecutar los pagos y supervisar el avance. El presupuesto es de 33.500.000 pesos y la fecha prevista para su terminación el 24 de enero. Esa información, más el detalle de la obra en sí, debería haberse publicado en el Boletín Oficial antes de comenzarla, cosa que  aún no ha sucedido. Daniela Romero accedió al expediente por un camino indirecto, a través del Sistema de Administración de Documentos Electrónicos, al que tiene acceso por su cargo. Pero debería ser información pública.

El saldo negativo de este entredicho, para quienes son generadores de cultura y quienes la disfrutan, es la pérdida de los valiosos espacios con que contaba antes el anfiteatro y las trabas para participar en el diseño. El saldo positivio es que la Comuna modificó el proyecto  original e incorporó dos escalones más. Serán cuatro en lugar de dos duplicando la capacidad de espectadores.

«En definitiva acá todos queremos el bien común, ganar un espacio cultural para el barrio y nada más», dice Pablo Sequeira, frase que seguramente suscribirían todas las partes involucradas.♦

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