Los recuerdos de Enrique /4

De las mutuales barriales a la fundación del Banco Credicoop.

De las mutuales barriales a la fundación del Banco Credicoop.

Los recuerdos de Enrique /4

De las mutuales barriales a la fundación del Banco Credicoop.

Una pequeña introducción para nuevos lectores: Enrique Lifschitz fue el fundador y editor de Vínculos Vecinales por más de treinta años. Vivió toda su vida en Floresta y desde la adolescencia hasta el día de su muerte tuvo una participación social imparable.

«Los recuerdos de Enrique» surgen de una entrevista que le realicé en el 2008, como forma de atesorar su memoria para sus hijxs, sus nietxs, bisnietxs y los que vengan después. Pero al repasarla, encuentro en ella cantidad de anécdotas cuyo interés desborda a la familia por los temas que trata. Pensando que el barrio también podía nutrirse con ellas, comencé a publicarlas.


En esta oportunidad iniciamos el viaje en el año 1958, cuando detentaban el poder los militares de la llamada “Revolución Libertadora”, los que derrocaron a Perón, pasamos por el año 1966, con otro gobierno militar, el de Onganía, y lo terminamos en el 79, durante la última Dictadura. Un tramo de la vida de Enrique que va de sus 27 a sus 48 años.

A mediados del Siglo XX la organización económica en forma de cooperativa era algo habitual entre paisanos de distintas colectividades: una modalidad frecuente en Europa que muchos inmigrantes habían traído y reproducido en Argentina.

Esta vez, para completar la historia relatada por mi papá (el devenir de las pequeñas mutuales de crédito que fundaron el Banco Credicoop) consultamos al presidente de la Comisión de Asociados de la filial Villa Devoto de dicho banco, el Dr. en arqueología Ulises Camino. Luego del texto de mi papá, van unas palabras de Ulises.

Habla Enrique Lifschitz:

En el año 58 fue cuando sacamos por primera vez Vínculos Vecinales. Lo hacíamos entre un grupo de vecinos que participábamos en la Sociedad de Fomento 25 de Mayo, que está en la calle César Díaz: estaba Amero Rusconi, Maju Moreno, los Piotti… Y yo a su vez seguía formando parte del club Juventud Unida (N. del E: Juventud Unida era un “club sin sede” formado por jóvenes del barrio provenientes en su mayoría de familias judías. En la nota Los recuerdos de Enrique – parte III, él cuenta su historia).

Y había otro club donde estaban los que para nosotros eran los viejos, que se llama Mordechai Anielewicz, que le pusieron ese nombre en homenaje al que fue el líder del Levantamiento del Gueto de Varsovia. Como nosotros no teníamos sede y ellos no tenían juventud, ellos se enteraron que éramos un grupo grande de juventud y nos pidieron que tuviéramos nuestro lugar de reunión en su club.

En el Mordechai Anielewicz tenían una Mutual. Cuando uno pedía crédito juntaban plata entre todos y se la prestaban. Aparte tenían una Cooperativa de Provisión: azúcar, yerba, todas esas cosas compraban en cantidad a precio mayorista y se las repartían. 

Luego esa Mutual, esa caja de crédito cerrada, iba a abrir sus puertas a toda la comunidad. Es decir que deja de ser sólo para los socios del club y se transforma en una institución del barrio, una caja de crédito cooperativa, de la que participa gente de todas las colectividades, no sólo judíos progresistas. Ahí entraron los tanos, entraron los españoles… Era gente de clase media, de extracción obrera, que habían ascendido socialmente durante el peronismo. Muchos como nosotros se transformaron en pequeños empresarios.

Cuando yo me enteré que la Mutual se trasformaba en Cooperativa, fui con Amero Rusconi (que era el secretario de redacción de Vínculos Vecinales de aquel tiempo), fuimos juntos a hacer una nota sobre la fundación de la Cooperativa. Y ahí mismo nos asociamos los dos y formamos parte de la Asamblea.

Amero había sido dirigente cooperativista en La Pampa y ahora vivía en un pasaje en el barrio. En ese momento el nombre que le pusieron a la Cooperativa fue Solidaridad. Después ese nombre fue impugnado porque había una cooperativa en el interior que se llamaba igual.

