Salir adelante juntos

La historia de Séptimo Varón: cómo una fábrica abandonada por sus dueños fue puesta en marcha por los trabajadores y hoy prospera bajo la forma de cooperativa.

La historia de Séptimo Varón: cómo una fábrica abandonada por sus dueños fue puesta en marcha por los trabajadores y hoy prospera bajo la forma de cooperativa.

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La historia de Séptimo Varón: cómo una fábrica abandonada por sus dueños fue puesta en marcha por los trabajadores y hoy prospera bajo la forma de cooperativa.

Séptimo Varón es una fábrica de Muzzarella radicada en Floresta. Además de la fábrica, la empresa tiene tres fiambrerías en las que comercializa productos suyos y de otras marcas. Pero lo interesante es que es mucho más que eso. Atrás de la fachada de esos tres locales bien surtidos se esconde una historia humana que probablemente más de un vecino desconoce. La empresa es una Cooperativa, una de las que se suelen llamar “fábricas recuperadas”, porque son empresas que fueron abandonadas por sus dueños y ante la perspectiva de quedarse sin trabajo, los empleados tomaron las riendas del negocio.

Una mañana de mayo Vínculos Vecinales fue a la fábrica de Séptimo Varón ubicada en Alcaraz y Gualeguaychú. Teníamos cita con María Alejandra Collados, la encargada de coordinar los tres locales. Café de por medio nos fue contando la historia. Al menos la parte que ella conoce bien, que es la de los últimos seis años. Para completar el relato de los sucesos que los convirtieron en Cooperativa lo llamó a su compañero Hugo Córdoba, actualmente encargado de Ventas mayoristas. Esto es lo que nos contaron entre los dos:

HC: Yo empecé a trabajar acá en el 90. Esto era una S.A. que estaba formada por el dueño y sus familiares. Y en el 97, 98 empezó a andar mal. Como a muchas otras pymes les pegó la crisis y entró en un Concurso Preventivo. El tema es que si hubieran tenido intención de salir adelante, hubieran bajado los gastos personales y se hubiera podido zafar. Pero siguieron con el mismo nivel de gasto de siempre, si vendían 30.000 kilos por semana gastaban 10, si vendían 20.000 kilos gastaban 10 y si vendían 10 también gastaban 10, así que no tenía solución.

Utilizaron el Concurso de Acreedores para echar gente. Éramos alrededor de 60 empleados y despidieron entre 20 y 25.

¿Ustedes venían cobrando el sueldo?

HC: Veníamos cobrando lo mínimo indispensable, habían dejado de pagar sindicato, obra social, cualquier tipo de beneficio que nosotros hubiéramos tenido, no lo teníamos más. Y el sindicato nos abandonó.

Hugo Córdoba en su puesto de trabajo en la fábrica.

¿Cómo apareció la idea de tomar la fábrica y hacerse cargo ustedes?

HC: Ya en el año 2000 directamente no cobrábamos el sueldo, estábamos en constante protesta con el dueño. Y hubo un momento en que se fueron. Un lunes vinimos y no había nadie, abrimos la fábrica, ¿qué pasa?, nadie sabía. Abandonaron la fábrica directamente.

Una noche yo estaba viendo la tele, y en canal 7 escucho una entrevista que le están haciendo a una persona que estaba con el mismo problema, esta persona contaba que habían desbalijado la fábrica, que no tenían nada para hacer… y hablaban de las fábricas recuperadas. Entonces vengo y les comento a los compañeros, les digo llamemos acá y veamos qué pasa.

Llamo yo al Inaes (N. Del E.: INAES es el Instituto Nacional del Asociaciativismo y la Economía Social), me atienden y les cuento, les digo “miren, nosotros estamos acá con una fábrica abierta al cohete”. Me dicen “tenés que llamar al Bauen o al IMPA -que era una metalúrgica que estaba por acá- y preguntales a ellos”. Entonces llamo al Bauen y terminaron viniendo acá un tal Murúa, Fabio Resino, Diego Kravets y ellos nos fueron conectando, nos pusieron en órbita.

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Nosotros ya teníamos un Síndico que nos había dicho que conservemos la fábrica en movimiento porque así él la podí vender, que era más fácil vender una fábrica en movimiento que una fábrica parada. Nosotros pensamos que nos estaba ayudando pero en realidad él quería vender la maquinaria; estaba vendiendo las patentes, las marcas, los rodados, todo estaba vendiendo.

Cuando hablamos con las personas que te comenté nos dijeron “acá hay que hacer un plan de lucha para sostener la fábrica”.

Este Síndico viene un día y nos dice “esto ya es quiebra definitiva”. “¡Pero cómo! Si a nosotros nos estaban diciendo que estábamos en concurso preventivo…” “No, no, no, pero no se preocupen, sigan trabajando, mantengan la fábrica andando que yo vendo todo y les pago.”

Hasta que estas personas nos dicen “miren, los están jodiendo. Acá o nos quedamos con la fábrica o se va cada uno a su casa”. Venía la policía a sacarnos, nos clausuraban, ponían unas fajas, nos íbamos hasta la esquina, volvíamos de la esquina, sacábamos las fajas y nos metíamos adentro. Ahora lo miramos y nos matamos de risa de las cosas que pasamos. Así fue como lo fuimos sosteniendo.

MAC: Hasta hace seis años sólo estaba fábrica. Luego decidieron abrir los locales y ahí entré yo. Primero se abrió uno en Liniers. Ahí se trabajaba al corte, la gente bajaba del tren, pasaba y se llevaba el producto ya empaquetado. Acá no se puede hacer así porque la gente quiere el corte en el momento. Ese local de Liniers estuvo abierto sólo dos años. Luego lo cerramos y abrimos éste, en Alcaraz.

