Encontrar de pronto tapiada una casa preciosa del barrio. Descubrir que otra ya no existe. Escuchar los ruidos de los martillazos de un edificio en construcción, y otro, y otro. Caminar por calles que solían ser tranquilas, esquivando el gentío atraído por las tiendas y restaurantes de moda.
Despabilarse con sorpresa frente a esta transformación de la ciudad, luego del letargo de la pandemia, puso en estado de zozobra a muchos vecinos y vecinas.
Al averiguar la raíz del problema conocieron una legislación llamada Código Urbanístico (CUr), que en el 2018 había sido modificada para permitir las construcciones en altura en barrios de casas bajas y la “mixtura de usos”, es decir, galpones y locales comerciales en áreas hasta ayer residenciales.
A estos vecinos y vecinas les llevó tiempo conocerse entre sí y organizarse, pero al día de hoy muchos ya lo hicieron. Formaron agrupaciones como Conciencia Urbana Comuna 11, redactaron proyectos de ley alternativos al CUr y entre todos se aglutinaron en la red Interbarrial Buenos Aires.
Jorge Macri, durante la campaña electoral, dijo que había escuchado a los vecinos y prometió modificar el Código Urbanístico. Pero promediando este año presentó un proyecto en la Legislatura que los puso en alerta: su letra no reflejaba en casi nada sus reclamos.
Esta ley necesita para su aprobación lo que se llama “doble lectura”, es decir, tiene que ser votada dos veces por los diputados, y entre las dos votaciones debe mediar una audiencia pública en la que los ciudadanos y ciudadanas puedan expresar su opinión. A fines de septiembre obtuvo la aprobación en primera lectura. La segunda votación será el 12 de diciembre. Entre tanto, en noviembre, durante ocho jornadas, 1740 vecinos y vecinas se anotaron para exponer en la audiencia pública, algunos lo hicieron de manera presencial en la Legislatura y otros a través de la plataforma Zoom.
La preocupación por el avance de la zona textil de Avellaneda y la falta de respuesta a los proyectos de ley vecinales se destacan entre los reclamos de los expositores de las comunas 10 y 11.
Que no avance el polo textil de Avellaneda
Los vecinos de Flores y también los de Constitución reclamaban para sus barrios la denominación ADP: Área de Desarrollo Prioritario. La modificación al CUr que está actualmente en debate les daría la derecha en ese reclamo. Según consta en la letra de la ley, en las ADP se busca resolver “los problemas emergentes por la presencia de viviendas vetustas o insalubres, servicios públicos inadecuados u obsoletos, problemáticas que afectan la seguridad, salubridad, y comodidades públicas y apuntan a la restitución al área degradada por falta de mantenimiento o por una construcción desordenada, de una estructura y de una arquitectura más racional y un desarrollo económico mediante la radicación de nuevas actividades”. Para Flores y Constitución sería un avance.
Sin embargo, un nuevo conflicto surgió porque bajo el paraguas del ADP el Ejecutivo quiere adosar el corazón histórico de Floresta y una porción de Villa Santa Rita y Villa General Mitre al polígono considerado como “polo textil de Avellaneda”. Al momento de la primera aprobación, los diputados explicaron que la medida respondía a la intención de mejorar y potenciar una zona que registraba algún grado de deterioro. Pero la visión de los vecinos que expusieron en la audiencia pública es otra.
El sector afectado en Floresta corresponde al Área de Protección Histórica (APH) 53, son 18 manzanas delimitadas por Segurola, Avellaneda, Emilio Lamarca y Venancio Flores. “Ahí están los edificios más antiguos de nuestro barrio, conserva un uso residencial con comercios de escala barrial”, dijo en su exposición la comunera Daniela Romero, y pidió para esa zona “limitar el uso comercial hasta dos locales por cuadra”.
Por otro lado, la juntista de la comuna 10 puso sobre la mesa la necesidad de compensar con más espacios verdes el aumento de las construcciones y cuidar los que ya existen, como el corredor verde Venancio Flores al costado de la vía del tren, creando “áreas de protección ambiental”, cosa que el CUr no contempla.
También Carlos Fabián Rodrigo, solicitó “en nombre de los vecinos de Floresta”, que ese polígono quede exceptuado del APD. “Nos consta que no se ha realizado estudio ambiental alguno que verifique el impacto que dicha determinación zonal tendría para la vida de los residentes y de sus hijos”.
Además, criticó que el Código Urbanístico vigente y la modificación propuesta “no legisla ni vigila los aspectos intensamente negativos de la situación actual: la convivencia entre una zona de comercialización informal e ilegal y la residencia de los vecinos, nacidos y criados en la comuna; el extendido problema de la facturación ilegal, subfacturación y la no tributación de los locales; el trabajo esclavo; la residencia en los mismos puestos de trabajo de los empleados; la ausencia de normas de higiene y seguridad en el trabajo; los frecuentes cortes de luz y los incendios, por nombrar solo los problemas más evidentes de una pauperización creciente con la que debemos convivir.”
Al tiempo que en la Comuna 11 la alarma se encendió cuando el Ejecutivo dejó trascender su voluntad de extender el ADP 4 “Polo textil Avellaneda” (que inicialmente llegaría hasta Gaona) hasta Remedios Escalada de San Martín.
“Pedimos que se detenga la propuesta de ampliación del Área de Desarrollo Prioritario 4 a Villa Santa Rita, porque su avance no solo no garantiza que el polo textil detenga su crecimiento, sino que podría facilitar su expansión y hasta podría ser motivo de realización de convenios público-privados que modifiquen la constructividad y afecten irremediablemente a nuestro barrio”, planteó en la audiencia Alejandra Hernández, miembro del colectivo “Una plaza para Villa Santa Rita”.