Entonces se hizo un concurso para ver qué nombre se le ponía y aceptaron el nombre que propuse yo: La Confianza, por el lema que yo también propuse, que era que el sistema financiero está basado en que “la confianza mata al hombre” y en el movimiento cooperativo en cambio “la confianza ayuda al hombre”. Después me hacían repetir la historia en cada fiesta aniversario.

¿Cómo se formó el capital de la Cooperativa?

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En aquel tiempo cuando alguien pedía un crédito, el 10 % del crédito se le otorgaba en acciones de la cooperativa. O sea si te daban un crédito de 10.000 pesos, te daban 9.000 pesos y 1.000 en acciones. De esa manera cuando a fin de año se hacía el balance, los socios capitalizaban, dejaban 1000 pesos en acciones para la cooperativa. El capital de la Cooperativa se formó así.

En ese año 58 se había creado (en un encuentro en Rosario) el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, que vinculaba en una red a todas estas primeras cooperativas de crédito de núcleo progresista. La Confianza era una de ellas.

El Instituto se creó por la necesidad de hacer frente al ataque que sufría la pequeña y mediana empresa desde el gobierno militar, que les había cortado el crédito porque decía que las pymes eran ineficientes y que había que apoyar a las grandes empresas. Y Amero Rusconi llegó a ser el principal dirigente del Movimiento Cooperativo. Fue el presidente del Instituto desde el año 68 hasta su muerte, en 1979. 

En el año 66 cuando asumió Onganía, junto a su ministro de Economía que era Adalbert Krieger Vasena, decidieron hacerle la guerra a las cooperativas. Lo primero que hicieron fue quitarle a las cooperativas la posibilidad de tener cuenta corriente. Y al mismo tiempo en el diario La Razón apareció un titular diciendo que las cooperativas habían hecho una estafa de 50 millones de dólares, lo cual además de ser mentira era imposible porque juntando todas las cooperativas jamás podrían llegar ni a 5 millones.

Pero lo que buscaban era provocar una corrida y fundir a las cooperativas, que la gente corra a sacar la guita de las cooperativas. Entonces se hizo todo un trabajo con los socios para tranquilizarlos, pero una cantidad de cooperativas cayeron. Y durante la última dictadura la persecución siguió. para funcionar como Cooperativa, para poder librar cheques y esas cosas, tenía que tener un capital mínimo que solamente un banco lo podía tener. Entonces se unieron todas las cooperativas del Instituto y formaron el Banco Credicoop. Juntaron todos los capitales y superaban en varias veces el capital mínimo que exigía para que funcione como entidad financiera. Entonces eso ya no lo pudieron voltear.

Habla Ulises Camino:

El ataque del 66 fue muy fuerte y se generaron grandes movilizaciones para resistirlo. Pero la La transformación de las Cajas en Bancos viene recién en 1979. Fue en la última dictadura genocida, cuando Martínez de Hoz en 1977 saca una nueva ley de Entidades Financieras, proponiendo la desaparición de la forma cooperativa del mundo del crédito financiero. Entonces el movimiento enrolado en el IMFC se arriesgó a sacar durante una semana más de diez paginas de solicitadas firmadas por socios con número de documento, hablando en contra del proyecto.

Esto logro digamos un empate, se permitía la forma cooperativa pero para poder seguir operando con cuentas a la vista debían transformarse en Banco, en el plazo de dos años. Así nacieron 77 Bancos Cooperativos asociados al IMFC. La mayoría fue producto de la fusión de varias cajas cooperativas.

El Credicoop fue el resultado de la fusión de 44 cajas de crédito cooperativo de Capital Federal y Gran Buenos Aires. Lamentablemente con los avatares económicos de nuestro país los otros bancos de las distintas regiones de nuestro país desaparecieron. El Credicoop fue absorviendo varios de estos bancos para mantener vivo el cooperativismo de crédito en todo el territorio de nuestro país. ♦

1 comentario en “Los recuerdos de Enrique /4

  1. Un gran tipo.
    Tengo un negocio sobre avenida Nazca y siempre venía a traer Vínculos Vecinales, mucho espíritu de lucha. Un ejemplo a seguir.

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