No es una empresa, no es una cooperativa, pero podría serlo en el futuro. Tampoco es solo una persona, sino todas aquellas que desde algún lugar deciden involucrarse.
El proyecto nació en 2011 en La Vecindad, una casa comunitaria, más bien cultural, del barrio de Caballito. Los artesanos que por aquel entonces pusieron manos a la obra se llamaban Luis “Lucho” Castilllo, Ignacio “Nacho” Sandoval, Ignacio “Ames” Amespil y Maxi López, este último hoy por hoy es el único integrante ese grupo que sostiene la iniciativa. En 2014 Vasófilo se mudó a Casa Semilla, en Flores, y hace poco más de un año encontró en Floresta un lugar en el que asentarse y expandirse: la Asociación de Fomento Manuel Belgrano.
El “upcycling” (también conocido como supra reciclaje o reutilización creativa), es el aprovechamiento de productos o materiales de desecho para fabricar nuevos productos de mejor calidad que los originales. También existe el “downcycling”, en el que los viejos productos se transforman en otros de calidad inferior. En ambos casos se alarga la vida útil del residuo y se evita tener que consumir materias primas vírgenes.
La metamorfosis paso a paso
Las botellas llegan a través de contactos en la página de Facebook, puede ser que les escriban de un restaurant que separa sus residuos o una persona que tiene tres botellones arrumbados en su casa. Maxi se acerca a buscar las botellas donde le digan, no es necesario que se las lleven.
Para lograr la calidad de los vasos que hoy tiene en stock este artesano recorrió un largo proceso, tan largo que hoy suele dar talleres para transmitir su saber: uno de “cortado y pulido” y otro de “armado de máquinas”. Madera, lijas de diamante, cortadora de baldosas y una resistencia son algunos de los elementos que las componen. En el caso de la máquina de pulido, una de sus curiosidades es que su formato está directamente relacionado al de un secarropa (la ocurrencia había sido de Lucho, en los orígenes del proyecto). La habilidad con que se hacen el corte y el pulido es fundamental, nos cuenta Maxi, ya que en la calidad de las terminaciones recide la diferencia entre una simple botella cortada y un objeto digno de llamarse vaso.
En Vasófilo también crean ensaladeras de damajuanas, terrarios de botellas de whisky, ceniceros de botellas de champange; hacen cuencos, macetas y portalámparas.
Vasofilo es un proyecto en constante crecimiento, permanentemente buscan el mejoramiento de técnicas y nuevos diseños. Producen alrededor de veinticuatro vasos cada tres horas, lo cual no es poca cosa para un trabajo que es manual.
Salir al mercado
El valor de venta de sus productos surge del costo de ir a buscar las botellas, más los materiales empleados para cortarlas, más el tiempo invertido, que en parte depende del tipo de vidrio que se corta. Como valor agregado, algunos trabajos de Vasófilo están decorados con estampas o dibujos hechos en serigrafía; también el packaging es muy bonito.
A pesar de la moda creciente en bares y cervecerías de usar frascos y vasos como los que propone Vasófilo, la venta en esos lugares es escasa, ya que compite contra ejemplares chinos cuyo costo ronda los treinta o cuarenta pesos, mientras que los que se obtienen con el upcycling, valen el doble. Sin embargo nunca pasan más de dos meses sin tener un pedido, dar talleres o vender máquinas. Al momento de realizar esta nota Vasófilo estaba en pleno proceso de producción para la venta de fin de año. ♦
El taller de Vasófilo:
Tres Arroyos 3861, entre Bahía Blanca y Chivilcoy (en la Sociedad de Fomento Manuel Belgrano).
Horario: miércoles y jueves de 10 a 18 hs. y viernes de 12 a 16 hs.
Contacto Facebook: @vasofilos
(*) Foto de portada: Maxi López en el taller de Vasófilo.
Links a videos que muestran su trabajo: