El año nuevo que trae el invierno

El cambio de estación dio pie a una celebración impulsada por vecinas que diariamente sostienen una red de huertas en las veredas del barrio. Reconectar con la naturaleza y fortalecer los lazos comunitarios es el corazón de su propuesta.

El cambio de estación dio pie a una celebración impulsada por vecinas que diariamente sostienen una red de huertas en las veredas del barrio. Reconectar con la naturaleza y fortalecer los lazos comunitarios es el corazón de su propuesta.

El año nuevo que trae el invierno

El cambio de estación dio pie a una celebración impulsada por vecinas que diariamente sostienen una red de huertas en las veredas del barrio. Reconectar con la naturaleza y fortalecer los lazos comunitarios es el corazón de su propuesta.

«Un guiño de la naturaleza en la ciudad” es el slogan de la Asociación Llantén, una red de pequeñas huertas vecinales cultivadas en veredas de Villa Santa Rita, Villa General Mitre, Villa del Parque y Paternal. Red que tiene por costumbre realizar un festival en cada cambio de estación.

Este junio decidieron hacer algo más que celebrar la llegada de la temporada invernal. “Todos los pueblos del mundo ancestralmente reciben al año nuevo en el solsticio de invierno, porque el nuevo ciclo comienza cuando la Tierra vuelve a acercarse al sol”, les dijo la coplera Melisa San Marco al grupo de Llantén que planeaba cómo sería el festejo. “En América del sur, por una cuestión de colonización cultural, lo celebramos en diciembre, sin conciencia de lo que implica el año nuevo”.

Sus palabras dieron pie al primer Inti Raymi del barrio, abrazando el ritual en un recorrido compartido, de huerta en huerta.

Tamara Pome y Melisa San Marco acompañan la caminata con sus coplas.

Mundo Huerta

A las dos de la tarde, con un sol tibio que invitaba a aflojar la bufanda, la gente fue llegando a la esquina de Argerich y San Blas.

Pocos sabían que el sembradío que crece en el rectángulo de tierra de esa esquina fue gestado por niños y niñas de la vecina escuela Jorge Newbery que “no tiene ni espacio verde ni sol que entre”, cuenta Adriana Ibarrondo, la docente de sala de cinco que trabajó con los chicos en este proyecto.

Un día del 2015 ella iba andando con su bicicleta por Biarritz cuando a la altura de Caracas se cruzó con un vergel de hojas y flores alrededor de un limonero. Frenó, “Huerta de la cuadra” leyó en una madera.

Observó además de las plantas, la compostera, el banco largo contra la pared, la biblioteca al paso. Y conoció a Patricia Esperanza, que abrió la puerta de su casa y le contó todo lo que Adriana necesitaba saber.

Los chicos de salita de cinco salieron a tomar medidas acompañados por los grandes de sexto grado. “Juntos calculamos cuántos cajones necesitábamos, pensamos qué plantas queríamos poner, investigamos cuáles eran posibles. Después votamos el nombre y ganó ¨Mundo Huerta¨, hicimos el logo y un afiche para convocar al barrio al evento de la inauguración”, Adriana repasa todos los contenidos que trabajó con sus alumnos a partir de la huerta.

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Argerich y San Blas. Primera parada del sendero de huertas de la Asociación Llantén.

“Una vez por semana salíamos a cuidarla. Llevábamos una alfombra que habíamos hecho con materiales reutilizables, entonces mientras unos regaban otros leían cuentos en la vereda y otros pintaban adornos para decorar la huerta”, recuerda.

Mantuvieron esa rutina hasta el 2018, cuando Adriana se fue a otra escuela. Ahora ella sigue ocupándose, porque además de docente es vecina, y vive a unos metros.

Poemas, coplas y los cuatro elementos

El sábado 18 de junio María Usher y Claudia Quinteros llegaron al encuentro con paraguas de los que colgaban poesías. Viviana Werber y Cecilia Panero trajeron haikus de invierno y susurradores.

