“Todo arrancó un día en el que estaba muy estresada, sin un mango y pensando cómo iba a llegar a fin de mes. Y en eso veo a alguien que claramente estaba viviendo en situación de calle. Entonces me dije: desde lo poco que tengo, voy a cambiar la historia. Una noche hice un guiso y salieron catorce viandas. Agarré el auto y fuimos con mis hijos a repartirlas”. Claudia Sánchez vive en Monte Castro y como tantos otros vecinos de éste y otros barrios porteños se vio tocada por el palpable aumento de personas viviendo en la calle.
“Aunque no era tan fácil -prosigue-. Había gente que veíamos de día, pero a la noche no estaba más. Y no sentí miedo, pero sí mucha impotencia ante (continúa en página siguiente) circunstancias como las de familias con chicos, o casos graves de consumo de sustancias. También por el hecho de que después de la recorrida yo me iba a mi casa sin poder hacer mucho más”. Corría principio de año. Claudia (que es profesora de yoga) les confesó todo esto a sus alumnas. Algunas se ofrecieron a ayudar y otra le contó de un grupo que estaba desde hacía tiempo haciendo lo mismo aunque con más gente, más estructura y una buena organización. Fue a una reunión y terminó sumándose al proyecto, ella y sus alumnas de yoga que juntoa otros cincuenta voluntarios hoy forman parte del grupo Acción por Personas en Situación de Calle (PSC), un equipo que todos los martes y viernes sale religiosamente a recorrer las comunas 9 y 10 para repartir viandas, conversar con la gente y ver qué otras necesidades pueden tener quienes viven la acuciante y tantas veces extrema situación de calle.
Hay voluntarios que cocinan y otros que salen a repartir lo preparado. Los primeros compran en ocasiones los insumos, aunque también pueden obtenerlos de donaciones del grupo que se encarga además de comprar los descartables (bandejas, cubiertos, cucharitas) y de armar el cronograma de salidas. La acción se organiza en dos recorridos de más o menos 20 kilómetros cada uno y cerca de 25 puntos en los que previamente fue identificada la presencia de personas viviendo en la calle.
“Cubrimos toda la comuna diez y parte de la 9”, cuenta Ernesto Vetrisano, vecino del barrio de Monte Castro, mientras maneja su camioneta durante una de las recorridas. “La ‘reco’ uno incluye Floresta, un pedazo de Monte Castro, una parte de Versalles, Vélez Sársfield Norte y Villa Luro -precisa-, y la dos hace Vélez Sarsfield Sur, Floresta Sur, un pedazo de Flores y Parque Avellaneda”.
“Lo que me gustó del grupo -explica Sánchez- es que desde el principio manejaban esta idea de que la persona en situación de calle es un vecino más, solo que la calle es su casa. Porque en el fondo es así: que no tengan un espacio propio no significa que no sean vecinos”.
Una problemática social compleja
El año pasado cerca de 40 organizaciones sociales participaron del “Primer Censo Popular de Personas en Situación de Calle”, un estudio que llegó a la conclusión de que son 4.374 los ciudadanos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que hoy no tienen lo que vulgarmente se conoce como “un techo”.
Estar en situación de calle se configura como una problemática social compleja atravesada por dimensiones económicas, sociales, políticas, históricas y culturales”, marcaba el informe al tiempo que denunciaba que la invariabilidad de las cifras presentadas por el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta sobre las personas sin hogar no se condice con el aumento de las tasas de pobreza e indigencia registradas durante el último año.
Cecilia Martín integra el grupo PSC desde su origen. “Cuando empezamos a ver el aumento de la marginalidad producto de la crisis pensamos primero en hacer una olla, pero consultamos con trabajadores sociales y nos dijeron que en estos barrios algo así no tenía demasiado sentido”, relata. “Por entonces salieron los resultados del censo popular -agrega-, y ahí empezamos a contar con datos más precisos para organizarnos”.
Las recorridas arrancan a eso de las ocho de la noche y suelen durar alrededor de dos horas. Como no son “al voleo” sino en puntos preestablecidos, permiten ir generando un intercambio con las personas que de a poco van animándose a compartir sus historias. Hay gente que vive sola y otra en ranchadas, algunos desde hace mucho y otros recién llegados, aunque casi todos con la mejor predisposición para conversar.
“Algunos ya no están donde estaban, se van moviendo, tal vez los encontramos en otro lado”, advierte Cecilia. Y reflexiona: “Nosotros también vamos aprendiendo de todo esto. Y vamos conectando con lo que necesitan. Por ejemplo: siempre hacen falta mochilas y changuitos, que para ellos son como el placard para poner sus cosas. Como el caracol que levantasu casita y la lleva a todas partes”.
Al margen de todo
“Conozco a personas que viven en la calle, que a veces duermen en albergues, que viven de limosnas o de tal o cual vale de un servicio social, personas a menudo despreciadas y que también dan miedo. Porque parecen mostrar lo que ocurre cuando se rompen todas las redes sociales y familiares. En tiempos de crisis aumenta el miedo a quedar al margen de la sociedad. Por eso quiero ir a ver qué pasa entre aquellos que al parecer ya no tienen nada que perder”. El texto es parte de otro más largo que se titula “Bajo cero” y pertenece a Günter Wallraff, el periodista alemán célebre por su técnicas de “investigación encubierta”.
A través de la línea 108 el programa A través de la línea 108 el programa BAP (Buenos Aires Presente) brinda asistencia social inmediata a las personas que se encuentran en situación de calle, pero según señala Martín esta política presenta varias limitaciones. “En general no puede llamar la propia gente que está en la calle sino que tiene que hacerlo un tercero -dice-, además de que la única respuesta es llevarlos a un refugio que solo es para pasar la noche y donde muchas veces no los dejan entrar con sus cosas ni con sus mascotas, les imponen horarios y pueden sufrir tanto presencia de mafias como violencia institucional”.
Jonatan Allik integra también el grupo PSC desde sus comienzos y pondera esta iniciativa vecinal “que es también un trabajo de responsabilidad social, aunque en este caso en manos de la sociedad civil”. “Por ahora no tenemos otro lugar físico que nuestras casas -señala-, aunque la idea es contar en algún momento con un espacio.
“La idea de llevar comida es una excusa -remata Patricia Bujembaum, la alumna de Claudia que tuvo el tino de conectarla con el grupo-. Una excusa para acercarse, conversar y dar una mano en otro tipo de necesidades, pero más que nada en poder mostrarles a estas personas en situación de calle que sí los vemos. Poder decirles ‘estás ahí’”. ♦
Acción por Personas en Situación de Calle:
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