Al principio atendía yo sola, porque queríamos probar cómo funcionaba. No pasó una semana que empezó a llenarse de gente. Fue maravilloso.

La gente primero miraba de afuera, yo los invitaba a que pasaran, que miraran, que preguntaran lo que quisieran sin necesidad de comprar, sino que se dieran cuenta qué era lo que había. Les contaba un poco la historia de la Cooperativa.

Y a los pocos días ya empezaron a venir. Fue impresionante porque se avisaban entre ellos. Hay una clienta que había hecho un volante escrito a mano por ella con los precios, le había sacado fotocopias y los repartía por el barrio, simplemente porque le había encantado la idea: que fuera cooperativa, que nos hubiéramos puesto todos la empresa al hombro, que empezáramos a trabajar y tratar de levantarla. Iba al banco, por ejemplo, y le repartía a la gente que estaba haciendo cola.

María Alejandra Collados en la entrada del local de la calle Alcaraz 4310 .

¿Y cómo fue que empezaron a producir en forma autogestiva?

HC: La S.A. tenía una planta elaboradora en el sur de Córdoba, en Cautiva. A esos muchachos, que estaban en la misma situación que nosotros, les pedimos que por favor nos manden algo de materia prima, que nosotros a la semana se la pagábamos. Estuvimos un mes trabajando con ellos, aumentábamos de a poco: primero 500 kilos, después 700, 800, 900 y en la medida que íbamos cumpliéndoles nos mandaban más.

Entre el período de la quiebra y la formación de la Cooperativa hay un lapso en el que algunos elegían quedarse y otros irse. Al principio quedamos más o menos doce, después terminamos siendo seis.  Entre los que nos quedamos teníamos los distintos saberes necesarios para el funcionamiento. De los seis, dos éramos administrativos y cuatro habían estado entre la elaboración y lo que sería expedición o entrega. Además, como yo en ese tiempo hacía 20 años que estaba en la fábrica, conocía más o menos todo. Hoy en la Cooperativa somos 17 personas.

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MAC: Cuando empezó a funcionar este local de Alcaraz, hubo que buscar alguien más que atienda, porque la gente hasta hacía cola afuera, yo sola no podía. Al principio vendíamos la horma entera o media horma, porque no teníamos las máquinas para cortar. Luego fuimos comprando las máquinas. Al principio compramos una, y a veces estabas atendiendo, tenías que cortar pero la máquina la estaba usando el otro vendedor, y tenías que esperar a que terminara. Y la gente esperaba. Eso hoy se lo agradezco a los clientes, ese tiempo que dedicaron a esperar. Siempre nos decían que era por la calidad del producto, el precio y también por la atención.

Empezamos a traer quesos de otras marcas y fiambres. Tratábamos que sean de otras cooperativas. Después se fueron incorporando otros productos a pedido de la gente. Sumamos la marca Yatasto, que es la que nos provee la leche en caja, leche chocolatada, yogures. Es una pyme familiar. Si no es cooperativa nosotros tratamos que sea una empresa chica, para poder dar a conocer sus productos.

 

Una mañana en la fábrica Séptimo Varón.

 

¿Cuánto producen de muzzarella?

HC: Por semana estamos en alrededor de 15.000 kilos. La fábrica llegó a vender 30.000 kilos por semana. Tenemos muchísimas posibilidades de crecer. Incluso la S.A. no tenía las máquinas que nosotros compramos, que elabora alrededor de 400 kilos cada media hora

¿Las máquinas dan para producir esos 30.000?

HC: Sí.

¿Y qué les faltaría?

HC: Más que nada tener posibilidad de comprar más materia prima, sin que eso nos ahogue. Porque cuanta más materia prima compramos tenemos más responsabilidades.

¿Es un problema financiero?

HC: Exactamente. Nosotros compramos y tiramos a cuarenta días, si pudiéramos pagar cash sería otro precio, otra situación.

¿Tienen transporte también?

HC: Sí, compramos tres camionetas.

¿En qué lugares del interior venden?

HC: En La Rioja, en Gualeguay, en Rawson, en Calafate, en Bariloche, en Río Gallegos. Son clientes de hace muchos años, cualquiera de nuestros clientes es raro que no esté hace más de cinco años.

MAC: Cuando vimos que este local funcionaba, nos entusiasmamos con la idea de abrir otro.  El presidente de la cooperativa encontró uno cerca de su casa y decidimos jugarnos por ese. Acá todo lo decidimos entre todos, en Asamblea. Teníamos la gente para atenderlo: el chico que está ahora atendiéndolo es un chico que trabajó conmigo acá antes. Él entró para trabajar en limpieza y se desenvolvía bien hablando con la gente, entonces empezó a ayudarme a mí. Cuando abrimos el local de César Díaz y Segurola él se puso al frente y empezó a funcionar muy bien. Ahora está con una compañera que lo ayuda. Ese fue el último local. Antes se abrió el de Sanabria y Baigorria.

 

DIRECCIÓN DE LAS FIAMBRERÍAS 7MO VARON:

– Alcaraz 4310 (y Gualeguaychú)

– César Díaz 4422 (y Segurola)

– Sanabria 2600 (y Baigorria)

TELÉFONO:

(011) 4648-2208

Fb/Muzzarella7moVaron

IG/ @septimo_varon

 

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