También la vecina Sofía Estrellas dijo que “en Santa Rita estamos muy preocupados por el crecimiento desmedido de depósitos en el barrio de Flores y cómo vienen avanzando hacia los barrios cercanos. Por eso nos parece muy importante atender lo que está pasando en Flores y también prevenir para que no suceda lo mismo en nuestro barrio.”
La urbanización que necesitamos
Sandra Barbonetti, vecina de Villa del Parque, habló en la audiencia pública en nombre de Conciencia Urbana Comuna 11, un colectivo barrial que viene alzando la voz para frenar la arremetida inmobiliaria:
“Me gustaría mostrarles un mapa de las obras en construcción que tenemos en Villa del Parque, para que ustedes observen qué impactante es. Todo esto señalado en rojo son obras en construcción que tenemos en el barrio», dijo la vecina mientras desplegaba frente al público su mapa bañado de marcas rojas.
«Por estos motivos, solicitamos se contemple lo descripto en nuestro proyecto, presentado [el año pasado] con el número 768/23″, continúo Sandra, repasando cada una de las problemáticas urbanas padecidas en la Comuna 11 para las que el colectivo barrial pensó una solución.
En su proyecto de ley Conciencia Urbana pidió la ampliación de los pulmones de manzana (que fueron reducidos en el CUr del 2018); que se permita mayor altura en las avenidas y no más de nueve metros en el interior del barrio (PB + 2 pisos) y rechazó el “enrase o completamiento de tejido (un ítem de la normativa vigente que permite construir hasta la altura del edificio más alto existente en cada manzana).
También pidieron en su presentación que los espacios verdes de la comuna sean catalogados como UP (Urbanización Parque), “ya que, lamentablemente, son continuamente cementados: áreas para hacer ejercicios, caniles, SUM y se siguen cementando”, insistió.
La vecina no dejó tema por mencionar. Siguió exponiendo: “Respecto de la mixtura de usos, que viene avanzando sin prisa pero sin pausa en nuestro barrio, solicitamos regular la intensidad deseable de las actividades de cada rubro admitido en las zonas de mixtura de uso existentes”. “Se siguen instalando comercios en medio de las zonas residenciales del barrio; ni hablar de la ocupación del espacio público que tiene de rehenes a los habitantes del barrio, ya sea con los decks –cuya habilitación es cuanto menos sospechosa– o con las estructuras que instalan sobre las veredas.”
“Estamos en emergencia urbanística y ambiental, con los cortes de luz, la baja tensión, la falta de agua y la baja presión. Por eso, seguiremos insistiendo en la necesidad de una planificación urbana que exija la prefactibilidad real de servicios previo a la habilitación de obras, que garantice la infraestructura necesaria para abastecer al barrio. Somos los vecinos y las vecinas quienes padecemos esta falta de planificación.”
Seguimos diciendo NO al Distrito del Vino, un polo comercial que ningún vecino ni vecina pidió y nos lo instalaron de “prepo”. No podemos seguir permitiendo que se hagan distritos en el barrio u obras en espacios verdes de manera inconsulta.
Finalmente, Sandra hizo hincapié en el esfuerzo realizado por el colectivo barrial para redactar su proyecto de ley: «Nos hemos tomado el trabajo de hacer una planificación del barrio para que lo tengan en cuenta los funcionarios de Desarrollo Urbano. Nuestra propuesta para la zona de la estación de Villa del Parque va a permitir la restricción de usos y las actividades de carácter privado, la integración paisajística y la reforestación de la zona, el ordenamiento vehicular, la preservación patrimonial, entre otras cosas.”
“No nos vamos a cansar de repetir que los barrios son de quienes los habitamos”, dijo, exigiendo atención a los problemas generados por un código urbanístico que mira para otro lado.
Hacia dónde mira el actual Código Urbanístico
«Es evidente que el Código está hecho a medida de los desarrolladores inmobiliarios. Pese a que ya hay alrededor de 200.000 inmuebles ociosos en la Ciudad, quieren densificar aún más los barrios a costa de nuestra calidad de vida”, dijo Yamila Rambaldi, vecina de Villa del Parque y autora de la cuenta @buenosairesperdida.
«¿Por qué?» -preguntó Javier Velázquez, coordinador del Consejo Consultivo Comunal 11, cuando le tocó su turno de exponer. ¿Por qué esta inclinación a favorecer a los desarrolladores inmobiliarios en contra de la calidad de vida en los barrios? «Porque es un sector clave de la economía monetaria. Transforma pesos en dólares. Invertir en ladrillos es ahorrar en dólares«, respondió.
“Un poco nos hemos convertido, en contra de nuestra voluntad, en arquitectos, urbanistas, abogados y comunicadores», agregó Yamila, reivindicando el trabajo de tantos vecinos y vecinas preocupados por una transformación no deseada de la ciudad. «Hace años venimos trabajando en proyectos para mejorar nuestros barrios. No logran desalentarnos; al contrario, nuestros argumentos y proyectos cobran más fuerza.”
Y respondiendo a quienes recurren como justificación a la idea de “progreso”, dijo: “La identidad barrial, el patrimonio y el verdadero progreso no son antagónicos; todo lo contrario. En una ciudad donde valga la pena vivir, se cuida y se respeta el patrimonio y la calidad de vida de quienes la habitan.”♦
Conciencia Urbana Comuna 11
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Consejo Consultivo Comunal 11
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Una plaza para Villa Santa Rita
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