Los bombos de las copleras Melisa San Marco, Claudia Quinteros y Tamara Pome sonaban cual latido de corazón. Una caminata de vecinos y vecinas, envueltos en la luz de la tarde, con los sentidos dispuestos, comenzó.

Sale el sol sale la luna. La vida mía / Con su vajilla de plata. La vida mía / Una madejita de oro. La vida mía / Del lindo sol se desata. La vida mía. La copla acompañaba el andar. Los sonidos de la ciudad, también. La caminata llegó hasta el Cesac 34, en Artigas y Jonte, segunda parada del sendero de huertas.

Guadalupe Cortez, trabajadora social del Cesac, contó al grupo: “Desde área de Salud Ambiental nos brindaron hace poco una capacitación en el marco de un proyecto llamado Hospitales Verdes y Saludables. Nosotras quisimos articular esa propuesta con el sendero de huertas que ya sabíamos, por nuestras recorridas, que existía en el barrio. Así surgió la idea de hacer esta pequeña huerta en la vereda del Cesac, y que sea una más de la red Llantén.”

Guadalupe colgó de una rama el cartel con el nombre de la nueva huerta: Inti, la bautizaron.

Las trabajadoras del Cesac 34 inauguraron la nueva huerta de la Red Llanten, en la vereda del centro de salud.

Una ronda de cuerpos en la vereda se movían concentrando sus pensamientos en el agua, así como en Mundo Huerta lo habían hecho pensando en el aire y  en la vereda del Centro Cívico Caracas lo harían sintiendo la tierra y en la Huerta de la Esquina, conectados con el fuego. Lorena Nader, profesora de folclore, guiaba esos movimientos.

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“Después de la tormenta / salimos a juntar lluvia / antes de la evaporación / ponemos las gotas en fila / mirando hacia arriba /y las rociamos / una por una / con rayos de sol / rojos / naranja / amarillo / verde / violeta y azul./ ¿Les parecía fácil? / Crear un arco iris / Es un trabajo /de locos”, decía una de las poesías que colgaban del paraguas de María.

“Bajo el alero / el espejo no copia / más que la luna”,  era uno de los haikus que Viviana susurraba al oído de quien se lo pidiera.

Viviana Werber (@fogoncuentero) elige un poema del paraguas de María Usher (@todopasaleyendo) y ella se lo recita.

Rituales

Inti Raymi es el nombre que, por consenso, le dieron los descendientes de todos los pueblos originarios de América del Sur, a la celebración del solsticio de invierno. Significa fiesta del sol en quichua.

Al llegar a la Huerta de la Cuadra estaba todo listo para comenzar el ritual. Mientras Patricia encendía la fogata, los participantes escribían en pequeños papeles hechos o sentimientos de los que quisieran desprenderse, luego los arrojarían al fuego.

Patricia Esperanza prepara la fogata. Mientras, todas y todos los presentes escriben en papelitos lo que quieren quemar.

Trajo Melisa otra copla, una que cantan cada mañana las copleras de los Valles Calchaquíes: Agradecer, agradecer, agradecer, agradecer / A esta tierra tan bonita / Pacha mamita pacha mamita  / esta tierra tan bonita / Pacha mamita pacha mamita.

Todas y todos los de la ronda hicieron su aporte al canto eligiendo un verbo positivo que reemplazara “agradecer” y así cantar su versión de la copla, para honrar a la tierra.

Nos vemos en primavera

“Cada festival terminamos con el corazón explotado. Esto de ganar la calle nos hace tan bien”, resume Adriana el sentimiento que une a las vecinas de Llantén.

“Cerquita del 21 de septiembre estén atentas y atentos, porque iremos anunciando el día en que nuevamente nos juntaremos para celebrar. Seguramente haremos un taller de barriletes, otro de huerta, de mariposas y compost, habrá música, danza, juegos, títeres, taller de amasado de pan, y lo que surja. Para grandes y chicos, porque también en la ciudad la naturaleza se manifiesta”, finaliza Patricia, la iniciadora de todo este genial revuelo.♦

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